En defensa de Julián Besteiro, socialista. Andrés Saborit. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Andrés Saborit
Издательство: Bookwire
Серия: Historia y Sociedad
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9788417893279
Скачать книгу
profesor de Universidad; se había educado en un ambiente de clase media liberal y republicana; durante sus primeros años hizo política activa republicana en Toledo, manteniendo contactos personales con las primeras figuras de izquierdismo español. Y frente a un público descreído y falto de idealidad cual el que constituía la Cámara española, frente a unos que iban a misa sin creer Dios; que se llamaban monárquicos y eran los primeros en divulgar las lacras del régimen gracias al cual aspiraban a subir y medrar, Besteiro, con alma frente a un adversario desalmado, en aquel debate de excepcional grandeza more, al defender la espiritualidad de la clase trabajadora se expresó en los siguientes términos:

      Os lo digo yo, que he nacido en la clase media y que por no poder resistir la vacuidad de algunos de los medios que se llaman ilustrados he ido buscando espiritualidad y elevación de alma en el proletariado; os lo digo yo, que sé que si se quiere encontrar hombres ejemplares con espíritu de sacrificio y al mismo tiempo con espíritu de justicia, no digo que no puedan encontrarse en las otras clases, pero en ninguna con el grado y en la intensidad que en el proletariado organizado y activo. (Discurso de Besteiro en el Congreso de los Diputados en 1918 defendiendo la huelga general de agosto de 1917)

      A continuación reproducimos textos besteiristas, comenzando por varios párrafos de artículos que publicó en El Imparcial, en 1923, donde se demuestra que a pesar de tratarse de una colaboración periodística en tribuna de orientación monárquica liberal, Besteiro mantenía íntegramente sus puntos de vista socialistas, por otra parte, reproducidos lealmente por la dirección de aquel diario madrileño, que rodeó de especial relieve la adquisición de firma de tanta categoría. He aquí dos pensamientos de Besteiro, seguidos de otro de un discurso suyo en el teatro Campoamor, de Oviedo, en noviembre de 1926, en memoria de Pablo Iglesias:

      El partido Socialista no puede tener una garantía firme de acierto si, además de poseer una visión clara de los fines que persigue, no cuenta con una percepción, fina hasta la meticulosidad, de sus propias deficiencias y de los obstáculos que tiene que vencer en el medio nacional en que actúa.» (De El imparcial, artículo publicado por Besteiro el 15 de mayo de 1923.)

      La lucha de clases es un fenómeno inevitable e el desarrollo de la vida industrial, y no puede cesar sino a expensas del capitalismo.

      La organización de una vida industrial nueva no puede ser obra de un milagro, sino que exige una acción constante, más o menos violenta, más o menos aguda, pero continua y tan compleja que envuelve todas las manifestaciones de la vida nacional e internacional y todo la actuación que constituye la trama de la política. (De un artículo publicado por Besteiro en El Imparcial, de Madrid, el 29 de marzo de 1923.)

      No es cierto que Iglesias ni el Partido Socialista hayan sido hostiles a la obra de la inteligencia… No creo tampoco cierto que el hecho de no caber siempre los intelectuales en nuestras filas sea un defecto nuestro, sino más bien un defecto de la manera como algunos intelectuales interpretan los deberes que impone la inteligencia. Claro es que para ser socialista hay que serlo de verdad y proceder como tal, y claro es que al Partido Socialista no se le puede pedir que sea cosa distinta de lo que es. Es un partido que pugna por la emancipación del proletariado, y en la libertad del proletariado funda toda su significación intelectual y moral. Hay que venir, pues, al Partido Socialista a realizar esa misión, no a inventar un Socialismo personal, arbitrario e inexistente. (Del discurso pronunciado por Besteiro en el teratro Campoamor, de Oviedo, en noviembre de 1926.)2

      Dirigiéndose a los ferroviarios españoles, Besteiro escribió artículos y pronunció discursos, requerido por el secretario del Sindicato Nacional de esa rama industrial, Trifón Gómez. Son verdaderamente expresivos esos trabajos, cuya esencia está resumida en esta frase suya: «Yo no concibo el Socialismo sino en función de la organización obrera.» En efecto, sin un proletariado organizado, ¿qué papel político puede desarrollar un Partido Socialista, si ha de conservar la esencia, la virtualidad de su actuación como órgano de una clase? He aquí a Besteiro, en tres pensamientos suyos:

      Para mí no hay nada más importante que la vida sindical con espíritu socialista. Yo tengo siempre un recelo, y es que la cuna de mi vida no ha sido un Sindicato. Vine a la organización ya formado físicamente, después de haber pasado largos años luchando contra mis prejuicios. (Del discurso a los ferroviarios el 27 de julio de 1933 en Madrid.)

