Esto significa una nueva expansión, un nuevo éxito en la organización de nuestro ejército popular, en el fortalecimiento de nuestra defensa nacional. Paralelamente a la aplicación del servicio militar, impulsamos el entrenamiento militar de acuerdo con un programa mínimo, la educación física y los deportes, la vulgarización de los conocimientos militares en las masas, en particular en la juventud, para preparar efectivamente al pueblo para que pueda cumplir sus obligaciones militares y estar listos para defender a la patria.
El armamento y el equipamiento constituyen la base material y técnica, y uno de los factores fundamentales de la capacidad combativa de las fuerzas armadas. Para aumentar esta capacidad combativa, es preciso mejorar incesantemente el equipamiento. La concepción marxista-leninista de las relaciones entre el hombre y el armamento considera al hombre como el factor determinante y al armamento y equipamiento como un factor importante, indispensable. Para resolver ese problema, hemos tenido en cuenta las condiciones concretas de nuestro país y las realidades de nuestra guerra revolucionaria.
¿Cuál es la fuente de nuestro equipamiento? Debemos apoyarnos en las masas populares, equiparnos con todo lo que tenemos, esforzarnos por fabricar nosotros mismos armas, quitárselas al enemigo para luego liquidarlo y, cuando las condiciones lo permiten, asegurar en la medida de lo posible la ayuda de los países hermanos para perfeccionar cada vez más nuestro equipamiento.
Al comienzo tropezamos con innumerables dificultades; nuestro país estaba económicamente atrasado, desprovisto de bases industriales para la fabricación de armas y, para colmo, rodeado por los imperialistas. Con la consigna “luchar con lo que se tenga” el partido llamó al pueblo a proporcionar a las fuerzas armadas el equipamiento necesario, a superar todas las dificultades para organizar la producción de armas y municiones. Con gran lucidez, destacó que las fuerzas armadas deben equiparse en el mismo frente, tomando las armas del enemigo para luego destruirlo. Durante la primera resistencia, nuestras fuerzas armadas estaban equipadas esencialmente con el armamento moderno tomado del enemigo. Recién a partir de 1950 comenzamos a recibir la ayuda de los países socialistas hermanos.
Desde 1954, contamos con el rápido progreso de nuestra economía socialista y la ayuda fundamental de los países hermanos del campo socialista, para mejorar, en gran escala, el equipamiento de nuestras fuerzas armadas en cuanto a su modernización. Durante nuestra lucha contra el agresor norteamericano, realizamos saltos cualitativos en el mejoramiento de los equipos y de la técnica de las fuerzas armadas. También pudimos desarrollar rápidamente la industria del armamento moderno, sobre todo de la DCA y de la aviación, para asegurarnos de ese modo, la victoria sobre los agresores norteamericanos.
Recurriendo a esas fuentes de equipamiento, adaptándonos a las condiciones concretas de nuestro país, aplicando nuestra línea general de la guerra del pueblo con las técnicas y el arte militar que le son propias, combinamos las armas modernas o relativamente modernas con las armas rudimentarias y siempre seguimos mejorando y elevando el nivel de modernización de los equipos de nuestras fuerzas armadas.
Las tropas regulares y las tropas regionales están equipadas fundamentalmente con armamentos modernos y relativamente modernos pero sin embargo, deben saber extraer el máximo provecho, tanto en el entrenamiento como en el combate, del material rudimentario. Las milicias populares conceden la prioridad a las armas rudimentarias, aunque equipándose gradual y parcialmente con armas modernas y relativamente modernas. La práctica de la guerra en nuestro país demostró claramente que si bien las armas modernas son las más importantes para liquidar al enemigo, las armas rudimentarias también son eficaces y permiten la participación de todo el pueblo en la resistencia. Simultáneamente con el mejoramiento del armamento, desplegamos grandes esfuerzos para elevar el nivel de organización y de gestión, de conocimiento y de manejo de toda clase de armas según la línea y el pensamiento militar de nuestro partido y según las condiciones concretas de los teatros operacionales de nuestro país.
