Le consulté a muchos de mis clientes emprendedores qué creían que era emprender y estas fueron algunas de sus respuestas:
“…es cuestionarte todo, buscar respuestas, es frustración y aprendizaje, es sacar energía de la que ni sabías que tenías, es amar lo que hacés, aunque todo salga mal y seguir…”. |
“…es ir hacia adelante bancándote la incertidumbre, es apostar al pleno cuando tenés una única ficha en la ruleta”. |
”…emprender no es poesía ni verso, es lunfardo, es puteada. Y al final de cada día es satisfacción”. |
También hay quienes dicen que emprender no es más que la evolución del instinto de supervivencia. Y no podría estar más de acuerdo.
Cuando empezás a emprender no podés hablar de otra cosa, te volvés monotemático, a veces, insoportable para tu entorno NO emprendedor.
Es similar a cuando conocés a alguien que creés que es el amor de tu vida y todo el tiempo estás hablando de esa persona. Bueno, con tu emprendimiento es muy parecido. Te pasás muchas horas, días, hablando de lo mismo. Creo que por eso terminamos teniendo cada vez más amigos con emprendimientos, con pymes o empresas.
Creo que es un poco por la sinergia que se genera y otro poco porque (digamos todo) el resto de nuestros amigos ya no nos soporta.
Es lógico, nadie entiende cómo hace una semana te quejabas de tu jefe que te hacía salir diez minutos más tarde y hoy estás las 24 horas trabajando y sin chistar. No hay fin de semana, no hay feriado, siempre hay algo más para hacer, para mejorar. Pero ojo, no es de fanático, no es de workaholic, es de pasión, como ese hincha de algún club de fútbol que no puede hablar de otra cosa. Te convertiste en eso y casi no lo notaste.
Workaholic: dícese de la persona adicta al trabajo.
Por eso, para mí emprender es un estilo de vida. Y como todo estilo de vida tiene muchísimas cosas buenas y muchas otras que te hacen llorar 1000 veces. Por ejemplo Messi, eligió ser futbolista, pero de chico le dijeron que no iba a poder jugar porque tenía un problema de crecimiento, tuvo que luchar un montón y entrenar muy duro.
¿Qué hubiera pasado si él se hubiese quedado llorando porque no podía hacer lo que disfrutaba? Con la vida emprendedora suele pasar eso.
Yo arranqué a emprender desde muy chica, pero claro, antes no se llamaba así, eso era ser comerciante o busca. Yo creo que adoptamos el término emprendedor porque las palabras, antes mencionadas, tenían mala prensa.
Siempre que decidís tener tu propio negocio, es difícil. Hacerlo rentable, ni te cuento.
Pero, ¿sabés qué? El componente romántico de la vida emprendedora, es que, se supone, uno debería hacer solo lo que le gusta y ahí es donde yo me enojo mucho.
Emprenderás con el sudor de tu frente.
Claro que en mi caso, renunciar y dedicarme a vender accesorios para bebés era algo que disfrutaba y encima me permitía tener ingresos, pero en algún momento y por errores que cometí e iremos viendo con el paso de las páginas, eso dejó de ser así. Yo lo seguía disfrutando, pero ya no era rentable. Ya no podía vivir de lo que amaba.
Ser emprendedor es aprender a ponerle valor a tus horas, entender que hay un otro dispuesto a pagar por eso que vos ofrecés, es aprender de finanzas, de trámites, de proveedores, de programas de diseño y mil cosas más. ¿Y todo eso se disfruta, Lau? ¡Claro que no!... Y quien dice lo contrario, MIENTE. Todos los trabajos tienen cosas que no disfrutamos, la vida está llena de esos momentos.
Si la vida fuera perfecta, este libro no existiría.
Emprender entonces es, en parte, hacer lo que te gusta, pero abrazando aquello que detestás, porque te ayuda a cumplir tu meta. ¿Me gusta ir al banco? ¡NO! Lo detesto, pero tengo que hacerlo.
Emprender es que eso que amás y te lleva mil horas al día, te deje PLATA. Si eso no pasa, entonces es un hobbie. ¿Está mal? No, claro, quizás ya tenés otra fuente de ingreso que te permite vivir tranquilo y podés darte el lujo de hacer cosas solo por el placer de hacerlas.
Ser empresario también tiene mala prensa, en Argentina al menos, si decís empresario es casi como decir “soy ESTAFADOR”. Grandes empresas se siguen nombrando PYME, porque tienen un nivel más alto de ingresos que un emprendedor, pero bastante mejor reputación que una empresa.
ESTAR PYME, sin embargo, es eso… un estado, donde luego, dependiendo de tu equipo y de las buenas o malas decisiones que tomes, podrás seguir creciendo, quedarte ahí para siempre o FUNDIRTE.
Con un trabajo en relación de dependencia no creas que pasa algo muy distinto, podés ser un empleado en el mismo puesto siempre, podés crecer hasta llegar al puesto más alto o que te despidan a los 2 días, lo que sucede es que, en líneas generales, se supone que tener un recibo de sueldo y un horario fijo nos da cierta sensación de seguridad. En realidad es solo eso, una sensación, porque para el empleado la continuidad laboral está en manos de otro, día a día.
Creo que nos enseñaron de modo inconsciente quizás, que para ganar plata hay que SUFRIR. Es bíblico “lo ganarás con el sudor de tu frente”. Entonces, por contraposición, si disfrutás de lo que hacés no es un trabajo SERIO. Es más, para algunos ni siquiera será un trabajo.
Cuando yo renuncié a mi puesto SEGURO, para vender accesorios para bebés, muchos creían que estaba LOCA (igual sí, pero por otras razones), “¡Sos la jefa!” Me decían. “¡Es seguro…!”. “Tenés 21 días de vacaciones” y mil cosas más.
Es durísimo atravesar la mirada del otro, sus opiniones, sus mandatos, desaprender lo aprendido y animarse a sacarle las rueditas a la bicicleta.
Emprender es incertidumbre pura, es barajar y dar de nuevo mil veces, hasta que podés ganar una partida, que tampoco te asegura ganar el juego.
Y si de algo estoy convencida, amigos míos, es que para emprender hay que ser KAMIKAZE.
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Capítulo 2
Emprendedor, ¿se nace o se hace?
“El emprendimiento no es ni ciencia ni arte, es una práctica.”
Peter Drucker
Esta pregunta se la hacen muchos de los que aún no se animan a emprender, pensando que, quizás, a ellos no les vino ese ADN en su composición genética. También te la hacés cuando arrancás y todo sale mal, “¿será esto para mí?”, “¿será que yo no nací para emprender?” Claro que emprender no es para todo el mundo, eso sería casi tan absurdo como afirmar que a todo el mundo le gusta el chocolate. Pero pese a que me costó mucho entender cómo a alguien podría no gustarle algo tan rico, nació Genaro, mi sobrino, y me enseñó, que el chocolate no le gusta a todo el mundo, a él por ejemplo, no le gusta…
Entonces, emprender puede ser muy lindo, pero puede no ser para todos. Sin embargo, saber si uno nace o se hace emprendedor, es algo que a menudo nos preguntamos.
Yo nunca lo había hecho, hasta que hace unos años, estaba llegando a la primera charla que daría frente a emprendedores y unos minutos antes, sentí esa curiosidad. Antes de llegar al evento le envié un WhatsApp a mi amigo Carlos Luna, experto en emprendimiento e innovación: “Amigo… Emprendedor, ¿se nace o se hace?”. Y él me explico mucho de lo que voy a contarles.
La genética no determina la capacidad emprendedora, tampoco