El resultado es un mayor sentido de urgencia y una mayor concentración en las pocas actividades elementales críticas que impulsan el éxito, la plenitud y la ejecución diaria de esos elementos para garantizar el logro de tus objetivos a largo plazo. El año de 12 semanas provee las herramientas y el enfoque para que las personas y las organizaciones sean altamente exitosas. Les brinda claridad a sus lectores con respecto a lo que es importante y un sentido de urgencia diario para hacer lo que es necesario. Es más, se enfoca en cosechar las oportunidades de hoy y también en plantar las semillas esenciales necesarias para asegurar el éxito continuado.
12 Semanas equivalen a un año
Olvídate de un año. Ahora, ya conoces cuales son las trampas asociadas con la mentalidad anualizada. Redefinamos un año: un año ya no son 12 meses, ahora son solo 12 semanas. Es verdad, ahora es un periodo de 12 semanas. Ya no hay cuatro periodos en un año; esa es una vieja manera de pensar. Ahora, solo existe el año de 12 semanas, seguido por el siguiente año de 12 semanas y así hasta el infinito. Cada periodo de 12 semanas es único, es tu año.
Piensa en las implicaciones de un año de 12 semanas en tu vida. La emoción, la energía y la concentración que surgen cada diciembre ahora ocurren de manera constante. El impulso del fin de año para alcanzar tus metas ahora no sucede una vez cada 12 meses, sino todo el tiempo. La razón por la cual las personas comienzan a comportarse de otra manera en noviembre y diciembre es porque saben que diciembre 31 se aproxima y esto implica que ellas están próximas a evaluar su éxito o fracaso. Como lo indiqué antes, diciembre 31 es una fecha arbitraria, pero dado que marca el final del año calendario, ese parece un buen momento para hacer inventario. Esta fecha no tiene nada de mágico más allá del significado que nosotros mismos le damos. Tenemos clientes cuyo año financiero termina el 30 de junio y ellos experimentan un frenesí en junio mientras la organización se esfuerza por cerrar el año con un gran final. En gran medida, la fecha es inmaterial; lo que sucede es que es un punto en el tiempo donde el juego termina y sabremos si triunfamos o fracasamos.
El año de 12 semanas te da la posibilidad de escoger una nueva fecha para que cumplas tus metas a fin de que evalúes tu éxito (o fracaso). Lo mejor de tener un año de 12 semanas es que la fecha límite siempre está tan cerca que nunca la pierdes de vista y de esa forma obtienes un horizonte de tiempo que sea lo suficientemente amplio como para alcanzar a hacer todo lo que planees, pero tan corto como para que adquieras un sentido de urgencia e inclinación a la acción. Es natural en los seres humanos comportarnos diferente cuando se nos acerca una fecha límite. Tendemos a posponer menos, reducimos o eliminamos actividades que nos distraigan y nos concentramos en realizar lo que sí tenga importancia en el cumplimiento de nuestras metas.
Los años de 12 semanas también te obligan a confrontarte frente a tu falta de ejecución. Después de todo, ¿cuántas semanas malas puedes tener en un año de 12 semanas y aun así seguir teniendo un gran año? Como no puedes darte el lujo de tener más de una o dos semanas malas, cada día de la semana se hace más importante.
El año de 12 semanas reduce tu enfoque a una semana, y, más importante aún, al día, que es donde se da la ejecución. Ya no tienes la oportunidad de posponer las actividades críticas imaginando que te queda suficiente tiempo en el año. La ejecución efectiva no sucede mes a mes o trimestralmente o cada semestre, sino que se da a diario, momento a momento. El año de 12 semanas pone en el centro del escenario esa realidad.
Además, ahora experimentas la anticipación de un nuevo año cada 12 semanas. En el pasado, si alguien trazaba una meta alta para el año, pero para el tercer trimestre era evidente que no la alcanzaría, la falta de logro era desmoralizante. Es común que personas, e incluso equipos enteros, ya se hayan dado por vencidos en octubre para alcanzar sus metas. Con El año de 12 semanas eso nunca volverá a suceder. Cada 12 semanas tienes un nuevo comienzo, ¡un año nuevo! Así que, si has tenido un duro año de 12 semanas, tienes la oportunidad de sacudirte, recomponerte y volver a comenzar. Y si has tenido un gran año de 12 semanas, seguirás avanzando con el mismo impulso. Cualquiera que sea el escenario, cada 12 semanas tienes la posibilidad de experimentar un nuevo comienzo.