Nuestras fuerzas armadas cuentan en la actualidad con un numeroso conjunto de cuadros, que tienen experiencia de combate y son totalmente fieles a la obra revolucionaria del partido y del pueblo. Templados constantemente por la lucha revolucionaria, por la larga y encarnizada lucha armada de la nación, realizan con éxito todas las tareas que el partido y el pueblo le confían. Forjados por el partido y apoyándose en las fuerzas de masas, han respondido a las necesidades, tanto de calidad como de cantidad, de las fuerzas permanentes y de las fuerzas de reserva y han asumido en el momento preciso las complejas tareas de construcción y de combate tanto en condiciones de guerra como de paz.
En la organización de los cuadros, nuestro partido preconizó una línea correcta, definió una línea de clase, así como también otros criterios, y una política de cuadros concreta y acertada.
Nuestro partido se atiene siempre a esta orientación clasista, manteniendo a los cuadros de origen obrero y campesino como núcleo central. Se dedica a elegir, perfeccionar y promover cuadros de élite entre los elementos obreros y campesinos, y entre los mejores intelectuales que están en estrecha vinculación con la clase obrera y el campesinado, habiendo demostrado ser totalmente fieles a la causa de la revolución. En la aplicación de la línea del partido relativa a la política de cuadros, hemos luchado enérgicamente contra toda tendencia a olvidar la orientación de clase, a subestimar la formación de cuadros de origen obrero y campesino y contra toda manifestación de obrerismo.
Esos cuadros revolucionarios y competentes, dotados de una sólida plataforma proletaria, son ardientes patriotas dispuestos a combatir y sacrificarse por la independencia, por la libertad de la patria y por el Socialismo; totalmente fieles a la revolución, a la línea y a las tareas políticas y militares del partido, están determinados a aplicarlas unidos estrechamente con las masas; siendo altamente calificados desde el punto de vista técnico y profesional y capaces de realizar todas las tareas en cualquier circunstancia. Durante todos los períodos que hemos atravesado, nuestro partido se dedicó a templarlos en la práctica de la lucha revolucionaria de masas.
En la organización de las fuerzas armadas populares, resolvimos correctamente los problemas de cantidad y de calidad; nos ocupamos simultáneamente de esos dos aspectos pero asignando prioridad a la calidad. Esta es una cuestión fundamental en nuestras tradiciones militares. Es la concepción de Tran Hung Dao y de Nguyen Hue que lograron, con tropas de élite, vencer a ejércitos varias veces superiores en número.
La calidad de las fuerzas armadas es la resultante del factor hombre y del factor armamento, de los aspectos militar, político y logístico como así también de la ideología, de la organización, de los equipamientos y de los métodos de combate. El factor humano, la conciencia política y la moral en el combate, son los factores determinantes.
Las mejores tropas son aquellas animadas de una gran combatividad y de una inconmovible decisión de ataque. Deben poseer un excelente nivel técnico y táctico, buenos métodos de combate, una organización fuerte, eficiente y un buen armamento. Los cuadros y los organismos de mando deben poseer gran capacidad de organización y un espíritu de disciplina elevado. Las tropas deben dar prueba de resistencia y de gran movilidad en todos los terrenos y frente a todas las inclemencias del tiempo. Además, deben estar equipadas en forma adecuada, desde el punto de vista material y técnico. Las tres categorías de tropas tienen exigencias diferentes: las milicias populares deben ser omnipresentes y fuertes; las tropas regionales y las tropas regulares, deben ser tropas de élite con efectivos adecuados.
Dado que nuestra población es poco numerosa, los efectivos de nuestro ejército permanente son, por lo general, inferiores a los del agresor. Por eso la calidad debe manifestarse en una gran eficiencia estratégica, y en una alta eficacia en el combate. Desde el punto de vista estratégico, se trata de vencer a un enemigo numéricamente superior y mejor equipado; desde el punto de