Cilindro - sello sumerio. Se trata de uno de los ejemplos más antiguos de impresión en relieve.
China y Japón
Con posterioridad, en China se desarrolló una variante de estas técnicas de impresión. Estaba condicionada por tres características de la cultura china: la existencia de auténtico papel, la escritura en tinta y la necesidad de difusión de los textos budistas primero y de los clásicos chinos después. De ahí que se suela considerar que las primeras xilografías conocidas sean las reiteradas impresiones de imágenes de Buda (Rollos de los Mil Budas). Todo ello culminó, hacia el siglo XI d.C., en el desarrollo de una técnica sofisticada: consistía en unas planchas de madera en las que se cincelaba en negativo una imagen, para luego pasar una capa de tinta y presionarla contra un papel para obtener una impresión en tinta y en positivo. El resultado era un grabado con los mismos principios esenciales que el grabado occidental posterior.
Grabado chino en piedra, estampado en pergamino. Siglo II a.C.
Hokusai. Kobaky Koyie levantando la mosquitera bajo la cual duerme su asesino. Xilografía a fibra.
Las primeras estampas japonesas consistían en estos simples grabados, que se difundieron rápidamente por toda el área budista y por el Lejano Oriente, Japón incluido. De hecho, será allí donde, a partir del siglo XVI, se desarrollarán de manera extraordinaria una serie de estampas populares impresas e inspiradas en la pintura popular llamada ukiyo-e. La idea original consistía en producir pinturas populares a precios asequibles, que a la larga condujo a la aparición de una estética profundamente japonesa que ha llegado hasta el mundo actual a través del manga.
Es interesante destacar la evolución de este tipo de estampas japonesas ukiyo-e que convirtieron el grabado en un arte con personalidad propia. En Japón la estampa y el grabado xilográfico se desarrollaron de manera independiente de la pintura y obedecían a sus propias necesidades. Esta estética llegó a su máxima expresión durante los siglos XVIII y XIX, sobre todo con las figuras de Utamaro (1753-1806), Hokusai (1760-1849), Hiroshige (1797-1858) y Kuniyoshi (1797-1861).
La xilografía y los orígenes del grabado en Europa
Primeras xilografías
Todas estas técnicas orientales posiblemente llegaron a Occidente a través de los árabes. Con ellos llegaron, sin duda, el papel, algunas tintas y posiblemente el grabado en pequeñas planchas de madera.
Sin embargo, el desarrollo del grabado occidental está íntimamente vinculado a la imprenta, a sus progresos técnicos y al mundo del libro impreso. El invento de la imprenta no hubiese tenido lugar sin el conocimiento previo de las técnicas de impresión (o grabado) xilográfico, ya que las primeras impresiones de Gutenberg son letras grabadas, o tipos fijos. Éste pronto desarrolló la imprenta propiamente dicha, o tipos móviles, con la aplicación de la prensa romana de vino para imprimir, y las tintas que favorecieran una buena impresión sobre papel. Una vez inventada la imprenta, no se tardó mucho en unir los tipos móviles a los grabados xilográficos, o unir los tipos movibles a fijos. En 1457 se publicó un Psalterium, en el taller de Gutenberg en Maguncia, con tipos movibles e iniciales xilografiadas.
Muy poco después la xilografía se popularizaba tanto en los Países Bajos como en Alemania. En ambos países estuvo muy relacionada con la pintura. En los Países Bajos con base en la tradición miniaturista, desarrollada por los flamencos gracias a la reciente técnica del óleo; y en Alemania los grandes pintores de la época, con Durero a la cabeza, desarrollaron de forma genial la estética del grabado.
Durero. El caballero, la muerte y el Diablo, 1513. Xilografía a fibra.
Naipes de marcada influencia oriental, siglo XV. Xilografías a fibra talladas a cuchillo.
Durero
Hablar de los inicios del grabado artístico es casi sinónimo de Alberto Durero (1471-1528). En efecto, este artista representa una de las cumbres del Renacimiento. Fue pintor, filósofo, teórico, científico y grabador. Era hijo de un orfebre de origen húngaro, asentado en la ciudad de Nuremberg. Allí entró a trabajar en el taller de un pintor famoso en su ciudad, llamado Wolgemuth que, al mismo tiempo, era quien realizaba la talla de las planchas en madera para la imprenta de Anton Koburger, uno de los principales impresores de Europa. Desde el principio colaboró con su maestro en la talla de grabados para la imprenta, y adquirió un gusto y un interés muy especial para la talla con buril. Tanto en madera, técnica aprendida de su maestro, como en cobre, afición heredada de sus orígenes familiares de orfebre, Durero aportó un altísimo nivel al trabajo en buril.
Hans Holbein y Lucas Cranach
Se trata de otro de los grandes artistas de este confuso período en Alemania, que también estuvo muy relacionado con la imprenta y con los grabados que para ella se confeccionaban. Hans Holbein el Joven (1497-1543) empezó a trabajar en el taller de pintura de su padre y en el tipográfico de Hans Froben en Basilea. En este taller se estaba componiendo el célebre Elogio de la Locura de Erasmo de Rotterdam, y Hans Holbein incluyó en esta obra un total de ochenta y dos viñetas en los márgenes. El éxito de la obra fue decisiva para que en el futuro compaginara su carrera de pintor con la de grabador. De su obra de ilustración destaca la Biblia de Lutero. Entre las obras que grabó, siempre en madera y al buril, destacan una Danza macabra.
En el mismo ambiente, entre el Renacimiento y la Reforma, se encuentra Lucas Cranach (1472-1553). Aunque mucho menos destacado como grabador, se ha reconocido su actividad gracias a su amistad con Martín Lutero; así, sus grabados contribuyeron a la difusión de su ideología, lo que supuso un fuerte contenido ideológico y de propaganda a las funciones del grabado.
Hacia fines del siglo XV el grabado de madera se va especializando de manera creciente a la ilustración de los libros.
Hans Holbein el Joven. La novia, perteneciente a la Danza macabra. Primera edición publicada en Lyon en 1538. Xilografía a fibra.
Las primeras calcografías artísticas: Rembrandt
Los primeros grabados sobre metal aparecieron casi simultáneamente a los grabados en madera. Algunos autores los han relacionado con los espejos etruscos incisos. Su popularización fue coetánea a la xilografía durante el siglo XV en el norte de Europa. De hecho, el mismo Durero trabajó ambas técnicas de forma indistinta, con unos resultados estéticos muy similares. Sin embargo, en los primeros años del grabado moderno no cabe duda de que la madera fue mucho más popular. Durante el siglo XVII se perfeccionaron las técnicas del grabado calcográfico en detrimento del xilográfico, que era mucho más difícil de trabajar y ya había alcanzado buena parte de los límites de sus posibilidades en Occidente. Especialmente en Holanda aparecieron los primeros aguafuertes y puntas secas.
El grabado sobre cobre permitía un trazo ligero, curvilíneo, más parecido al dibujo,