Desde 1994, el porcentaje de evangélicos en Estados Unidos ha decaído del 17% al 12%. Solía decirse que más del 80% de las iglesias locales estaban decayendo; eso no ha cambiado. La razón es que hemos insistido en ir demasiado rápido y estar demasiado programados. Nuestra necesidad de éxito es tan fuerte que hemos tomado una serie de atajos que han generado un crecimiento numérico a corto plazo en lugar de creyentes maduros. Hemos aceptado la adición en lugar de la multiplicación. De esa manera crecemos y luego caemos. Es como palear arena contra la marea.
Yo he hecho una carrera aparte de ser el maestro de lo obvio, por lo tanto déjeme decírselo una vez más. Seguir a Jesús es ser un hacedor de discípulos. Hacer lo que Jesús hizo es la respuesta a nuestras preguntas y la solución a nuestros problemas. Debo repetir lo que dije en 1984: Seguir y escuchar a Jesús, son elementos esenciales para un ministerio efectivo.
Haciendo lo que Jesús Hizo
Hay tres dimensiones para hacer lo que Jesús hizo. Yo las menciono aquí no en orden de importancia sino de acuerdo a lo que me propongo en esta discusión. Lo primero es hacer lo que Jesús hizo en su ministerio de poder. En el Aposento Alto, Jesús prometió a sus seguidores que ellos harían las mismas cosas que Él había hecho e incluso las harían mayores (Juan 14:12-14).2 La segunda dimensión es hacer lo que Él hizo en la práctica de una transformación personal, su práctica de oración, silencio y soledad, ayuno, frugalidad, castidad, servicio y mayordomía. La tercera dimensión es hacer lo que Él hizo mientras estuvo con aquellos que lo siguieron.
Hace 20 años, yo introduje en este libro cuatro fases a través de las cuales Jesús guió a sus seguidores: Vengan y Vean, Vengan y Síganme, Vengan y Quédense Conmigo, y, Permanezcan en Mí. Las lecciones de liderazgo que yo descubrí a partir de estas fases son acerca de la técnica y el tiempo requeridos para entrenar a otros. Ellas nos proporcionan un proceso segmentado y secuencial. Es segmentado porque cada una tiene sus propias características; es secuencial porque una persona puede pasar a través de ellas, siendo al principio un nuevo creyente y convirtiéndose eventualmente en un líder.
Ignorar a Jesús en cualquiera de los cuatro niveles es desastroso y nuestra ignorancia de las lecciones de entrenamiento explica por qué no estamos avanzando en la Gran Comisión como se debe. Aún se necesita una iglesia de cien miembros, un pastor, y, USD$100.000 al año para convertir a alguien. Entre los evangélicos, este porcentaje es un poco mejor: 1,7 conversiones al año por cada 100 asistentes al culto. Esta es una horrible evidencia que debería dolernos a todos.3 Cualquier negocio en condiciones similares se habría declarado en bancarrota hace tiempo. Permanecemos en el “negocio” sólo a causa del compromiso de Jesús de sostener la iglesia.
Al revisar los principios de este libro, sabrá cómo tratar a la gente con la que trabaja en cada nivel de madurez. Anteriormente afirmé que en los últimos 20 años el discipulado evangélico ha sido demasiado rápido y programado. Esto ha conducido a un discipulado “hacia dentro” y no reproductivo y esa es la razón por la cual domésticamente estamos perdiendo terreno en la Gran Comisión. La iglesia alrededor del mundo está floreciendo, pero en los Estados Unidos aún estamos dándole vueltas al cubo de Rubik en nuestras manos, tratando de encontrar la fórmula. Sugiero volver a la posición original para encontrar la respuesta.
