La capacidad de evaluación desempeña un papel similar cuando se trata de mediar juicios éticos universales en situaciones concretas (por ejemplo, no se debe robar este artículo actual a su propietario, ya que en general es inmoral robar) (Allers, 1941a, p. 106; Aquino, 1273/1981, I, 86.1 ad 2; Pasnau, 2002, pp. 254 y 255). Por esta razón, se entiende también por capacidad de evaluación la capacidad humana que sirve para la deliberación necesaria cuando se toma una decisión ética sobre una acción determinada (en esto podemos ver la interacción entre la deliberación, el recuerdo y la comparación de las cosas individuales) (Aristóteles, ca. 350 a. C./2000a, 453a13-14; también Aquino, 1269/2005a, p. 230). A este respecto, la capacidad de evaluación puede desarrollarse a través de la virtud de la sabiduría práctica (Aquino, 1273/1981, IIII, 49.2). Al igual que en el caso de la aplicación de juicios éticos universales, la capacidad de evaluación también se aplica sobre las expectativas generales de la previsión humana en circunstancias particulares («está nublado fuera y oigo truenos; por lo tanto, esto significa normalmente que lloverá, así que debo evitar un camino sujeto a inundaciones») (Aquino, 1259/1954, 10.2 ad sc 4).
Las diferentes funciones de la capacidad de evaluación y de la capacidad intelectual producen una distinción notable en la epistemología, que tiene una importancia metodológica, a saber, producen una distinción entre el conocimiento experiencial y la intelección (Aquino, 1271/1926, §18; Aquino, 1272/1995, §18; Barker, 2012b, p. 61). El conocimiento experiencial implica un compromiso atento con las realidades sensoriales-perceptivas-cognitivas individuales y la observación de estas (Aquino, 1273/1981, I, 114.2; Barker, 2012b, p. 46). Por el contrario, la intelección se produce cuando la persona capta y comprende una naturaleza universal (como la humanidad). La actividad de cualquier capacidad humana se produce de acuerdo con una estructura derivada de la realidad. Dicha estructuración se produce a cada nivel jerárquico de actividad (sensación, percepción y comprensión). De esta manera, así como la sensación de una capacidad sensorial se produce de acuerdo con una impresión sensorial, de la misma forma la percepción de una capacidad perceptiva de orden superior implica una estructura holística propia, que puede almacenarse en la memoria y, de la misma forma, la comprensión de la capacidad intelectual se produce de acuerdo con su propia estructura distintiva (Aquino, 1273/1981, I, 84.4 y 85.1).
En contraste con el intelecto, que conoce a través de patrones universales inteligibles, separados de los objetos materiales, una menor capacidad de evaluación permite a un conocedor tener solamente un conocimiento experimental de una comunalidad concreta, que se discierne como presente en numerosas percepciones de la misma cosa, evento o persona (Aquino, 1272/1970, II.20, p. 237; Aquino, 1272/1995, §17; Barker, 2012b, pp. 57 a 63). Esta comunalidad concreta, conocida por su menor capacidad evaluativa, es inseparable de las percepciones sensoriales particulares en las que se encuentra.
Se dice de forma adecuada que una persona «comprende» solo en virtud de su intelecto, que considera la realidad mediante patrones inteligibles universales (Aquino, 1265/2001, 73.15). Aunque las comparaciones realizadas durante el proceso de evaluación pueden permitir actos posteriores de comprensión o percepción que son estrictamente no materiales, la capacidad de evaluación siempre permanece centrada en distintos objetos concretos (Lonergan, 1997, p. 56); siempre está orientada y fundamentada en cosas individuales particulares (p. 53). En los siguientes escenarios puede encontrarse un ejemplo que contrasta el conocimiento experiencial e intelectual: utilizando su capacidad de evaluación propiamente humana, un médico observa que una cierta medicina es un factor común que curó a un grupo particular de pacientes de una dolencia. Mediante su intelecto, ese mismo médico juzga que esta medicina curará —universalmente hablando— a los pacientes y a cualquier persona que sufra de esa dolencia, en igualdad de circunstancias (Aquino, 1272/1970, II.20, p. 237). Estos dos tipos de procesamiento cognitivo son distintos y operan a diferentes niveles de conocimiento. No obstante, también están relacionados, en el sentido de que el nivel inferior contribuye a la actividad del nivel superior: así como el conocimiento experimental de la capacidad de evaluación de una comunalidad concreta depende de la integración de muchas percepciones (recuerdos e imágenes mentales), el conocimiento universal del intelecto mediante un patrón inteligible separado depende de la integración de muchos casos de conocimiento experimental (Aquino, 1273/1981, I, 58.3 ob 3.; Aquino, 1272/1995, §18; Aristóteles, ca. 350 a. C./1997, 100a4; Aristóteles, ca. 350 a. C./2003, 980b28).
