Por último, se hace un abordaje acerca de lo que resulta indispensable construir en la vida como anclaje protector del desamarre que conduce al pasaje al acto, sobre todo tratándose de una época de profunda crisis en el orden del deseo y el consecuente debilitamiento del entusiasmo. El anclaje de mayor consistencia sería una invención que para el ser hablante alcance el estatuto de un acto, “que muchas veces es el auténtico remedio contra la angustia como tal”. (14)
El último capítulo está dedicado precisamente a una reflexión sobre el acto psicoanalítico y el acto diferenciado de la acción, el acting-out y el pasaje al acto. Un acto es auténtico cuando trae consigo “una transformación del sujeto”, cuando implica una ruptura con eso que lo identificaba y “ya nunca vuelve a ser el que era antes”, pues el acto anula lo que el sujeto era antes, para enseguida refundarlo. Esto es posible porque después del acto hay un saber acerca del lugar que el objeto tiene para el sujeto.
El acto “supone siempre un franqueamiento, el sujeto no es el mismo antes y después”. (15) Mientras un adolescente no logre dar un paso en la vida, que al mismo tiempo que implique una transformación de lo que ha sido, también le permita refundarse desde su misma división, habrá menos posibilidades de evitar hacerse uno con el objeto, como sucede en el pasaje al acto. Es por esto por lo que comúnmente, para el adolescente, son los objetos más de goce producidos por el capitalismo de nuestro tiempo los que le sirven de posada útil para la destrucción, sobre todo en momentos en que hay “noche sin estrellas y cuando la luna está de parto […]”. (16)
1- Jacques Lacan, El Seminario, Libro 10, La angustia, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 336.
2- Ibid.
3- La letra a, con respecto a la angustia, define lo que sería su objeto no visible. Si bien la angustia es causa, no es sin objeto; pero este objeto es la Cosa más profunda y sin sentido que sirve de vehículo a su desarrollo paralizador del cuerpo y del espíritu. El momento de la aparición de este objeto se expresa por el hecho de que el sujeto se ve confrontado tan radicalmente, que al quedar sin defensas, cede eso que lo sostiene y de lo que depende, porque ha pasado a formar parte de sí, al punto que se doblega a la situación y experimenta un profundo desamparo.
4- Lacan, La angustia, op. cit., p. 337.
5- Ibid., p. 336.
6- Ibid., p. 341.
7- El Otro ha de entenderse como un lugar desde el cual se cumple una función simbólica que anuda y regula. Este lugar, como lo veremos a lo largo de este libro, aparece profundamente agujereado y debilitado en el pasaje al acto suicida, en la urgencia y en todos aquellos casos en los que el sujeto se siente desorientado y sin brújula. El Otro simbólico es un lugar de anclaje que en la actualidad funciona muy deficientemente, por ejemplo, para niños, adolescentes y jóvenes, que suelen verse desbordados por el goce autodestructivo; de ahí que ya no sea más lo que era.
8- Ibid., p. 339.
9- Ibid., p. 338.
10- Ibid., p. 342.
11- Ibid., p. 337.
12- Ibid.
13- Las entrevistas, tanto individuales como grupales, fueron llevadas a cabo por Ana María Arcila y Jennifer Roxana Pérez.
14- Manuel Fernández Blanco, “Lo imposible de reconocer en el Otro”, en: La angustia en Freud y en Lacan: cuerpo, significante y afecto. Seminario de Orientación Lacaniana de Bogotá, Bogotá, Nueva Escuela Lacaniana de Bogotá, 2010, pp. 37-59.
15- Ibid., p. 58.
16- Expresión de Oscar Wilde en Richard Ellmann, “Oscar Wilde en Oxford”, en: Cuatro dublineses. Oscar Wilde, William Butler Yeats, James Joyce, Samuel Beckett, Bogotá, Tusquets, 1990, p. 51.
Pasaje al acto, acting-out, acto y subjetividad. Aproximaciones preliminares
Tanto el pasaje al acto, que no siempre es suicida, como el acto de suicidarse y el acting-out son el desenlace de un conflicto psíquico, o de un estado pasional, por ejemplo, la cólera, y también lo son aquellos daños que las mismas personas suelen infligirse como forma singular de dirigirse al Otro. El pasaje al acto no sería una manera de dirigirse al Otro, sino de hacerse uno con el otro especular, fundiéndose así con él.
Jacques Lacan se refiere al acting-out desde el Seminario 1; lo considera una acción que siempre se presenta en un contexto de palabra y, por ende, transferencial.
Se califica como acting-out cualquier cosa que ocurra en el tratamiento. Y no sin razón. Si muchos sujetos se precipitan durante el análisis a realizar múltiples y variadas acciones eróticas, como, por ejemplo, casarse, evidentemente es por acting-out. Si actúan lo hacen dirigiéndose a su analista. (1)
Recomienda entonces hacer un análisis tanto del acting-out como de la transferencia, “es decir, encontrar en un acto su sentido de palabra”. (2)
Sigmund Freud, por su parte, nos presenta una acción que ocurre por fuera de un análisis, pero no de la palabra ni de la transferencia. Se trata de su hijo de 11 años, de quien afirma tenía un temperamento vivaz y por ello era común que opusiera “dificultades al cuidado que se le debe dispensar cuando enferma, […]”. (3) Así, ante la sugerencia de “guardar cama durante la mañana, tuvo cierto día un ataque de cólera […] y amenazó con suicidarse, posibilidad de la cual tenía noticia por los periódicos”. (4)
Llegada la noche, el chico le mostró a Freud “un moretón que el choque con un picaporte le había producido en un costado del pecho”. (5) La pregunta irónica que Freud acostumbraba hacerles a sus pacientes en casos semejantes y que no se abstuvo de dirigir a su hijo, era la siguiente: “por qué lo hizo y que buscaba con ello”. A esta pregunta, que sin duda es una interpretación anticipada, el joven respondió, “como por súbita iluminación: fue mi intento de suicidio con el que amenace hoy temprano”. (6)
La respuesta del chico dada al padre sin duda fue iluminada, pues con su acción semideliberada nos anticipa, como lo vemos más adelante, la definición que nos da Lacan del acting-out: que “es el esbozo de la transferencia”; (7) en este caso, del hijo con el padre, pues en ello hay una provocación o una mezcla de venganza y de advertencia dirigida a la familia, en relación con lo que podría ser capaz de hacer si fuese contrariado. Desde este momento, Freud nos da a entender que el acting-out es interpretable, mientras que la transferencia puede llegar a establecerse o a ser causada, como sucede con el hijo de Freud, sin que sea necesario estar en análisis.
El acting-out, como lo ampliamos más adelante, es solidario del síntoma como formación