Así fue como una mañana ví en la app que iban a enseñar cómo armar un modelo de negocios. Yo no tenía ni idea. Pensé que era una buena oportunidad para saber de qué se trataba. Fui. Tomé notas. Saqué fotos. Salí con la cabeza explotada. El capacitador nos había dado su mail por si teníamos preguntas. A los dos días le mandé este correo:
Para: Carlos
De: Laura
Carlos: estuve en la capacitación sobre modelo de negocios. Ya compré el libro que recomendaste. Lo estoy leyendo. Gracias por eso.
Quería saber si dabas asesorías personalizadas al respecto, ya que creo que es interesante, pero no voy a poder hacerlo sola.
Saludos
Laura
Carlos era empleado del co-working, había llegado de Venezuela hacía pocos meses. No esperaba ese mail. No tenía idea de cuánto cobraban ese servicio en Argentina. Se tomó unos días para responderme.
Empezamos a trabajar juntos, fue uno de mis pilares más importantes en el peor momento económico y emprendedor de mi vida.
Nos hicimos amigos. Empecé a invitarlo a dar charlas conmigo, algunas capacitaciones e, incluso, a escribir sobre cómo armar tu modelo de negocios en este libro.
Carlos fue y es muy importante en todo mi camino. Yo no tenía casi nada de dinero pero el que tenía lo invertía en escucharlo, él es Coach y además de, como ya les dije apenas más arriba, experto en Emprendimiento e Innovación.
¿Qué hubiese pasado si yo no hubiese ido a esa primera charla cuando lo conocí? ¿Y si no mandaba ese mail? Carlos ya no trabaja en esa compañía, ni yo tengo mi oficina ahí, pero seguimos compartiendo charlas increíbles y proyectos juntos. Los puntos siempre se conectan hacia atrás.
En uno de mis trabajos bajo relación de dependencia que más odie en mi vida, conocí a Gisela. No compartíamos puesto de trabajo, pero sí algunas pocas charlas laborales. Yo estuve 3 años y me fui. No la vi más desde 2012, pero nos teníamos en redes sociales. Así fue como en 2018 yo subí una historia a mi Instagram diciendo que sería muy divertido tener un programa de radio y ella me mandó un mensaje que decía “Hola Lau, tanto tiempo. Yo me recibí de locutora y tengo un programa de radio. Si querés podés venirte así charlamos y te sumás”. No dudé ni 10 minutos. Volvimos a vernos casi seis años después. Cuando dejamos el programa, ella decidió acompañarme en mis otros proyectos. Hoy es mi mano derecha y pieza fundamental en @nosepuedevivirdelikes. Fue mi peor trabajo o eso creía, pero de allí conservo grandes amigas como Gise.
Los puntos siempre se conectan hacia atrás.
Tengo miles, pero te comparto uno más y no jodo más.
En ese 2018, año nefasto donde todo iba mal pero yo seguía intentando. Decidí hacer la remake de un programa de tv de Argentina de los años 80, pero a través de vivos de Instagram que se iban a transmitir cada lunes. Jugaríamos, en vivo, con la audiencia que se llevaría premios de marcas increíbles. Yo seguiría sin ganar un peso pero iba a fidelizar a mi audiencia y por sobre todo a divertirme.
Gise era la encargada de ayudarme a buscar marcas que apoyen nuestro proyecto. Yo ya había conseguido varias pero ella le escribió a EN ORDEN, una pyme que vende cajas organizadoras de zapatos y que hacía, sin dudas, una fuerte apuesta al posicionamiento de marca en redes.
Agustina, su dueña, accedió. La invitamos a venir al programa, para que vea como era el formato. Dudó bastante pero, reacomodó su agenda y vino. Pegamos una buena onda impresionante en minutos. Ese día también estaba Meli, una de las dueñas de @ohmychalk que también apoyaban este proyecto. Nos divertimos tanto que organizamos para volver a vernos. De ahí en más planeamos juntas mil proyectos que quedaron en nada y otros tantos que aún hoy estamos disfrutando. Nos asociamos para la creación de la LOCADEMIA de @nosepuedevivirdelikes
donde grabamos cursos con muchísimo contenido de valor para vender a emprendedores de habla hispana, podcast de “Catarsis Emprendedora” y hasta estamos soñando con un espacio físico donde todos los emprendedores puedan ir a llenarse de herramientas y energía. Pero, por sobre todo, nos hicimos grandes amigas. Y en este libro, también te va a compartir herramientas para tu negocio, ya la vas a encontrar unas hojas más adelante.