Solo cuando el intelecto comprende un universal completo, los principios de las artes y las ciencias pueden establecerse plenamente en la mente humana (Aquino, 1272/1970, II.20, p. 237; Aristóteles, ca. 350 a. C./1997, 100a4-100b4; véase también Aquino, 1265/2001, 60.12-14). La percepción evaluativa de una comunalidad es «casi lo mismo» que la intelección a través de un universal; las percepciones evaluativas, de hecho, pueden permitir a la persona conseguir un éxito general en las actividades prácticas (Aquino, 1272/1995, §17). Esto es evidente en el caso de personas que disponen de un conocimiento experiencial de primera mano (sin haber estudiado la ciencia relacionada) y tienen éxito en sus actividades prácticas, mientras que otras personas que no disponen de un conocimiento experiencial de primera mano pueden fracasar, aunque hayan estudiado esa ciencia extensamente. (Aquino, 1272/1995, §20, §22). No sería erróneo comparar la capacidad intelectual y la capacidad de evaluación de uno de la misma manera que se podría comparar la teoría y la praxis, la ciencia y la aplicación, la contemplación filosófica y la vida moral activa.
En este punto, se es más capaz de entender cómo el intelecto depende de la capacidad de evaluación y también cómo la capacidad de evaluación prepara las imágenes mentales para la consideración por el intelecto: la capacidad de evaluación prepara imágenes mentales cuando gracias a su función de reconocimiento discierne características particulares comunes a múltiples percepciones y experiencias. Una vez que una persona, gracias a su capacidad de evaluación, reconoce que existe un rasgo común, presente en múltiples percepciones de la misma realidad, puede utilizar su intelecto para aislar esa característica común y considerar la estructura o patrón inteligible en sí, de forma independiente a la percepción y sensación. Es así como se llega al punto clave del conocimiento humano natural. No obstante, el intelecto de la persona, en el caso de esta función, sigue dependiendo de la actividad preparatoria inicial de su capacidad de evaluación (del mismo modo que la capacidad de evaluación depende de la memoria y la imaginación de la persona, y estas capacidades de percepción dependen a su vez de los sentidos corporales). Es importante observar que las diferentes preparaciones de imágenes mentales (reconocimiento de los diferentes comunalidades) conducen necesariamente a diferentes actos de comprensión (Aquino, 1273/1981, II-II, 173.2; Lonergan, 1997, p. 184). Por lo tanto, las variaciones en la percepción evaluativa conducen a diversas perspectivas, diferencian las ciencias y dan base a diversas visiones del mundo.
En resumen, mediante la interacción de la capacidad de evaluación y el intelecto, se puede considerar la aplicación de principios universales a casos particulares, al igual que cuando se utiliza la imaginación para pensar en un triángulo singular, que se ajuste a principios geométricos universales, o cuando imaginamos un objeto en movimiento que se comporta de acuerdo con los principios universales de la física, o cuando imaginamos, en el ámbito interpersonal, un acto de abnegación conforme a la vocación universal de los cónyuges en el matrimonio (Aquino, 1272/1993, §1214; Ashley, 2006, p. 205).
DISPOSICIONES COGNITIVAS
Las capacidades sensoriales-perceptivas-cognitivas pueden formarse y desarrollarse mediante acciones repetidas. La capacidad de síntesis, por ejemplo, puede ser condicionada para adquirir habilidad en la diferenciación de grados, matices de color o sabores (Aquino, 1272/1993, §1215). En el caso de la capacidad evaluativa