De playboy a padre
CATHERINE MANN
Prólogo
Nueva York, cuatro meses antes
Lauren Presley no entendía cómo un hombre podía estar tan dentro de ella y al mismo tiempo tan distante. Pero así era. El hombre medio desnudo que acababa de penetrarla en el sofá del despacho hacía rato que había abandonado emocionalmente su cuerpo. Y ella terminaría por echarlo en cuanto recuperase el aliento.
El cuero del sofá turquesa se pegaba a sus pantorrillas a través de las medias, empapadas de sudor por el frenético arrebato pasional. Al menos había acabado la jornada laboral y su estudio de diseño gráfico estaba desierto.
Todo parecía desordenado e inconexo, como en un cuadro de Dalí. No podía culpar a Jason por lamentarse de lo ocurrido, ya que ella también empezaba a arrepentirse por lo rápido que sus bragas habían acabado en el suelo y su vestido subido hasta la cintura. Jason Reagert era un colega del trabajo con quien mantenía una buena relación laboral, pero esa sólida alianza tal vez acababa de irse a pique. Lo único que podía hacer era superar cuanto antes aquellos embarazosos momentos postcoitales, y a ser posible con su orgullo intacto.
Un débil zumbido rompió el silencio de la oficina.
–Los pantalones te están vibrando –observó Lauren.
Jason se arqueó hacia atrás y enarcó una ceja.
–¿Cómo?
Ella le puso la mano en la cadera, junto a su BlackBerry.
–Está zumbando.
–Maldita sea –masculló él, apartándose bruscamente de ella. Sus zapatos Testoni resonaron contra el maltratado parqué mientras se sentaba y agarraba el aparato–. Qué inoportuno…
Lauren evitó su mirada mientras se incorporaba y se ajustaba el negro vestido de seda. Las bragas tendrían que esperar. Empujó con el pie la prenda de satén negro bajo el sofá.
–Tu conversación íntima deja mucho que desear.
–Lo siento –el