En defensa de Julián Besteiro, socialista. Andrés Saborit. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Andrés Saborit
Издательство: Bookwire
Серия: Historia y Sociedad
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9788417893279
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con textos del propio interesado, un Besteiro socialista, plenamente socialista, marxista sin fanatismos ni adulaciones funestas a la masa, a la que es muy fácil sugestionar con frases de apariencia revolucionarias tras de las cuales la mayor parte de las veces no hay nada: ni siquiera la ejemplaridad de una vida sacrificada como lealtad, a esas mismas masas, traicionadas la mayor parte de las veces.

      A. S. Ginebra, septiembre, 1970

      I DE LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA A LA CASA DEL PUEBLO DE MADRID

      ALUMNO DE LA INSTITUCIÓN1

      Julián Besteiro nació en Madrid el 21 de septiembre de 1870, en la costanilla de Santiago, 16, criándose en la inmediata calle de Milaneses, cuya finca daba esquina a la calle Mayor, propiedad de sus padres.

      Ese barrio era el más típicamente madrileño en los años en que nación Besteiro. De la Puerta del Sol al Palacio real, atravesando la calle Mayor, se desarrollaron casi todos los acontecimientos de mayor relieve en la vida política nacional.

      Su padre, José Besteiro Guiza, era natural de la parroquia de Santa María de Franqueán (Lugo); la madre, Juana Fernández García, nació en Madrid. Aunque por su padre y por su apellido era de origen gallego, no recuerdo que Besteiro frecuentara la región gallega. En nombre del Partido Socialista, en viajes de propaganda, nunca. Con él estuve en comisiones oficiales del Partido y de la Unión General en diversas regiones, en Asturias y Santander, entre otras. En Bilbao habló más de una vez. En Galicia, repito, ninguna.

      En realidad, Besteiro en sus discursos y artículos periodísticos no explotó el manoseado tema regionalista, que se prestaba a párrafos patrioteros y sentimentales. Ni puso a Madrid en los cuernos de la luna ni ensalzó la tierra gallega con sus rías bajas tan maravillosas y su paisaje ensoñador. Esa cuerda no fue la de nuestro héroe, que prefería hablar a la razón, huyendo de estimular sentimentalismos superficiales.

      Con Cossío y otros hombres de la Institución hizo las primeras colonias infantiles en San Vicente de la Barquera. Su formación filosófica se la debió en primer término a Giner de los Ríos, el profesor que más influencia ejerció sobre Besteiro. «Giner aspiró a armonizar la conducta y el saber —ha escrito Américo Castro—, el arte y la ciencia, la tradición popular y la más reflexiva cultura, una tarea muy necesitada de mentes y sensibilidades exquisitas.» Julián Besteiro se asimiló esas excelsas cualidades de Giner.

      Domingo Barnés, alumno y profesor de la Institución, hablando de Giner decía: «Porque Giner, a semejanza de Kant, no quiso en su cátedra enseñar Filosofía y menos una filosofía, sino enseñar a filosofar. Pero él tenía su filosofía». Como Besteiro, que no dejó libros de Filosofía, sino alumnos que aprendieron con él a filosofar con sus propias convicciones. Hacer hombres, en una palabra. Como en la Casa del Pueblo realizaría más tarde: hacer socialistas que discurrieran con sus propias ideas.

      Giner de los Ríos no fue partidario de las corridas de toros. Nunca le oí a Besteiro un comentario sobre la llamada fiesta nacional. Supongo que no vio en su vida una corrida. Quizá el origen esté en que Sanz del Río y Fernando de Castro fueron enemigos de ese espectáculo. En sus primeros años, el Partido Socialista expulsaba de sus filas a quienes iban a los toros. Digamos que en este caso no influyó para nada la Institución Libre de Enseñanza. Pablo Iglesias no fue alumno de la Institución ni mantuvo relaciones personales con sus hombres. Desde luego, a Besteiro le costó esa ironía perder buen número de amigos. Tal vez le sucediera algo por el estilo a Giner, aunque los interesados, por pudor, no llegaran a confesarlo.

      La ironía de Besteiro, ¿era derivación de la ironía de Giner de los Ríos? Desde luego, a Besteiro le costó esa ironía perder buen número de amigos. Tal vez le sucediera algo por el estilo a Giner, aunque los interesados, por pudor, no llegaran a confesarlo.

