El Libro De Los Valores. Yael Eylat-Tanaka. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Yael Eylat-Tanaka
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9788835422310
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que los asesinatos que cometieran se moderaran a través de la sabiduría y nunca fueran el resultado de la ira. Los principios del bushido debían practicarse a diario a través del estudio y la meditación. El autor William Scott Wilson dice en su libro "Ideals of the Samurai: Writings of Japanese Warriors" (Kodansha, 1982), «Si un hombre no profundiza en el bushido a diario, será difícil para él llegar a tener una muerte valerosa y varonil. Por tanto, es esencial que uno se grabe bien en la mente la idea de ser un guerrero».

      Kato, un fiero guerrero, expresó algo similar: «Uno debe esforzarse bastante para aprender. Se debe de leer libros que traten asuntos militares y dirigir la atención de forma exclusiva hacia las virtudes de la lealtad y la piedad filial... Habiendo nacido en la casa de un guerrero, uno debe tener la intención de asir la espada larga y la corta y morir».

      El código del samurái se distinguía por sus ocho principios o virtudes: rectitud, valor, benevolencia, respeto, honestidad, honor, lealtad, piedad filial, sabiduría y cuidado de las personas mayores. Dichas virtudes se describen muy bien en la Biblia, y siguen estando vigentes aún en nuestros días.

       «Nunca derribes una cerca hasta que sepas por qué se puso allí». ~ Robert Frost

      Enseñamos a nuestros hijos a mirar a ambos lados antes de cruzar la calle: eso es la cautela. Sin embargo, ¿qué debemos hacer al conocer a alguien que podría ser nuestra futura pareja? ¿actuamos con cautela? ¿nos mantenemos alertas para detectar alguna bandera roja? ¿o nos aventamos sin pensarlo mucho? Cuando nos embarcamos en una nueva aventura, ¿analizamos nuestra motivación y los posibles beneficios y riesgos de la situación? No podemos protegernos de todas las circunstancias imponderables. Si pudiéramos hacerlo no saldríamos de la cama, sin embargo, para evitar posibles catástrofes debemos investigar y prestar atención con serenidad.

      «Los siete pecados capitales:

      riqueza sin trabajo,

      placer sin consciencia,

      ciencia sin humanidad,

      conocimiento sin carácter,

      política sin principios,

      comercio sin moralidad,

      adoración sin sacrificio».

      ~Mahatma Gandhi

      Gandhi fue un hombre sabio, personificaba con brevedad el significado de lo que es tener carácter. El tener riqueza sin trabajo no invalida el carácter necesariamente, más bien es lo que se hace con dicha riqueza lo que nos indica el carácter de una persona: si la riqueza da como resultado una vida de despilfarro y placer sin consciencia, entonces sabremos que está ausente. Tristemente, una persona así no valorará la necesidad de cultivar el carácter. Aquí es en donde la cautela puede ayudarnos. Si uno conociera a alguien que podría ser nuestra futura pareja, ¿veríamos a su riqueza como un punto a su favor? Habría que mirar más profundamente.

      «Tener una mentalidad carnal es estar muerto espiritualmente» ~David O. McKay

      El sexo nos rodea, de hecho es parte de la vida. Sin embargo, los medios de información exaltan al sexo como si el acto en sí mismo fuera una sensación o una actividad inusual. Se nos bombardea con imágenes y escenas de actividades orgiásticas como si los directores de cine lo hubieran inventado en Hollywood. ¿Será que nos están tratando de convencer de algo? ¿Tal vez de que el sexo es divertido, deseable, indispensable o inevitable? La sexualidad es algo natural, y el placer que conlleva también lo es. La castidad es una actividad sexual selectiva y exigente. Considera esto: todos los animales se involucran en actividades sexuales sin tener la menor preocupación o consideración por sus parejas. Es solo un imperativo de reproducción. Sin embargo, para los humanos, el meterse en la cama con alguien solo para obtener un placer momentáneo es un acto vil e innoble. Las emociones se enardecen durante el acto sexual; las vidas cambian con el sexo; hay reinos que se han perdido por esta causa. Con esto no estoy haciendo un llamado al celibato, sino invitando a respetar con sobriedad a uno mismo, a su pareja, y por extensión, a toda la sociedad.

