La música con faldas. Fernando Díez de Urdanivia. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Fernando Díez de Urdanivia
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9786078427048
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Alba

       U

      Ugalde, Delphine

      Urreta, Alicia

       V

      Valenzuela, Cynthia

      Vázquez, Lilia

      Viardot, Pauline

      Villanueva, Mariana

      Vivanco, Marquesa de

      Vizzana, Lucrezia

       W

      Warshauer, Meira

      Weaver, Elisa

      Weir, Judith

      White, Maude Valerie

      Wilkins, Margaret

       Z

      Zegers, Isidora

      Zubeldía, Emiliana de

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      Un libro que se inició con dudas y se termina con asombro

      Si bien es cierto que la guerra de los sexos no ha tenido, y tal vez no tendrá fi n, no es menos verdadero que en años recientes se han dado actitudes positivas; hay buen ánimo y se promulgan legislaciones que van estabilizando el respeto a la mujer. Es necesario reconocer que tales cambios no son históricos, ni tienen proyección mundial. Sigue vigente el dicho de las mexicanas que van por la calle a la zaga de su esposo: “me traes como chinita”. En Oriente es hábito ancestral el de un marido caminando por delante de la compañera, quizá ostentando su primacía.

      Dentro de los propósitos de la Biblioteca Musical Mínima, pareció aventurada la idea de un libro sobre el tema de las mujeres que han escrito y escriben música. Aunque existía el antecedente de algunas distinguidas autoras, había el riesgo de no poder llenar sufi cientes páginas, o la necesidad de hacer excesivas concesiones. El resultado de una indagación somera, pero ante todo de la fe en los 13

      resultados, fueron puertas hacia un camino poco recorrido que entrañaría felices hallazgos.

      Con estos párrafos preliminares se intenta evitar a los lectores la sorpresa de encontrarse con una multitud, donde esperaban un grupito. Ya que quien escribe no es investigador, ni ha querido redactar una obra enciclopédica para la que no tiene capacidad, priva la idea de informar sobre un tema que seguirán tratando más ampliamente los conocedores. Hay numerosos libros regionales, pero hasta el momento no muchos con intención global, a pesar del The New Grove Dictionary of Women Composers 1 .

      Este pequeño libro exhibe las limitaciones de los que llamamos breviarios; carencias que no son ajenas a los grandes tratados donde también hay frecuentes omisiones. Se ha reunido buen material, pero no se agota el tema. Que los lectores hagan su propia búsqueda. Existen ediciones a las que ésta aventaja en brevedad y ecumenismo, aunque les quede corta en amplitud y en detalle.

      Intencionalmente no se incursiona en la producción oriental, polinésica o aborígen de países lejanos y aun cercanos, por considerarse asunto arduo, especializado y digno de estudios que o ya se han hecho, o están en manos de quienes se han preparado para ellos. Sin embargo, y a título solamente informativo, no se omite la mención de la cultura matriarcal bantú2 del África, donde ha 1

      Publicado en 1995.

      2

      Término que se usa para mencionar el nexo lingüístico que tienen más de 400 grupos éticos, cuyo habitat se extiende entre Camerún y Somalia.

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      imperado la canción femenina como ejemplo de un ejercicio tradicional del que poco se sabe.

      En el mundo, y por supuesto en México, las décadas recientes han sido de gran efervescencia femenina, a veces promovida por afanes feministas que en sus casos extremos no son aconsejables. El espíritu de estas páginas coincide con aquella vieja broma mexicana en la que uno proclama: “en mi pueblo somos puros machos” y el otro contesta: “en el mío somos machos y hembras, y la pasamos muy bien”.

      Tal vez muchos dirán que no han escuchado una sola nota de ninguna de las 232 compositoras incluidas. Si al cerrar este libro acuden a una tienda de discos y adquieren alguna de las muchas grabaciones que hay en el mercado, los trabajos de recopilación, orden, escritura, cuidado del formato y del tiraje y de distribución que es nado contra la corriente, habrán sido espléndidamente retribuidos.

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       ¿Compositoras en el Calvario?

      Es necesario el punto de partida grecolatino. Aunque las investigaciones modernas han demostrado el valor de culturas distintas del Lacio3 y la Hélade4, arrancamos de la lejanía griega.

      Ayudados por los conocimientos de Adolfo Salazar5 y de otros eruditos, puede saberse que hacia 675 a.C. Terpandro de Lesbos compartió los tiempos de las fl autas frigias y lidias de que hay mención en Las Bacantes de Eurípides (409 a.C.). Arquíloco, gran poeta, tuvo que ver con la producción popular y compuso algunas obras corales. Éstos y otros personajes nos conducen a las dos fi guras cumbres de la lírica eolia, Alceo y Safo (hacia 612 a.C.), esta última señalada por la historia como precursora de la homosexualidad, a pesar de que se casó con Kerkylas, tuvo con él una hija llamada Cleis y 3

      Lacio. El Latium latino, que era la parte central de Italia con capital en Roma.

      4

      Hélade. Antiguo nombre de Grecia.

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      Adolfo Salazar. Nacido en Madrid en 1890, se exilió al comienzo de la guerra civil y llegó a México en 1939. Fue musicólogo, historiador y maestro que enseñó en El Colegio de México. Murió en 1958.

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      heredó a la posteridad su oda donde expresa el furor pasional que sentía por el adolescente Faón. Safo y Alceo hicieron poesía sobre el amor platónico hacia el mismo sexo, que éste lo fi ja en Lykos y aquélla en Erina. No hay duda sobre la condición musical de Safo, quien fundó en Mytilene6 una organización donde se cultivaba la poesía, la danza y el arte de los sonidos bajo la advocación de Afrodita.

      Al pasar con un gran salto hasta la era cristiana, encontramos que a fi nes del siglo XVII, el Papa Inocencio XI dijo con voz de trueno: “ninguna mujer, bajo ningún pretexto, debe aprender música”.

      La frase no pareció sonar con la sufi ciente rispidez, porque en 1703 fue refrendada por otro pontífi ce que fue Clemente XI.

      ¿Cuándo empezó tan absurda actitud? Tal vez la contestación a esta pregunta sea lo de menos, cuando nos enteramos de que en pleno siglo XX

      el gran director británico Sir Thomas Beecham7

      pronunció unas declaraciones de este tamaño: “No hay compositoras, nunca las hubo, y posiblemente nunca existirán”. Para ese momento el bello sexo ya había hecho, y por fortuna siguió haciendo muchas diabluras musicales, aunque las limitantes genéricas produjeron su efecto y hasta hoy el número de compositores varones centuplica el de sus colegas.

      En una encuesta reciente llevada a cabo en 6

      Mytilene. Ciudad que se asentaba en la costa oriental de la isla de Lesbos.

      7

      Sir Thomas Beecham (1879-1961). Quiso ser compositor, pero se dedicó a la dirección de orquesta, donde fue uno de los más grandes. En 1932 fundó la Filarmónica de Londres.