Generalmente nos recomendarán que, si somos actores o directores, veamos mucho teatro, cine... Que si somos escritores, leamos y escribamos mucho. Sí, debemos hacerlo, pero no cómo un simple espectador o lector. No como un turista que visita las pirámides.
Debemos aprender a detectar lo que se esconde detrás de las palabras y de las imágenes. Por ejemplo, cuando Guillermo del Toro dice sobre el director David Lynch «que usa las frecuencias bajas, que a nuestro cerebro reptiliano le recuerdan a un volcán, para darnos miedo». ¿Crees que surge de una ocurrencia o de una observación superficial o de que ha mirado la obra de Lynch como un ‘turista’? No, ¿verdad?
Muchos actores, al ver determinada película, piensan que, si le hubieran dado el mismo personaje y hubieran sido dirigidos por el mismo director, habrían creado un personaje igual que el que observaron en la pantalla. Están viendo la película como ‘turistas’. Están infravalorando el valor del actor en cuestión, de ellos mismos y de los actores en general. Los actores que crearon ciertos personajes que admiramos no partieron de lo que nosotros vemos en la pantalla. En la pantalla observamos la ‘pirámide’. Como actor debes ser capaz de ver y entender la forma en que la construyeron. Esto es, debes ser capaz de percibir las decisiones creativas que tomaron, que matizan al personaje y, por lo tanto, la historia.
Como actores debemos ver mucho más allá de lo que los espectadores perciben. Por ejemplo, es común que un espectador diga que, en determinada obra, película o serie, un actor no estuvo bien, o que le gustaron más otros actores. En realidad, lo más probable es que se esté refiriendo a la ‘función del personaje’, no al actor. ¿Qué quiero decir con esto? Que los personajes que tengan más presencia y un rol más trascendente en la historia serán los que más le gustarán, porque estarán más desarrollados y los conocerá mejor. Es decir, el protagonista generalmente será el personaje que más le gustará, ya que como espectadores nos convertimos en el protagonista. Después le gustará los aliados del protagonista, porque ayudarán a este a conseguir su deseo, y todos queremos tener personas que nos ayuden en nuestra propia vida. Después serán aquellos personajes que se opongan al deseo del protagonista. Y, por último, los personajes cuya presencia sirvan de complemento a la historia, como los personajes de subtramas.
Lamentablemente hay muchos actores y directores que ven con los ojos de un espectador y confunden el rol y la presencia de los personajes con que un actor haya estado bien o no. Cuando las circunstancias son más adversas es cuando se puede apreciar mejor la maestría profesional de los actores, ya que supone un reto mayor conseguir crear un personaje que no pase desapercibido.
Es evidente que gran parte de la posibilidad de crear un personaje inolvidable recaerá en la presencia que tenga dentro de la historia. A menor presencia, mayor dificultad. Pero siempre podrás encontrar algo que lo haga memorable, quizás no para el espectador, pero sí para ti mismo y para los profesionales que conocen nuestra profesión.
Generalmente las personas no son conscientes de sí mismas, pero como actores debemos desarrollar la capacidad de detectar la ‘naturaleza íntima’ de cada persona o personaje que observemos. En primer lugar, debes aprender a observarte a ti mismo. En ti encontrarás a tu mejor maestro —por esto es tan importante que realices los ejercicios que te propongo—. En segundo lugar, debes aprender a observar a quienes te cruzas, e intentar entender qué hace que se comporten, reaccionen, sientan y piensen así. Aunque no aciertes, no importa. Lo que importa es que desarrolles esa curiosidad y encuentres tus respuestas.
Por otra parte, tu carrera dependerá de las historias que cuentes, por lo que debes aprender a detectar cómo se construyen las historias y los personajes. Para ello debemos distinguir dos situaciones: cuando observamos al personaje que otro actor creó, y cuando ‘observamos’ un guion. En el guion están todas las posibilidades, todas las ‘pirámides’ diferentes que se podrían crear con los materiales que nos proporciona el mismo. En el personaje creado están las decisiones creativas del actor en cuestión. En el personaje está la ‘pirámide’ que creó determinado actor. En un primer momento no se trata de juzgar si esas decisiones creativas las consideramos o no brillantes, se trata más bien de ser capaces de percibirlas.