¿Y si Gise no contactaba a la marca? ¿Y si Agus nos decía que no? ¿Y si nos decía que sí, pero mandaba el producto por mensajería y ella no iba a vernos?
Los puntos siempre se conectan hacia atrás.
Me rio para no rajarme un tiro.
Aaprendí, con terapia y esfuerzo, a reírme de las desgracias, no a disfrutarlas, sino a dejarlas ir. Por eso siempre ven que me rio de mi SUERTE, de la buena y de la mala, porque no es más que eso, un componente, un ingrediente, que como dijo mi papá con las llaves del auto, depende de qué lado lo mires, algo que fue una desgracia, puede transformarse en lo mejor que te paso en la VIDA.
Creo que todos pueden tener personalidad emprendedora, pero quizás no todos tengan ganas de serlo, por eso, cuando la gente me dice que no es emprendedora o creativa, creo que no están en lo cierto, porque pueden aprender a serlo, todo está en la motivación que tengan para eso. Y no hablo solo de emprender en algo propio, también se puede emprender siendo empleado, en tu puesto de trabajo. Y te voy a contar cómo esto último es posible.
Tuve muchos trabajos bajo relación de dependencia, algunos disfruté, otros no tanto. Trabajé en todos los formatos, formales e informales, que te puedas imaginar y supe disfrutar de la alegría de recibir un aguinaldo o vacaciones pagas. Pero desde mis 18 años, mientras cursaba el CBC de Psicología en la Universidad de Bs. As., supe que quería emprender.
En ese entonces, 2003, saliendo de una crisis económica tremenda en Argentina (siempre estamos entrando o saliendo de crisis, como en cualquier país de Latinoamérica) y aún siendo adolescente, me puse un local de ropa en la zona oeste. Ese fue el primer local, pero antes ya había emprendido vendiendo ropa, accesorios, etcétera.
Me crié en un barrio, en el conurbano de la provincia de Bs. As. y para cualquier cosa que quería hacer la gente me decía que “vivía lejos”, eso implicaba perder un montón de oportunidades de empleo y más. Por eso, cuando pude, me fui a vivir “más cerca”. Aunque no sabía bien más cerca de qué… pero me mudé al centro de la Ciudad de Buenos Aires.
Estuve allá algunos años, me encantaba. Pero volví a vivir “lejos”, porque iba a ser mamá y necesitaba volver a vivir lejos de la ciudad, pero cerca de mi familia.
Lo bueno fue que la vida me dio la oportunidad de trabajar como jefa de personal en una clínica privada, donde pude contratar a muchísimos empleados que vivían lejos o en asentamientos donde no entraba ni el médico laboral. Pero yo sabía lo que era vivir lejos. Entonces, cuando había que cubrir un puesto y tenía dos candidatos con iguales aptitudes y solo los diferenciaba la localidad donde vivían, yo elegía al que estaba lejos, al que tenía que viajar dos horas y tomar tres colectivos para llegar. Yo sentía que, de algún modo, estaba haciendo justicia por todas las veces que me perdí oportunidades, por todas las veces en las que la respuesta fue “estas sobrecalificada para el puesto, pero buscamos a alguien que viva cerca, en la zona”. Fueron tres años ocupando un puesto que suena más interesante de lo que era, pero me sirvió para conocer de adentro una pyme, para entender los problemas a los que te enfrentás cuando tenés alma de empresa, estructura de pyme y recursos de un emprendedor.
Yo era, entre otras cosas, jefa de personal. Porque cuando recién empecé, también iba al supermercado a comprar los alimentos para los pacientes, pagaba a proveedores, incorporaba mejora de procesos y todo lo que se les ocurra. Porque los dueños, a quienes casi no veía, confiaban en mi. El primer día fue una locura. Recuerdo que llegué unos minutos más