No estoy sugiriendo ingenuamente que puedes alcanzar un 10 de 10 en la escala emocional, día tras día; nadie puede. A veces la vida es dura, y todos tenemos altibajos. Para citar la antigua sabiduría de Salomón, “Hay una temporada para todo [...]. Un tiempo para llorar y un tiempo para reír” (Ecl. 3:1, 4).6 Pero es alentador que las investigaciones indican que las circunstancias de nuestra vida solo contribuyen en un 10 % a nuestro nivel de felicidad duradera.7 Esto ofrece esperanza. Independientemente de las circunstancias de nuestra vida, podemos descubrir más alegría.
Los estudios también sugieren que un 50 % de nuestra felicidad duradera está determinada por nuestra genética,8 lo que explica por qué algunas personas son naturalmente más alegres que otras, aunque otro nuevo campo de la ciencia llamado “epigenética” está sugiriendo que nuestro entorno (educación) puede tener un papel mucho más importante que la genética (herencia).9
Esto deja alrededor de un 40 % –casi la mitad de nuestra felicidad duradera– que podemos elegir. Este libro puede ayudarte a elegir mejor.
Para que este libro funcione para ti, debes ir más allá de la simple lectura: debes poner en práctica estos conceptos. Al final de cada capítulo, he incluido formas de poner en práctica lo que aprendiste. Realmente te animo a comprometerte con estos desafíos. Considéralos autoexperimentos para probar y ver qué funciona en tu caso. Como con la mayoría de las cosas en la vida, cuanto más esfuerzo le dediques, más beneficio obtendrás.10
Espero sinceramente que este libro te ayude a vivir más feliz.
Saludos,
Darren
1 Darren P. Morton, Jason Hinze, Bevan Craig, Wendi Herman, Lilian Kent, Peter Beamish, Melanie Renfrew y Geraldine Przybylko, “A Multimodal Lifestyle Intervention for Increasing the Mental Health and Emotional Wellbeing of College Students”, American Journal of Lifestyle Medicine (octubre de 2017); J. Hinze y D. Morton (en proceso de publicación), Jason Hinze y Darren Morton “Wellbeing Education for Educators”, TEACH Journal, 11:2.
2 J. Helliwell, R. Layard y J. Sachs (2016), “World Happiness Report 2016”, <worldhappiness.report>.
3 C. G. Davey y A. M. Chanen, “The unfulfilled promise of the antidepressant medications”, Medical Journal of Australia, 204:9 (2016), pp. 248-250; C. P. Stephenson, E. Karanges y I. S. McGregor, “Trends in the utilisation of psychotropic medications in Australia from 2000 to 2011”, Australian and New Zealand Journal of Psychiatry, 47:1 (2012), pp. 74-87.
4 E. D. Kantor, C. D. Rehm, J. S. Haas, A. T. Chan y E. L. Giovannucci, “Trends in Prescription Drug Use Among Adults in the United States From 1999-2012”, Journal of the American Medical Association, 314(17), pp. 1.818-1.831.
5 B. L. Fredrickson y M. F. Losada, “Positive Affect and the Complex Dynamics of Human Flourishing”, American Psychologist, 60:7 (2015), pp. 678-686.
6 A menos que se indique otra versión, las referencias bíblicas han sido tomadas de la versión Nueva Traducción Viviente.
7 J. L. Kurtz y S. Lyubomirsky, “Towards a durable happiness”, en S. J. López y J. G. Rettew, eds., The Positive Psychology Perspective Series (Greenwood Publishing Group, 2008), pp. 21-36.
8 Ibíd.
9 A. Menke y E. B. Binder, “Epigenetic alterations in depression and antidepressant treatment”, Dialogues in Clinical Neuroscience, 16:3 (2014), pp. 395-404.
10 S. Lyubomirsky, R. Dickerhoof y J. K. Boehm, “Becoming Happier Takes Both a Will and a Proper Way: An Experimental Longitudinal Intervention to Boost Weil-Being”, Emotion, 11:2 (2011), pp. 391-402.
Capítulo 1
Lo que necesitamos saber acerca de nuestro Limbo
Los hombres deben saber que del cerebro, y solo del cerebro, surgen nuestros placeres, gozo, risas y bromas.–Hipócrates
Nunca llegué a uno de mis descubrimientos a través del proceso de pensamiento racional.–Albert Einstein
En busca de simplicidad, permíteme presentarte a tu “Limbo”, el apodo que le he dado a la parte de nuestro cerebro conocida como el “sistema límbico”. Nuestro Limbo contiene varias estructuras, todas con nombres complicados, pero conocerlo como “Limbo” funcionará para nuestros propósitos. Como estamos a punto de descubrir, nuestro Limbo es una parte increíblemente importante de nosotros, y es de nuestro interés mantenerlo en perfecto estado de funcionamiento.
En caso de que te preguntes dónde vive nuestro Limbo, está ubicado en el medio de nuestro cerebro, justo debajo de la parte que parece una coliflor, a la que llamo el “Líder”.
Se ha descubierto mucho sobre el Limbo a través del trabajo de investigadores curiosos especializados en el cerebro, a quienes les encanta presionar botones y ver lo que sucede. Comenzaron conectando el Limbo de gatos y ratas de una manera que les permitía enviar un pequeño impulso eléctrico al área cuando los investigadores presionaban un botón.
Los investigadores notaron que, si estimulaban una parte del Limbo de un gato, el gato comenzaba a ronronear (y a refregarse contra el cuerpo, por supuesto), se ponía juguetón, y básicamente se convertía en un animal muy feliz y simpático.11 De manera interesante, si continuaban estimulando esta parte del Limbo del gato, perdía todo interés en la comida. Felices y delgados: tener nuestro Limbo conectado de esta manera puede sonar atractivo.
Pero los investigadores descubrieron que, si movían ligeramente los cables y estimulaban otra parte del Limbo del gato, ocurría la reacción opuesta. El gato lanzaba un ataque histérico: se erguía, lanzaba arañazos; e incluso arrojaba algo de saliva para darle “efecto”. Lo que es más, el gato comía cualquier cosa que se pusiera a su alcance. La estimulación repetitiva del Limbo del gato de esta manera hizo que se transformaran en un demonio obeso y hostil al que nadie quería acercarse.
Para que las ratas en el laboratorio no se sintieran excluidas, los investigadores también conectaron su Limbo, pero agregaron otro elemento. Les dieron a las ratas la capacidad de presionar un botón para que pudieran estimular su propio Limbo. Para el asombro de los investigadores, las ratas presionaron repetidamente el botón, incluso en preferencia a comer y beber.12 Si no se las controlaba, las ratas finalmente morían de agotamiento, con sus pequeñas patas aún presionando el botón en un intento de recibir una descarga más.
Nota: Existe un debate entre los científicos especialistas en el cerebro con respecto a qué estructuras se consideran parte del sistema límbico. Yo asumiría que el sistema límbico incluye el giro parahipocampal, el giro
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