EL OBJETO SIMBÓLICO
CONSTRUYE TU CARRERA PROFESIONAL
CONSIDERACIONES FINALES
En el casting
En el llamado
En la grabación
Prefacio
LAS ‘HISTORIAS’ SON UN ELEMENTO clave de la comunicación humana y, por ello, de la civilización, pues nos instruyen sobre qué es un “ser humano” y tantas otras grandes cuestiones que nos inquietan. Por este motivo encontramos historias en todas las épocas y en todas las sociedades, ya sea en textos religiosos, mitos, leyendas, cuentos, novelas, obras de teatro o películas.
¿Qué provoca que algunas historias sobresalgan? Son muchas las circunstancias diferentes que podemos encontrar, pero el motivo siempre tiene que ver con los personajes, ya que, como espectadores o lectores, experimentamos las historias a través de los ojos de esos personajes. Por este motivo, el éxito de la carrera de un actor, escritor o director dependerá de que consiga crear personajes que enamoren y fascinen. Personajes que permanezcan en la memoria de los espectadores.
A lo largo de estas páginas responderemos a esa pregunta desde la perspectiva del trabajo del actor, ya que él es el ‘vehículo’ final desde el que los personajes se materializan y expresan.
Son muchos los autores que se han dedicado a escribir sobre la actuación. Hay infinidad de métodos y puntos de vista sobre el proceso de dar vida a un personaje. Este libro no trata de enseñarte un método de actuación porque, en mi opinión, cada profesional desarrolla el suyo propio según avanza en su carrera, incorporando únicamente aquello que le funciona y se adapta a su personalidad, y desechando aquello que no. Además, es muy fácil observar que no hay un método único que sea el que funcione. A diferentes actores les funcionan métodos diferentes, y un mismo método será entendido de forma diferente por distintas personas. Como muestra de esto, piensa en los diferentes “métodos” que maestros como Lee Strasberg o Stella Adler desarrollaron basándose en el trabajo de Stanislavski, y en las diferentes escuelas que crearon.
Muchos de los actores que admiras siguen diversos métodos. Otros siguen esos mismos métodos... pero no despiertan tu admiración. «Creo que cada uno encuentra su propio camino —dice Meryl Streep—, y tiene sus propias reglas. Tienes tu propio entendimiento de ti mismo, y eso es con lo que vas a contar. Al final, eso es lo que te hace sentir bien. No es lo que te dijo tu madre. No es lo que te dijo una actriz. No es lo que nadie más te dijo, sino la voz interior, suave y apacible».
Ahora bien, sí hay un elemento común en los actores que admiramos: todos ellos son verdaderos artistas creadores de sus personajes.
Entonces, ¿dónde está la diferencia? En el proceso de creación del personaje. Y de eso trata este libro.
Decía Marlon Brando: «Todos somos actores, todos actuamos en nuestro día a día», lo cual es cierto y además nos sale perfecto. Pero es que representamos a un personaje que hemos creado a lo largo de toda nuestra vida, un personaje al que conocemos perfectamente. Por eso nos interpretamos de forma magistral.
La diferencia estriba en que los actores profesionales interpretamos a personajes que en un principio son completamente desconocidos y ajenos a nosotros.
Es común encontrar actores que, en una primera lectura del guion, dan intención al texto como si ya supieran cómo se expresa, se comporta y piensa ese completo desconocido. Me parece muy arriesgado pretender comprender a un completo desconocido desde la primera impresión. Lo previsible será que nos quedemos en la superficie, en el cliché. Y el cliché, en la mayoría de los casos, es algo de lo que un actor debería huir.
La cualidad más importante que debe tener cualquier profesional es la seguridad en lo que está haciendo. Esta seguridad surge del trabajo de preparación.
Cuando trabajamos superficialmente, centrándonos en memorizar los diálogos de nuestro personaje, tratamos de ser el personaje creado por el guionista. Esto origina que nos sintamos inseguros por intentar ser alguien ajeno a nosotros. En cambio, cuando creamos a nuestro personaje, con el material que el guionista nos proporcionó, pero llevándole un paso más allá, el resultado es muy diferente.
La labor de un artista es ser inconformista y trabajar con rigor y profundidad para alcanzar las sutilezas de una gran creación
Distingo dos fases bien diferenciadas del proceso del trabajo de un actor; la fase de creación del personaje y una segunda en la que permitimos que el personaje se exprese en la obra, película o serie en cuestión.
El problema suele ser que pasamos por la primera demasiado rápido, como si nos incomodara. Estamos como locos por subirnos al escenario, y lo que mostramos al público es al actor, y no el personaje. Vemos al actor actuando, y no a un personaje siendo. Esto se observa con mayor frecuencia en el teatro, al no tener la posibilidad de repetir la toma y no estar limitados a lo que el director nos muestra a través de la cámara y por medio del montaje y la edición. «Mi preparación —dice Michael Fassbender— siempre es igual, sin importar si se trata de una película independiente o una de estudio. Hago mucho trabajo de mesa, para estar bien preparado cuando llego al set. Es importante llegar bien preparado para sentirte libre para explorar y divertirte».
El trabajo de preparación incluye el trabajo de mesa y el de campo. Este último lo realizamos fuera de nuestra casa para informarnos sobre algún aspecto de la historia o de nuestro personaje. Buscando inspiración que nos ayude a crearlo, como, por ejemplo, mediante una entrevista a un determinado profesional, aprendiendo a montar a caballo, esgrima, etc.
En la fase de la creación del personaje reside la clave de la profundidad que alcanzaremos con nuestro trabajo. Esta fase, a su vez, tiene dos aspectos fundamentales; uno de análisis de las circunstancias dadas y otro posterior en el que creamos aquello que no está en el texto, pero usando este como rumbo a seguir.
Este libro compila las enseñanzas que me hubiera gustado recibir cuando empecé. Solo pretendo darte las herramientas para crear personajes que impulsen tu carrera, o tu afición. Te servirá si eres actor, director, escritor, productor o, simplemente, un enamorado de este maravilloso oficio de contar historias.
Para sacar el máximo provecho a este libro te recomiendo que veas las películas Casablanca (Michael Curtiz, 1942), American Beauty (Sam Mendes, 1999), El lado bueno de las cosas (David O. Russel, 2012), El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972), Medianoche en París (Woody Allen, 2011), y Los juegos del hambre (Gary Ross, 2012), ya que las utilizo como ejemplos. Es importante que veas las versiones originales —subtituladas, si lo necesitas—, no las dobladas. Cuando vemos la versión doblada de una película, percibimos la fusión del trabajo del actor con la del actor de doblaje.
También te propondré una serie de ejercicios. No son exámenes en los que se te pone a prueba, sino que están diseñados para que vayas desarrollando la habilidad de ver con los ojos de un actor. Ahora bien, no entiendas mis respuestas a los ejercicios como correctas, y las tuyas, si son diferentes, como incorrectas. No hay una respuesta correcta, depende de la percepción, del entrenamiento, de la experiencia y de la sensibilidad de cada quién. Expongo mis conclusiones para que tengas otra visión que puedas usar como marco de referencia en el que entender las tuyas. Es muy importante que escribas tus respuestas. Al hacerlo, convertimos en material el mundo abstracto de las ideas, impresiones y pensamientos.
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