¿Sí?
Timossi: El primer artículo que escribí en mi vida, fue para una revista que dirigía Pirí. Era sobre un circo. Yo era tan malo, que fui al circo como diez veces, me parecía que siempre me faltaba algo. Y entre tantas veces que fui me hice amigo del domador de elefantes. Tenía cuatro, entre ellos una hembra. Un día voy y veo un animal menos y le digo al domador, en broma “¡Se te murió la elefanta!” Sí, me dijo. Lo único que se me ocurrió decirle fue “¿y dónde has enterrado la mole esa?” “¡No!, me dijo, cuando se muere un elefante no se entierra, se vende a una fábrica de jabón”. Y de ahí salió el título del artículo: “Una elefanta se convierte en una pompa de jabón”.
Hablando de Pirí, ¿ Era una mujer divertida?
Timossi: Pirí…-se admira, respira hondo- era divertida y ácida. Se iba a los extremos.
¿Por qué Rodolfo puede haberse enamorado de Pirí?
Timossi: Rodolfo debe haberse enamorado de la inteligencia de Pirí. La inteligencia. Pirí era de una lucidez; sumamente lúcida, sumamente lúcida. Con unas salidas, con unas improntas…
¿Y por qué ácida?
Timossi: Y ácida porque de repente te podía decir “¡por qué usás esa camisa que es de maricón!” Decía eso y enseguida estaba en otra cosa. Te dejaba ahí.
La palabra de Timossi tiene una importancia especial por haber sido “esposo” de la Lugones. Por la misma causa tienen valor destacado los comentarios extraprofesionales de Carlos Barés.
Usted, Barés, que fue su pareja ¿Cómo era Pirí?
Barés: Pirí era muy inteligente, muy bien informada, con un carácter difícil. Muy agradable pero podía ser muy agresiva. Inteligente y astuta. Podía dejar a cualquiera en ridículo. A ella le gustaba ser el centro de atracción. Muchas de las cosas que hacía no tenía más finalidad que llamar la atención. Si uno la conocía poco, podía resultar desagradable. Ella era hijastra…, su madre, que era Aguirre, se separa de Lugones y se casa con Marcos Victoria, un psiquiatra muy conocido en la época, el que creó la facultad de psicología. Si quería ser desagradable, lo lograba. Al mismo tiempo podía ser muy afectuosa.
Con ella estuve dos o tres años; era joven…-su relación de convivencia en pareja con Pirí Lugones coincide con la estadía de Walsh en Cuba-. Era una mujer muy atractiva, una belleza muy especial, muy seductora.
¿Qué habrá predominado en la elección que hizo Walsh?
Barés: En Rodolfo todo esto debe haber pesado -Barés, psiquiatra, porteño, comienza a acentuar lo que ahora agregará-. Pero cuando ella comenzaba una tarea de seducción era muy difícil pararla. Se lo propuso porque Walsh le resultaba atractivo y se lo enganchó. Difícilmente le fallaba a ella cuando le ponía el ojo a alguno. No es una cosa rara… Mi experiencia con ella me lo prueba. A mí me interesaba mucho ella, pero…-quiere subrayar que él fue el levantado.
Hablar con Poupée Blanchard de Pirí Lugones es lo más indicado si uno pretende acercarla. Pocas personas la trataron tan fraternal e íntimamente. Pero al mismo tiempo es muy difícil porque las heridas, creemos, están abiertas. Es natural.
¿Pirí Lugones era muy amiga suya, Poupée?
Poupée Blanchard: Era muy amiga mía. Era la amiga más querida mía.
¿Cómo era ella?
Poupée Blanchard: Era un ser insólito, muy original. Era nieta del poeta Lugones e hija del torturador Lugones. Cuando ella tenía 10 años, en el colegio, la maestra cuando la descubría por el apellido, le decía: “¡Ah! ¡Lugones!”, y ella respondía: “¡Sí, la hija del torturador!”. Ella tenía la virtud de largar la patada. Hacía periodismo, se casó con Carlos Peralta y tuvo tres hijos. Éramos muy amigas hasta que volvimos -se refiere a la vuelta de Cuba con Walsh, en 1961-. Allí ella comenzó su relación con Rodolfo y con mucha agresión para conmigo. Era como si al conquistar a Rodolfo, tuviera que suspenderme. Lo comprendo porque tal vez Rodolfo todavía estaba agarrado a mí como mujer institucionalizada. Esa agresión terminó con nuestra amistad. Lo lamento mucho porque Pirí era tan absolutamente loca -lo dice con agrado, sonriente-. Lo que me conmueve a mí es el surrealismo y Pirí era completamente impredecible. Alguien una vez le pidió su apoyo -cuenta-, ella estaba en Damas y Damitas, una revista de mujeres. Y le dijo “pero qué me venís a pedir apoyo a mi si yo estoy con un pie adentro y otro afuera; y el que tengo adentro es el corto”. ¡Pero ella tenía una cancha! -la rememora con admiración-. Caminaba con ese pie en punta y prácticamente nadie lo notaba.