“¡El año de 12 semanas lo cambia todo!”
Y tal como lo haces al final de cada año calendario, cada 12 semanas haces una pausa, celebras y te recargas. Puede ser un fin de semana de tres días o unas vacaciones de una semana, lo importante es tomarte el tiempo para pensar, reagruparte y recargarte. Para quienes están enfocados en el éxito es fácil mirar lo que está por delante y no apreciar por completo lo que ya han avanzado. El año de 12 semanas presenta, por lo menos, cuatro veces más oportunidades para reconocer y celebrar tu progreso y tus logros.
Tener el enfoque en un año de 12 semanas evita que te adelantes demasiado y hace que cada semana cuente.
Capítulo 3
La conexión
emocional
La ejecución efectiva no es complicada, pero tampoco es fácil. De hecho, la mayoría de las personas y compañías lucha con tener una buena ejecución, pues siempre requerirá de emprender nuevas acciones y estas a su vez suelen ser incómodas.
Cuando enfrentamos un curso de acción que incluye tareas difíciles o incómodas, los costos a corto plazo de las acciones que emprendemos tienden a parecer mucho mayores que los beneficios a largo plazo que representa el hecho de alcanzar la meta. Debido a esto, personas y organizaciones enteras suelen abandonar las tareas, así como la estrategia completa. Hemos aprendido por experiencia que, para tener éxito en la ejecución, es esencial tener un fuerte interés emocional en el resultado.
Sin una razón atractiva para hacer una elección diferente, la mayoría elegirá acciones cómodas por encima de las incómodas. Sin embargo, es un hecho que las acciones importantes suelen ser las incómodas. Según nuestra experiencia, vemos que el principal sacrificio que debes hacer para alcanzar la grandeza, convertir en realidad lo que puedes hacer y ejecutar tus planes, es dejar a un lado tu comodidad. El secreto para vivir tu vida a su pleno potencial es valorar las cosas importantes por encima de tu propia comodidad. Por tal razón, el primer paso crítico para lograr una buena ejecución consiste en crear y mantener una visión atractiva de ese futuro que deseas mucho más de lo que deseas tu propia comodidad a corto plazo y luego alinear tus metas y planes a corto plazo con esa visión a largo plazo.
Piensa en lo que de verdad quieres lograr. ¿Qué legado anhelas dejar? ¿Qué deseas para ti y tu familia? ¿Qué buscas a nivel espiritual? ¿Qué nivel de seguridad quisieras? ¿Qué nivel de ingresos y plenitud piensas obtener de tu carrera? ¿Qué intereses persigues? ¿Qué es lo que de verdad añoras hacer con el tiempo que te ha sido asignado?
Si vas a desempeñarte a un alto nivel, toma una nueva posición y sé grande, así que más vale que tengas una visión atractiva. Para alcanzar un nivel de desempeño mayor que el actual, vas a necesitar una visión del futuro más grande que la que tengas ahora. Debes encontrar una visión con la que tengas conexión emocional. Si no cuentas con visión atractiva, descubrirás que no tiene sentido afrontar el dolor del cambio.
“Detrás de todo logro imposible hay un soñador de sueños imposibles”. —ROBERT K. GREENLEAF
La visión es el punto de partida de todos los grandes desempeños. Tú creas las cosas dos veces: la primera, ocurre a nivel mental; la segunda, se da a nivel físico. La mayor barrera contra el alto desempeño no es la manifestación física, sino la creación mental. Nunca podrás superar tus modelos mentales. La visión es el primer sitio donde involucras tus pensamientos con lo que puedes alcanzar.
Debes ser claro con lo que quieres crear. La mayoría de la gente se concentra primero en su negocio o carrera, pero los negocios son parte de la vida y tu visión de vida es lo que le da verdadera tracción y relevancia a tus