Racing. Jorge Vazquez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jorge Vazquez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Зарубежная психология
Год издания: 0
isbn: 9789507547126
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en condiciones de decir: “yo soy… lindo”.

      Aquí están los tres registros que Lacan introduce en su obra, para hacer referencia a cómo está estructurado el aparato psíquico: lo simbólico (las palabras de la madre), lo imaginario (la identificación con la imagen especular) y lo real. Esas palabras de la madre representan lo simbólico en el niño. Previo a la constitución del “Yo”, el cachorro humano no tiene idea si la teta de la madre es parte de él o no. En este momento, señalado como el estadio del espejo, se produce ese nuevo acto psíquico que da lugar a la constitución del “Yo”, la noción del propio cuerpo y por consiguiente de ese límite. Un borde que permitiría separar un adentro de un afuera. Lo que pertenece al interior y lo que pertenece al exterior. El “Yo” otorga esa percepción de unidad. Por lo tanto, esas palabras de la madre (lo simbólico), al intervenir en esa construcción de unidad de cuerpo, que es el “Yo” (lo imaginario), terceriza, separa, traza un límite, entre el cachorro humano y la teta (lo real). Entonces, lo simbólico representa esa terceridad que es invisible, debido a que no es imagen, porque lo simbólico media, o más bien terceriza, en esa relación dual, imaginaria, especular, entre el “Yo” y la realidad exterior, o entre el “Yo” y el otro. Es otra dimensión, la dimensión de lo simbólico. No pertenece al registro imaginario, está fuera de escena.

      La interpretación de la teoría de los dos demonios que se instalará en las guerras venideras está soportada en la simbolización, que señala que las dos partes son demonios.

      Los continuos enfrentamientos entre los conservadores y los demandantes, entre lo conservador y la demanda y sus permanentes resultados, nos hace pensar que no hay dique que impida filtrar la energía de las pasiones. Debido a lo cual observaremos en este recorrido histórico de más de 100 años que la sociedad atravesará muchos momentos muy críticos, sin interrumpir el entretenimiento. El fútbol es ejemplo de esto, que nunca se detuvo. Salvo los mundiales de 1942 y 1946, suspendidos por la Segunda Guerra Mundial.

      Entonces por esta vía, en el año 1915, la Academia continuaría construyéndose como referente del fútbol argentino.

      Luego de repetir el título por primera vez, el próximo escenario, en 1915, se presentaba con nuevas dificultades, debido a que debería enfrentarse a una cantidad mayor de equipos. Es decir, retornaban los torneos largos. Esta modificación resulta de la reunión de las asociaciones, que se habían dividido unos años antes. Situación por la cual se juntaban todos los clubes de ambas ligas a competir en un solo torneo largo. La Academia se midió en 24 encuentros, con 22 triunfos y 2 empates. Invicto nuevamente. Cosechó la misma cantidad de puntos que el CASI de San Isidro, por lo que tuvieron que disputar una final, en la cual en Avellaneda se vuelve a festejar, dado que su equipo vuelve a salir victorioso, coronando el tricampeonato.

      Los éxitos en lo futbolístico de los criollos trae aparejado el crecimiento de la institución. La masa societaria se incrementaba sin pausa. Los dirigentes compraron el lote y construyeron la sede social de Av. Mitre al 900. También compraron terrenos aledaños al estadio para que tuvieran espacio para trabajar las inferiores y pudieran disfrutarlo los socios. Se agregaban más actividades y deportes de competencia a los ya existentes (donde también se destacaban representando al club). Por ejemplo, ese año inauguraban canchas de tenis y de pelota paleta para los socios.

