ÉTIENNE GILSON
EL ESPÍRITU DE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL
EDICIONES RIALP
MADRID
Título original: L’esprit de la philosophie médiévale
© 2021 de la presente edición, versión publicada por Emecé Editores, S. A., Buenos Aires 1957
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ISBN (versión impresa): 978-84-321-5405-8
ISBN (versión digital): 978-84-321-5406-5
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ÍNDICE
I. EL PROBLEMA DE LA FILOSOFÍA CRISTIANA
II. LA NOCIÓN DE FILOSOFÍA CRISTIANA
IV. LOS SERES Y SU CONTINGENCIA
V. ANALOGÍA, CAUSALIDAD Y FINALIDAD
VIII. LA PROVIDENCIA CRISTIANA
XI. EL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO Y EL SOCRATISMO CRISTIANO
XII. EL CONOCIMIENTO DE LAS COSAS
XIII. EL INTELECTO Y SU OBJETO
XV. LIBRE ALBEDRÍO Y LIBERTAD CRISTIANA
XVI. LEY Y MORALIDAD CRISTIANA
XVII. INTENCIÓN, CONCIENCIA Y OBLIGACIÓN
XVIII. LA EDAD MEDIA Y LA NATURALEZA
XIX. LA EDAD MEDIA Y LA HISTORIA
XX. LA EDAD MEDIA Y LA FILOSOFÍA
Al señor JOHN LAIRD
Profesor de Filosofía en la
Universidad de Aberdeen
IIαρά Θεού IIερί Θεού υα Θείυ
Atenágoras, Legatio pro Christianis, VII
PREFACIO
LAS DIEZ LECCIONES QUE FORMAN este volumen han sido dictadas en la Universidad de Aberdeen, en las Gifford Lectures de 1932. Invitado a la tarea bastante difícil de definir el espíritu de la filosofía medieval, la he aceptado, sin embargo, pensando en la opinión muy difundida de que si bien la Edad Media tiene una literatura y un arte, no posee una filosofía propia. Tratar de desentrañar el espíritu de esa filosofía era ponerse en la obligación de presentar la prueba de su existencia, o reconocer que jamás existió. Al intentar definirla en su propia esencia, me vi llevado a presentarla como la “filosofía cristiana” por excelencia. Pero, llegado a este punto, la misma dificultad me esperaba en otro plano, pues si se ha podido negar la filosofía medieval como un hecho, se ha negado igualmente la posibilidad de una filosofía cristiana en cuanto idea. Sucede, pues, que las dos series de lecciones, de las cuales esta es la primera, concurren hacia esta conclusión: que la Edad Media ha producido, además de una literatura cristiana y un arte cristiano, lo que es harto sabido, una filosofía cristiana, que es lo que suele negársele. No se trata de sostener que esa filosofía la creó de la nada, así como no sacó de la nada su arte y su literatura. Tampoco se trata de pretender que no hubo en la Edad Media más filosofía que la cristiana, como no sería posible pretender que toda la literatura medieval es cristiana y todo el arte medieval, cristiano. La única cuestión que se trata de examinar es la de saber si la noción de filosofía cristiana tiene un sentido, y si la filosofía medieval, considerada en sus más calificados representantes, no sería precisamente su más adecuada expresión histórica. El espíritu de la filosofía medieval, tal como lo entendemos aquí, es, pues, el espíritu cristiano, penetrando la tradición griega, trabajándola desde adentro y haciéndole producir una visión del mundo, una Weltanschauung específicamente cristiana. Fueron menester templos griegos y basílicas romanas para que hubiese catedrales; sin embargo, sea cual sea la deuda de nuestros arquitectos medievales hacia sus predecesores, se diferencian de ellos. Y el espíritu nuevo que les permitió crear es quizá el mismo en que se inspiraron con ellos los filósofos de su tiempo. Para saber qué puede haber de cierto en esta hipótesis, el único método que se debe seguir es mostrar el pensamiento medieval en su estado naciente, en el punto preciso