Retrocediendo en el Futuro
Qué oyeron Pedro, Santiago, Juan y Felipe, cuando Jesús dijo, “Hagan Discípulos”? Apuesto que no fue “Vayan durante dieciséis semanas y llenen los espacios en blanco del estudio bíblico.” Para entender lo que fue el discipulado en el primer siglo, debemos retroceder lo suficiente para restaurar el contexto. Juan el Bautista tenía discípulos y también los fariseos. Era común que los jóvenes fueran orientados por alguien y que siguieran a quienes los inspiraban. Cada joven judío de trece años había estudiado y memorizado gran parte del Pentateuco y los Profetas. Si estaba entre los mejores y más brillantes, sería aceptado en una escuela rabínica, donde estaría bajo la autoridad de su maestro. Si no estaba entre los mejores de su clase, podía volver a la vocación de pastor, pescador, carpintero o granjero.
Había cinco características de la escuela rabínica:
1. El discípulo decide someterse a su maestro.
2. El discípulo memorizaría las palabras de su maestro.
3. El discípulo aprendería la manera de ejercer el ministerio de su maestro.
4. El discípulo imitaría la vida de su maestro.
5. El discípulo debería encontrar a sus propios discípulos.
La tradición rabínica era muy estricta. Los estudiantes tenían muy poca libertad y cuando se graduaban debían seguir una carrera como maestros. Muchos empezaban sus propias academias o grupos de discípulos. Estos quedaban unidos de por vida a la interpretación de las Escrituras de su maestro y se esperaba que multiplicaran las tradiciones.
Jesús no era un producto del sistema y escogió a sus seguidores fuera del sistema. Los discípulos de Jesús supieron que Él era diferente al estar alrededor de Él y escuchar sus enseñanzas. En una ocasión, Él incluso les enseñó por qué y cómo ellos debían ser una raza diferente de discípulos.
Un Puente desde el Siglo I al XXI
Jesús usó a los fariseos como un ejemplo de cómo no discipular a otros. Él explicó por qué su entrenamiento era abusivo, egoísta e hipócrita (Mateo 23:1-7). Ellos representaban la manera tradicional de influenciar a otros, pero Jesús ofreció una alternativa. Él construyó entonces el puente para nosotros.
“Pero no permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos. Y no llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo. Ni permitan que los llamen “maestro”, porque tienen un solo Maestro, el Cristo. El más importante entre ustedes será siervo de los demás. Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
Mateo 23:8-12
Ellos eran hermanos y estaban para servir a otros, no eran señores ni estaban por encima de otros. Ellos tenían sólo un maestro y ese era Cristo. Ellos no fueron llamados para abrir la Escuela de Juan, de Pedro o de Santiago. El propósito de sus enseñanzas era producir más seguidores de Cristo. Jesús enseñó el poder de la humildad de espíritu y la sumisión en la comunidad. Esta es la manera de conseguir la fuerza transformadora: practicar una fe que transforma. Adoptar las cinco características de un discípulo del primer siglo, como alguien transformado por Jesús, es el secreto de la transformación personal que conducirá a la transformación de la iglesia, la cual a su vez traerá como consecuencia la transformación cultural.
1. Un discípulo se somete a un líder que le enseña a seguir a Jesús.
Esto es lo que rescata al discipulado de ser un proceso sin resultados. Lo he dicho muchas veces: usted no puede hacer discípulos sin responsabilidad y no puede tener responsabilidad sin estructura. La instrucción de Jesús fue: “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes” (Mateo 28:20).
Uno de los hallazgos de George Barna es que la mayoría de la gente en grupos pequeños está satisfecha con el proceso sin importar el progreso.4 Cuando digo que nuestro discipulado es demasiado rápido y programado, hablo de una falta de sumisión en los grupos, grandes o pequeños. Sin humildad no hay sumisión y sin sumisión, otros no pueden hablarle a mi vida. Así la gente puede ir a través de programas y estudios bíblicos, pero sin hacerse responsables por su transformación personal. Muchas personas y pastores han navegado a través del mejor entrenamiento financiero que se puede recibir, pero mantienen intocables sus más profundos secretos. Estoy en una comunidad donde puedo compartirlo todo. Sé que soy amado y aceptado y que todas mis confesiones se mantendrán de manera confidencial. Dentro de ese pequeño círculo yo puedo caminar en la luz y ese es el lugar más seguro donde puedo estar. No hay superficialidad, sólo un diálogo abierto y honesto. Los Quákeros tienen lo que ellos llaman una