      Para el año 1916, renuevan expectativas con algunos cambios, ya que promueven a cuatro jugadores de las inferiores, proporcionándole al conjunto mayor oxígeno, energía y sangre joven. Los muchachos salen a la cancha y los espectadores y seguidores no solo actualizaban las ilusiones, sino también las dudas y los temores. El plantel no era el mismo. Había sufrido modificaciones. Se me ocurre que esto de “Si no se sufre, no es Racing” quizás se pueda historizar también. A lo mejor en un próximo trabajo, hagamos algo relacionado con la historia posible de algunas frases hechas, heredadas, que dejan marcas, que anclan en un lugar y del cual resulta muy difícil salir. Un lugar tópico, como el de referencia, “Si no se sufre, no es Racing”. Lugar, o marca, sobre el que se termina produciendo una fijación por identificación y lugar al que resulta difícil renunciar. Por lo tanto y por desplazamiento se convierte en “Para ser de Racing, hay que sufrir”. Sin embargo, existen alternativas. El mundo Racing ha atravesado ese espacio del cual es muy complejo salir. Costó mucho, pero no por suerte, sino más bien con trabajo y esfuerzo logró revertir. Volviendo al fútbol, en esta oportunidad el conjunto de Avellaneda no logra finalizar invicto. Es derrotado un par de veces. Sin embargo, sale campeón nuevamente y logra obtener el título por cuarta vez consecutiva, como regalo de Navidad, el día 24 de diciembre del año 1916.

      Un par de meses antes, para mediados de octubre había asumido como presidente radical Hipólito Yrigoyen, electo democráticamente y debutante en la aplicación de la Ley 8871, más conocida como Ley Sáenz Peña. Como fue dicho anteriormente, entrando en la segunda década del siglo, la profunda crisis social era insostenible. Después de la caída en la batalla de Caseros del caudillo don Juan Manuel de Rosas, en 1852, la oligarquía toma la posta para dirigir los destinos del país. Al poco tiempo se constituyen formalmente en un partido político que gobernaría por más de 40 años seguidos. Nace entonces el Partido Autonomista Nacional (PAN). La sigla suena como el alimento que les escaseaba a los pobres, pero significan otra cosa. Suele tener un sonido que señala algo, pero representa todo lo contrario.

      Volviendo a la crisis social. La ocurrencia, para salir del caos reinante, fue la de legitimar el poder, ya que lo tenían, pero no era legítimo. No había modo de que lo sea, desde el momento en que el fraude era evidente, como consecuencia del voto cantado. Se debía votar lo que la patronal ordenaba, so amenaza de perder el trabajo y hasta incluso la vida, entre otras cosas. Razón por la cual tuvieron la maravillosa idea de impulsar la ley conocida con el nombre del presidente de turno, Roque Sáenz Peña. La misma establece el voto universal secreto y obligatorio para los ciudadanos argentinos, nativos o naturalizados, mayores de 18 años de edad, habitantes de la nación y que estuvieran inscriptos en el padrón electoral. Sancionada en 1912, pero aplicada a nivel nacional en 1916.

      Estaban convencidos de que ganarían las elecciones. Querían la legitimidad, a cambio de nada. Creían que sin la manipulación de las urnas podían lograrlo, y gobernarían de otro modo la situación crítica. Sin embargo, fue un mal pronóstico, con consecuencias prácticamente letales para la oligarquía, dentro de la vida política de la nación, ya que fue electo el radical don Hipólito Yrigoyen y tuvieron que esperar 100 años para recuperar el poder político democráticamente. No obstante, no se recupera lo que nunca se tuvo.

      Entrado el año 1917, el conjunto de Avellaneda cargaba con cuatro títulos consecutivos sobre sus hombros y contaba con la importante cantidad de 1060 socios, en un país con gran extensión territorial que no llegaba a los ocho millones de habitantes para esa fecha. En este torneo, presenta el mismo plantel que el año anterior. A estos muchachos, que fueron en busca del pentacampeonato, no parecía pesarles la responsabilidad de defender los cuatro títulos conseguidos consecutivamente. Hazaña cumplida, ya que repiten el título. No fue invicto, por haber sufrido una derrota, pero había logrado una distancia de 5 puntos sobre el segundo, que fue el Club Atlético River Plate, demostrando la superioridad sobre el resto. Cabe recordar que eran 2 los puntos por partido ganado, de modo que lo separaba del segundo, aproximadamente, dos fechas y media.

      El conjunto de Avellaneda superaba todos los récords. En relación a su juego, títulos, recaudación, cantidad de socios y en innumerables aspectos, cuyo recorrido se producía de manera creciente y sin interrupción. Muestra de ello fue que el público se comenzaba a preguntar quién sería capaz de poner freno a esa racha positiva, cuándo y cómo sucedería algo por el estilo. O si en algún momento se detendría este movimiento ascendente para el club. Sin embargo, estos jóvenes se esmeraban para alejar las respuestas a estos interrogantes.

      Las expectativas de los dudosos deberían esperar un año más, ya que en 1918