      El Partido Socialista, sin una raíz sólida en la organización sindical, no tiene garantías de acierto, ni siquiera razón de existencia. (Publicado por Besteiro en un artículo en La Unión Ferroviaria, 1º de mayo de 1935.)

      La finalidad de la acción pública de las organizaciones obreras podría definirse en estos términos: organizar en la vida nacional e internacional una democracia política e industrial lo más perfecta posible. (Del Boletín de la Unión General de Trabajadores, febrero de 1929.)

      III PROBLEMAS DE TÁCTICA

      LA COLABORACIÓN MINISTERIAL

      Es sabido que Besteiro fue opuesto a que el Partido Socialista tuviera ministros en el Gobierno republicano. Esa posición suya en 1931 coincidía con la que mantuvo en 1917, cuando se preparaba la huelga general revolucionaria, en que igualmente emitió su voto en contra de que un representante del Socialismo español desempeñara puestos ministeriales, a pesar de lo cual la mayoría de la Comisión Ejecutiva del Partido Socialista —entre los cuales figuré yo; único superviviente— designó a Pablo Iglesias para que fuese ministro sin cartera en un posible Gobierno que habría de presidir Melquiades Álvarez, caso de vencer aquel movimiento, político entonces proyectado, y del cual, una vez desarrollado y los trabajadorees en la calle frente a la fuerza pública, la figura de mayor relieve fue Julián Besteiro, a sabiendas de que él no habría de obtener ninguna recompensa personal, caso de vencer la acción emprendida contra el régimen monárquico de acuerdo con los otros partidos de izquierda. De izquierda, pero burgueses. Ahí radicaba el fundamento doctrinal de Besteiro para oponerse a la colaboración ministerial. Digamos que Pablo Iglesias no estuvo presente cuando la Comisión Ejecutiva deliberó sobre este caso en 1917, y que el acuerdo estaba limitado a que su intervención en el Gobierno no tuviera otro aspecto que el de vigilar por que no se adoptaran decisiones ministeriales contra lo intereses de la clase trabajadora.

      Dos semanas antes de verificarse las elecciones para la Cámara Constituyente de la República, un redactor de El Sol, diario madrileño, con fecha l de julio de 1931, preguntó a Besteiro su opinión sobre este debatido tema de la colaboración ministerial obteniendo la siguiente respuesta:

      Confío en que el Partido Socialista tendrá el número de diputados suficiente para influir en proporción considerable en la vida nacional; pero, afortunadamente, no tan importante como para que sobre nosotros recaiga la responsabilidad del Poder. No porque fuéramos a eludirla si nos correspondiera, sino porque creo que estas responsabilidades hay que aceptarlas cuando las circunstancias las imponen; pero no buscarlas.

      Hubo colaboración ministerial socialista en el Gobierno presidido por Alcalá-Zamora, renovada varias veces en crisis políticas surgidas bajo la dominación política de Manuel Azaña, quien hizo cuestión cerrada durante aquella etapa —no mantuvo el mismo criterio cuando fue jefe de Estado— de la colaboración socialista, cuyos votos en el Parlamento le eran indispensables para gobernar en republicano, no en socialista, como es natural y como siempre dijo con entera lealtad, confesándose burgués liberal a secas. Conocedor de todo esto, Besteiro lo puso de relieve en las siguientes declaraciones, que aludían por igual al jefe del partido de Acción Republicana y a los socialistas que creían oportuno intervenir personalmente en Gobiernos de coalición para desarrollar programas en los cuales el matiz socialista quedaba desdibujado. He aquí el pensamiento de Besteiro:

      Yo no he dicho que ningún elemento útil se desgaje del Partido Socialista, y me parece natural que los gobernantes burgueses tengan sus escuelas propias y no utilicen y en algunos casos hasta vivan a expensas de las personalidades deformadas en la escuela del Socialismo. Lo que sí me parece es que ese mal no se remedia con denuestos ni con insultos, sino estudiándole, para, si es posible, ponerle remedio eficaz, y de lo que estoy seguro es de que cuando una personalidad socialista