Pirí Lugones tenía una pierna notablemente más corta que la otra y obviamente, rengueaba. Era consecuencia de una coxalgia, una tuberculosis en el hueso coxal que le provocó un menor crecimiento en la pierna enferma.
Poupée Blanchard: …y Rodolfo quedó impresionado con Pirí, como todos! Pirí tenía una carita lindísima. Igual esa relación entre Rodolfo y Pirí duró muy poco. Después estuvo con un psicoanalista. Por Rodolfo ella tenía mucho más sentimiento que Rodolfo por ella. Rodolfo pasaba…-trata de decir que Rodolfo era más “corazón de palo”, pero no le sale-, pasaba más fácil. Tal vez quiso volver por las hijas, las quería mucho.
Con otro volantazo en las charlas, volvemos a ubicarnos dentro de las reuniones de los viernes, sin poder evitar cada tanto, alguna que otra digresión.
Y Rodolfo ¿cómo era? ¿Qué hacía en aquellas reuniones?
Timossi: Rodolfo nos leía textos. Nos descubría autores de ese momento. Hacía con nosotros algunos ensayos de criptografía, encriptar y descriptar, que luego le sirvió -pavada de detalle sobre el que volveremos.
¿Lindas reuniones? ¿Divertidas?
Timossi: Eran reuniones muy lindas. A veces jugábamos a los personajes famosos. Una vez hice de Josefina Bonaparte -se ríe sin red y se despatarra en su silla-, una Josefina que templaba como loca y después abría las ventanas y aclamaba al público! Y Paco…-lo invade, como un puntazo, una angustia lejana. No sabe por dónde seguir y el atajo lo encuentra definiendo a Urondo-: Paco era el tipo más transparente del mundo. El más transparente… Un tipo sensacional. La última vez que lo vi acá en La Habana, porque no puedo decir en dónde lo vi otra vez, Paco se agarró una currrrrrrda!! Esa última vez había venido a La Habana invitado por Casa de las Américas, como vino Rodolfo con su mujer Lilia, y Paco se agarró una curda tremeeeeennnnda. Estábamos sentados ahí en el malecón. Estábamos felices juntos. Se da vuelta, mira el mar y me dice: “¡Te fijaste Jorgito qué piel tiene ese animal!” -Timossi enmudece por algunos segundos, traga saliva y retoma-. Pero también en esas reuniones estaba Quino…-ahora sí respira alivianado porque el recuerdo de Quino lo ayuda a salir de la angustia que lo había puesto contra las cuerdas.
Sobre Quino -el dibujante Joaquín Lavado, famoso autor de Mafalda-, Poupée menciona un dato importante aunque no haga al fondo del asunto:
“Quino no iba a casa; iría a lo de Pirí. Estuve muchas veces con él… Quino vivía acosado y asustado por infinitos fantasmas. Lo invitaban de la radio o de la televisión y no quería saber nada nada, sufría. Pero eso cambió, no sé cómo, pero cambió. Pero a Quino lo conocí en lo de Pirí. Era soltero todavía y vivía en una pensión a donde lo llevó a Rodolfo y vivió allí unos meses porque había una pieza libre”.
Pero Quino no quiso hablar. Yo le había hecho saber mi interés de conversar con él a través de su editor Daniel Divinski; tuvo la gentileza de llamarme por teléfono y me dijo que no quería hablar sobre el tema porque en aquel tiempo era muy jovencito y porque le duele mucho recordar todo aquello.
¿Cómo recuerda usted aquellas reuniones, doctor?
Barés: …había discusiones muy importantes -gesticula subrayando peyorativamente eso de importantes-, juegos, mímicas, vino, sí, pero cositas para comer no