Cuando me encontraba en su casa, hablando con ella por primera vez, para mí fue evidente de inmediato que su mentalidad tenía el enfoque de un rayo láser. Después de asegurarse de que estaba cómoda, me preguntó: “¿Comenzamos a hablar ya?”. Estaba lista para sumergirse en la conversación. Decidí hacerle la gran pregunta primero: “Gene, ya no tienes 18 años. ¿De dónde sacas tu energía?”.
“Soy una persona muy afortunada en el sentido de que creo en lo que estoy haciendo”, me respondió. Reflexionando un poco más, miró hacia el techo y comenzó a contarme sobre un evento que le cambió la vida cuando tenía treinta y tantos años de edad. Compartiré su recuerdo del evento en su totalidad, ya que contiene algunas claves sobre cómo aprovechar nuestra motivación intrínseca:
“Las experiencias que cambian la vida se presentan de múltiples formas. Para mí, ocurrió en Túnez, donde me encontraba haciendo un trabajo como voluntaria para US Agency for International Development. Me dirigiría hacia el sur del país, al desierto del Sahara y, antes de partir, visité la tienda de la Embajada de los Estados Unidos para comprar algunos suministros que incluían una caja de galletas en forma de animales.
“Una semana después, llegué a un pequeño pueblo junto a un oasis donde la longevidad de los adultos era de 35 años, lo que significaba que muchos niños no tenían hogar, ni padres y con gran desesperación buscaban comida en medio de la nada. Cuando bajé del auto, me vi rodeada de niños hambrientos con las manos extendidas, listos a recibir cualquier cosa que yo pudiera darles. Bueno, fue claro que ese era el día de las galletas de forma de animales, si alguna vez hubo uno. Había tantos niños que comencé a romper las galletas por la mitad, dándole la cabeza a un pequeñín, la cola a otro, hasta que me quedé sin galletas.
“De repente sentí a alguien tirando de mi vestido y, al mirar hacia abajo, me encontré a esta pequeña niña de tres o cuatro años, rogando por su galleta y yo no podía creer que no tenía forma de ayudarla. Su desnutrición había llegado a tal punto que su estructura celular se estaba desmoronando; un flujo muy fuerte salía de sus ojos, su nariz y su boca y los gusanos se arrastraban en medio de la suciedad de su rostro. Su cabello nunca había sido peinado y parecía piel en su pequeña cabeza. Supe que esta niña se estaba muriendo y, aunque yo tenía entrenamiento en nutrición infantil, no tenía nada que darle a pesar de que ella se encontraba en semejante estado de inanición —ni siquiera una galleta.
“Aunque no sé el nombre de la niña, ni tampoco el del pueblo, sí sé que decidí que ese día, en ese instante y en ese pueblo, haría todo lo posible para evitar que sucedieran tragedias como esa. Esto sucedió hace muchos años y todavía lo estoy intentando. Una hambrienta niña de Túnez me puso en un nuevo camino con una nueva dirección y le estoy muy agradecida por eso”.
Hubo lágrimas en sus ojos cuando Gene me contó su historia. Antes de su visita a este pueblo tunecino, ella percibía su trabajo de voluntaria como “algo agradable que hacer”, algo a través de lo cual ella aprendería mucho. Después de conocer a esta niña hambrienta y sin tener nada que darle, la vida de Gene cambió para siempre, pues se comprometió a erradicar el hambre infantil. Este propósito la ha guiado durante más de 60 años.
Y hay otro aspecto en la brújula interna de Gene que alimenta su vitalidad. “Leo mucho, amo la música, en especial, la música clásica; pertenezco a clubes de lectura, a grupos de redacción, a la junta de un banco local de alimentos y permanezco inmersa en actividades comunitarias. Vivo en una zona increíblemente hermosa del noroeste del Pacífico y muchas noches visito las playas para ver la puesta de sol, reflexionar sobre la plenitud de la vida y encontrar formas de enriquecer aún más el futuro”. La gente le pregunta por qué no renuncia a todo este aprendizaje. ¿Para qué le sirve? “No me imagino viviendo en un mundo que cambia tan rápidamente y no cambiar a la par con él. A veces, encuentro personas que, sea cual sea su edad, se resisten el cambio y son 'viejas' de espíritu. Por el contrario, muchas personas mayores son siempre 'jóvenes' en lo que se refiere a su voluntad para aprender y colaborar”. Gene explica cómo es para ella la perspectiva de una persona mayor. “Independientemente de nuestra edad, no deberíamos tener vacas sagradas. En otras palabras, no deberíamos estar tan comprometidos con la tradición, ni con el pasado a tal punto que pensemos que hay que perpetuarlos. Para mí, no hay vacas sagradas, es mejor usarlas como hamburguesas”.