Anteriormente te sugerí analizar a los actores, películas y personajes que te enamoran. Asimismo, deberías fijarte en los actores y películas que quizás no admires, pero que estén entre los preferidos del público. Son muchos los actores que nunca recibirán un premio serio como actores, pero sus películas tienen un gran éxito de taquilla. Por ejemplo, Dwayne Johnson no es considerado un ‘gran actor’, pero ha llegado a ser el segundo actor mejor pagado porque sus películas están entre las más vistas, y esto solo puede ser debido a las historias que cuenta y a la forma en que construye a sus personajes, y a las características que les imprime —aunque suelan ser las mismas—. Sus películas conectan con los espectadores. Así que comienza por preguntarte, ¿de dónde surge su éxito?
Cualquier actor que haya construido una carrera sólida es digno de admiración, sin importar si te gusta o no. El gusto es algo subjetivo. Que hayan sido capaces de construir una carrera sólida es un hecho objetivo. Por esto te recomiendo que aprendas de aquellos actores que superan la prueba del tiempo, aunque la crítica no los considere grandes, o no protagonicen las historias. Hay muchos actores que se han forjado una gran carrera profesional interpretando personajes ‘secundarios’.
Ahora bien, no se trata de copiar a nadie, sino de aprender a ver, a detectar y, quizás, encontrar algo que te sirva de inspiración y puedas incorporar a alguno de tus personajes.
Decía Pablo Picasso: «Los artistas copian, los genios roban».
Cuando encuentres algo de otros profesionales que te sorprenda, te enamore o te inspire, no debes limitarte a copiarlo, sino que debes hacerlo tuyo. Filtrarlo a través de tu ser, dando lugar a algo nuevo
EL TRABAJO DEL ACTOR
El actor debe dar vida a un personaje para contar una determinada historia.
Por lo tanto, el trabajo de un actor es narrar
Durante los cursos suelo preguntar a los asistentes cuál es la herramienta de trabajo distintiva de los actores. Generalmente recibo la misma respuesta: su “instrumento”. Es decir, el cuerpo, la voz, la mente, las emociones, la intuición, etc. Todo lo anterior es cierto, prácticamente igual de cierto que para cualquier otro trabajo.
En nuestra profesión, la herramienta ‘distintiva’ de la que disponemos los actores es el guion.
Anthony Hopkins, actor aclamado mundialmente, dice sobre la actuación: «Actuar es un proceso de relajación. Conocer el texto en profundidad y confiar en que tu instinto, tu subconsciente o como quieras llamarlo, se hará cargo». Si analizamos esta afirmación se comprende que la clave radica en “estar relajado”. Y que esa relajación la conseguimos conociendo el texto en profundidad. De ahí surge la confianza de que nuestro instinto se hará cargo.
Tiene su lógica. Si fuera a hacer un examen y conociera el texto en profundidad, no solo estaría relajado, sino deseando poner a prueba mis conocimientos. Si, por el contrario, no hubiera estudiado lo suficiente, estaría tenso, nervioso e inseguro, esperando que cayeran las preguntas para las que sí tengo respuesta. O, en el peor de los casos, si no hubiera estudiado nada de nada, no tendría nada que perder. Simplemente firmaría en blanco la hoja de mi examen o respondería ocurrencias con la intención de caerle simpático al maestro en cuestión —lo que algunos actores hacen en los castings, intentando caerle simpático al director—.
¿Qué significa conocer el texto en profundidad para Anthony Hopkins? En una entrevista revela que llega a leer el guion en el que está trabajando unas doscientas cincuenta veces. Esa es una gran pista. Si alguien de su talento, trayectoria y experiencia trabaja con esa dedicación, ¿qué deberíamos hacer nosotros? Por cierto, nótese que no dice que lee las líneas de su personaje doscientas cincuenta veces. No. Lo que lee es el texto completo. Ya comentamos que un guion es una gran maquinaria en la que cada pieza complementa y da sentido al resto, de ahí la importancia de leer el guion completo, y no limitarte a leer exclusivamente las líneas