      «Un ser humano es parte del todo que llamamos universo, una parte limitada en tiempo y espacio. Se experimenta a sí mismo, a sus pensamientos y sentimientos como si estuvieran separados del resto, como una especie de ilusión óptica de su consciencia. Dicha ilusión es para nosotros un tipo de prisión que nos restringe al ámbito de nuestros deseos personales y al afecto que sentimos por algunas personas cercanas. Nuestra tarea debe ser entonces liberarnos de dicha prisión, ampliando nuestro círculo de compasión y abarcar a todos los seres vivos, así como a la naturaleza en todo su esplendor». ~Albert Einstein

      Cuando somos compasivos podemos sentir el dolor y el placer de alguien más. No importa si los demás son refugiados pobres y sin hogar o ricos y famosos, no estamos separados de ellos. Todos somos uno.

      Esta es la idea filosófica del altruismo; es un llamado para que nos demos cuenta de que poseemos emociones que nos ayudan a reconocer el dolor en los demás y desear ser de ayuda. Esa emoción enraizada en nosotros es un medio de asegurar la cooperación y la continuidad de nuestra especie.

      «Hasta que uno no se compromete, hay vacilación, la oportunidad de retirarse, siempre la inefectividad. Existe una verdad elemental en todo acto de iniciativa (y creación), cuyo desconocimiento elimina innumerables ideas y planes espléndidos: en el momento en que uno se compromete en definitiva la providencia lo hace también. Es entonces que ocurren todo tipo de cosas para ayudarnos, las cuales no hubieran ocurrido en otras condiciones. Una serie de eventos emerge de nuestra decisión, poniendo a nuestro favor incontables incidentes, encuentros y ayuda material, los cuales nadie hubiera pensado que podrían llegar de tal forma. Todo lo que puedas soñar lo puedes hacer, comienza a hacerlo. La audacia conlleva genialidad, poder y magia. Empieza ahora».

       ~ William Hutchison-Murray

      En el diccionario encontramos la definición de compromiso como garantía o promesa; obligación. Una definición más profunda es comprometerse, mantener la palabra, involucrarse (en una causa o una relación), comportarse con integridad.

      Cada una de las palabras anteriores tiene mucho significado, pero la connotación más directa del compromiso es mantener nuestra palabra, cumplir las promesas hechas. El compromiso se encarna en la Regla de Oro. Muy pocas personas que dicen profesar una fe religiosa profunda la siguen. Hacer a los otros lo que nos gustaría que nos hicieran es un reflejo directo del intento que hacemos por mantener relaciones armoniosas con los demás. Esto se logra haciendo cosas sencillas, como por ejemplo, llegar a tiempo a una cita, y no ver a las invitaciones como algo de poca importancia. Sal un poco de tu zona de confort; actúa con empatía hacia tu anfitrión, y por extensión, a tus semejantes. Imagínate cómo te sentirías, por ejemplo, si hubieras preparado una comida para 20 invitados y solo llegaran tres. El compromiso es una promesa – para los demás y para ti mismo. Es un contrato con los demás y contigo mismo para cumplir tu palabra, sin poner excusas. Así es como se establece la confianza.

      ¿Y qué hay del compromiso para completar una tarea difícil, como el recibir educación superior por largos años o cuidar a un hijo discapacitado? Tu compromiso con la causa es tu determinación de seguir avanzando sin importar lo que pueda ocurrir. Es dedicación y constancia a pesar de las dificultades.

      El compromiso también puede requerir otro tipo de habilidades no esperadas. Como se indica en la cita inicial, pareciera que una vez que nos comprometemos con un plan de acción específico, el universo converge para ofrecernos respuestas y soluciones a lo que podamos enfrentar. Recibimos ayuda de diferentes direcciones y generalmente de maneras totalmente inesperadas.

      Haz