Gene ve que a su alrededor hay jóvenes que parecen viejos, que han internalizado las vacas sagradas de su entorno con respecto a cuál es su lugar en el mundo y a qué pueden y qué no pueden hacer: “Quizá, se sienten inseguros y tienen miedo de probar algo nuevo y creer en sí mismos”. También opina que hay muchas personas atrapadas en sus carreras, en sus trabajos. Gene cree que tenemos múltiples carreras en nuestra vida. Mirándome fijamente a los ojos, me dijo: “Tú también”. En ese momento, escuché a las vacas sagradas que hay dentro de mí gemir en señal de protesta.
Una vaca sagrada que Gene ha convertido en hamburguesas es la idea de la jubilación. “Algunas personas piensan que al jubilarse les ha llegado la hora de relajarse y olvidarse de los problemas del mundo. En cambio, yo veo la jubilación de manera diferente. Para mí, esta es la etapa de la vida para hacer cosas que antes no nos fue posible hacer. No estás comprometido con un horario específico, ni con la rutina y las expectativas de los demás. El retiro es una oportunidad más para ser quien eres y hacer las cosas que son importantes para ti”. Gene ha estado aprendiendo toda su vida y así continuará hasta el final.
Le pregunté: “¿Qué harías si supieras que solo tienes seis horas de vida?”. Gene reflexionó y respondió: “Exactamente lo que estoy haciendo ahora… aunque no… no creo que esa sea la respuesta correcta. Si supiera que voy a partir hacia el otro mundo esta noche, no limpiaría la casa hoy, ya que alguien más tendría que ocuparse de eso al día siguiente. Francamente, no sería algo muy diferente a lo que estoy haciendo. No estaría hablando por teléfono llamando a un montón de personas. Simplemente, me relajaría y diría: ‘Bueno, este es el comienzo de algo maravilloso’ y me dejaría ir hacia el más allá. Me sentiría en paz”.
No todos somos tan afortunados como para tener un contacto tan directo con nuestro propósito de vida como le ocurrió a Gene en Túnez. Sin embargo, incluso sin ese tipo de experiencia, también nosotros podemos encontrar nuestro llamado —eso que llevamos arraigado muy, muy en el fondo de nuestro ser—. Aprender de líderes como Gene nos ayuda en nuestro proceso de descubrimiento. Gene mantuvo su curiosidad y vio lo que necesitaba ver, aplicó sus talentos y habilidades y se comprometió a una causa más grande que su identidad individual. Desde entonces, sus elecciones han sido vivificantes para aquellos a quienes ella sirve (y también para sí misma).
Sabemos que hemos encontrado nuestro llamado cuando se trata de algo que nos da la certeza y la energía necesarias para trabajar en ello de manera consistente, sin importar lo que esté sucediendo en el mundo externo, ni en nuestra propia vida. Nuestro llamado es muy personal: nadie puede decirnos cuál es. Inspirado en parte con la fascinación de Gene por la vida y por su dedicación a erradicar el hambre infantil, desarrollé el propósito de buscar mi propia paz interior y así dedicarme al autodescubrimiento y al servicio a los demás.
Gene y otros grandes líderes como ella sobre los cuales conocerás más adelante en este libro despertaron mi fascinación hacia el latente potencial ilimitado que existe dentro de todos y cada uno de nosotros. Fue así como decidí que tenía que descubrirlo junto con todos sus secretos y excavar más y más hasta llegara al fondo de esta riqueza interna que permanece intrínseca en nuestro ser.
TRANSFORMÁNDONOS EN QUIENES
SIEMPRE HEMOS SIDO
Entonces, ¿qué hay dentro de nosotros? A continuación, compartiré lo que he descubierto hasta ahora. No se trata de que esta sea la única respuesta, pero la comparto para que te sirva como una señal en medio de tu viaje.
En nuestro interior, somos como el cielo, que irradia conciencia, amor incondicional, potencial ilimitado y paz verdadera. Conciencia, amor, potencial y paz son grandes conceptos. Déjame tratar de describir lo que significan.