      AFILIADO A LA CASA DEL PUEBLO

      El 16 de septiembre de 1911, Besteiro dio su primera conferencia en la Casa del Pueblo de Madrid. Era profesor en el Instituto de Toledo y concejal radical en aquella capital. Se preparaba para hacer oposiciones a una cátedra en la Universidad Central, y la prisión que sufrió con motivo de esa conferencia, donde abordó problemas militares relacionados con la guerra de Marruecos, estuvo a punto de echarlo a todo a perder. «España, que ha aprendido en su historia, mediante una dura lección, lo que valen y lo que cuestan las pasiones y las locuras imperialistas, ni las quiere fomentar en su propia vida, ni se presta a servir la, que aún, por desgracia, alimentan otras potencias.» Pensamiento de Besteiro desarrollado en aquella ocasión y en otras posteriores. «El proletariado español —dijo en la Casa del Pueblo en 1911— tiene que oponerse a esta guerra de Marruecos y a todas. Aun la guerra motivada por una invasión extranjera, no podía moverle a empuñar las armas.»

      Su tesis doctoral, en 1912, con el título Los juicios sintéticos «a priori» la editó La Lectura.2

      En la Casa del Pueblo, su primer cargo fue presidente de la Asociación de Profesiones y Oficios varios. Esa entidad recogía a cuantos, deseando incorporarse al movimiento obrero, no encontraban organización constituida de su profesión. Rafael García Ormaechea también pertenecía a la Varia, y a pesar de causar baja en el Partido Socialista, al ponerse al servicio de Eduardo Dato, no quiso serlo en esa entidad, afiliada a la Unión General de Trabajadores y vivero de socialistas.

      Pablo Iglesias, desde 1909, hizo una violenta campaña contra la guerra de Marruecos y contra el régimen que amparaba aquella política. Besteiro secundó esa posición de Iglesias. Para, llevarla hasta sus últimas consecuencias fue el principal organizador de la huelga general de agosto de 1917, cuya primordial finalidad —aparte la solidaridad con los ferroviarios del Norte— era obligar al rey a que entregase el Poder a un Gobierno presidido por Melquiades Álvarez con facultades para convocar Cortes Constituyentes, comprometiéndonos todos —el rey en primer lugar— a acatar la voluntad popular. Besteiro fue al movimiento de agosto sin ambiciones personales, decidido a sacrificarse por el bien del país.

      Lo he reproducido más de una vez; pero este pensamiento suyo no debe olvidarle jamás el pueblo español: «Yo —dijo en las Cortes en un discurso defendiendo la huelga general de 1917—, si hubiera pasado el movimiento de agosto sin cumplir como he cumplido, con mi deber, creo que no querría conservar la vida.» Y en 1935, herido en lo más fino de su sensibilidad por comentarios injustos para defender actitudes que no tenían defensa, en el Diario de Madrid el 19 de abril de ese año, dijo: «Hay cierta tendencia a rebajar el valor de lo hecho en 1917.» Lo hecho en 1917 fue publicar un manifiesto con cuatro firmas al pie respondiendo del programa de la huelga general revolucionaria, y mantener ese documento ante el Consejo de Guerra sin atenuar absolutamente ninguna de sus finalidades. ¿Se hizo algo parecido en 1934? No. Ahí radicaba el origen de ciertas críticas.

      En 1940, Besteiro se expresó así ante el Tribunal que le condenó a treinta años de reclusión: «Toda la sangre derramada, toda la riqueza destruida, se hubiera ahorrado de haber triunfado la huelga revolucionaria de 1917». Es verdad. Desde esa fecha no hubo paz moral en España ni el rey estuvo un minuto tranquilo en su trono.

      DE VILLACARRILLO A CARMONA3

      Villacarrillo, provincia de Jaén, está a 52 kilómetros de Baeza, estación de ferrocarril más próxima. Funcionaba allí una sociedad obrera, «La Blusa» era su título, que había tomado parte en las elecciones municipales ganando la mayoría de los puestos para el Partido Socialista. El caciquismo, muy fuerte en la provincia jienense, las anuló. Convocadas nuevas elecciones, para dar un acto de propaganda estuvo en Villacarrillo Andrés Ovejero, catedrático de la Central, comisionado por la Ejecutiva del Partido Socialista. Desde luego, Ovejero estuvo en Villacarrillo, pero no pudo hablar: el alcalde no autorizó el acto. ¿Qué hacer? Los trabajadores de Villacarrillo, seguros de su fuerza y de su disciplina, pidieron que el día de la elección estuviera en el pueblo una personalidad socialista, para dar fe de lo que sucediese. Besteiro no vaciló: se ofreció a ir a Villacarrillo.

      Después de una noche de tren, de madrugada llegó a Baeza, donde había