René Salamanca y el clasismo. Enrique Arrosagaray. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Enrique Arrosagaray
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789874039415
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masivamente: la planta es tomada por los trabajadores, con directivos y supervisores adentro, como rehenes. Y por si esto fuera poco, rodean la planta con materiales combus­tibles, tanques de nafta, etc. Salen delegaciones de obreros de Per­driel a pedir solidaridad; Ilasa –donde casi todas son mujeres– es la primera que la brinda. Hay una asamblea general con más de 4000 trabajadores de Santa Isabel; el orador de Perdriel logra hablar –no era fácil– y consigue, por aclamación, el apoyo de los trabajadores de la “planta insignia”. Luego de casi dos días y medio de toma, la empresa anula los traslados.

      En las polémicas de la época, la violenta toma y defensa de Per­driel puso, en la práctica, un mojón entre dos corrientes: el paci­fismo del reformismo (léase PC) y sus compañeros de ruta, por un lado; y el foquismo, en cualquiera de sus versiones, en pleno desarrollo, que le daba a la masa de trabajadores el rol de apoyo y adhesión.

      FIAT

      Primer aniversario del Cordobazo

      Tomas de fábricas de junio de 1970

      Todas las plantas mecánicas de Córdoba son tomadas desde el mediodía del 2 de junio de 1970, como medida de lucha por un conjunto de reivindicaciones y también por el aniversario del Cor­dobazo. Había inicialmente un planteo de los trabajadores de Per­driel para tomar una medida de lucha de esta naturaleza desde hacía dos semanas atrás. Pero para el arranque de junio, el Sindicato y Elpidio Torres personalmente se ponen a la cabeza aunque, luego veremos, relativamente: el mismo Torres propone que se cree un Comité de Ocupación en Santa Isabel, sobre el que pretende que recaiga la responsabilidad de la medida. Con esta medida –la crea­ción de un Comité de Ocupación en IKA-Renault y en cada una de las fábricas mecánicas–, que en apariencia es una medida de­mocrática de Torres y que además incluye a los delegados de Per­driel, intenta, en nuestra opinión, desvincularse de los resultados que seguramente él ya conocía, pues los habría negociado con la empresa.

      No logrará, sin embargo, desvincularse de los resultados. Todo lo contrario.

      Cuando se desarrollaba el tercer día de toma, la represión actúa con una decisión que sorprende y desaloja en primer término la planta de Perdriel, y manda a la cárcel a numerosos obreros, entre ellos a los principales dirigentes, como Gerardo Luna y Agustín Funes. Ellos y otros estarán presos durante un mes.

      lLa toma de la planta de IKA-Renault dura un día más. Hay tareas divisionistas, algunos se van, un núcleo más duro resiste y cuan­do la represión los desaloja, hay broncas, llantos e impotencia. Inmediatamente la patronal echa cientos de trabajadores, la can­tidad exacta difiere según las fuentes. En los próximos capítulos, nuestros entrevistados dirán que son algo más de 1000 y que luego retoman 300 o 400 quedando el resto, 700 u 800, echados defini­tivamente. Por ejemplo Manuel Gómez, a quien podrán leer más adelante, es uno de los que queda afuera.

      Entre los cientos que quedan afuera de la fábrica están muchas decenas de obreros que se venían transformando en un activo que se proponía ir mucho más allá de Torres. Alguien dirá que habían descabezado a los padres del Cordobazo.

      Una publicación oficial o libro oficial del SMATA de Córdoba de 2006, dejará por escrito la intención de desvincular a Elpidio Torres de aquella derrota, describiendo aquel desenlace así:

      Huelga Grande

      Tras el desalojo de la planta de Santa Isabel, los trabajadores van a la huelga y reclaman la reincorporación de los cientos de despe­didos, centralmente.

      Nuestros entrevistados, en las próximas páginas, hablarán más de una vez sobre distintos aspectos de la Huelga Grande. Coinci­den, sobre todo, en lo valioso de la decisión de tantos miles de tra­bajadores y en que tanto la patronal como el Sindicato, es decir Elpidio Torres, aprovecharon esta situación para sacar de la fábri­ca a muchos trabajadores que comenzaban a cuestionar a fondo a Torres. A lo largo de tantos días de huelga –un mes– comenzaba a olfatearse y a definirse como traición la actitud del legendario Elpidio.