En consonancia con el tipo de carta, su prosa está menos elaborada que en otras ocasiones, algo que también se entiende por las circunstancias en las que tuvieron que ser escritas bastantes de estas cartas: el propio Moro anota que ha tenido que hacerlo con prisa.
Como se adelantó al inicio de la Introducción, todas las cartas dirigidas a Francis Cranevelt se ordenan cronológicamente y se sitúan al final de las recogidas en este volumen, aunque por la fecha en que fueron escritas, algunas debieran situarse antes de la dirigida a Bugenhagen y otras después; se procede así con el propósito de dotar de cierta unidad a la correspondencia con el mismo destinatario[66].
Los textos latinos de los que me he servido en esta ocasión han sido el establecido por Rogers (1947: 309-310) para la fechada el diez de agosto —probablemente de 1529— y los de Miller (1994) y Schulte Herbrüggen (1997) para el resto[67].
3. Algunos aspectos formales
El latín que utiliza Moro en bastantes de las cartas agrupadas aquí no está exento de dificultades, algo que se hace más patente en las más elaboradas[68] —como las dirigidas a Peter Giles o Edward Lee—, a la vez que muestran patentes rasgos de clasicismo[69]. En las cartas mencionadas se observa de modo particular le elección de un léxico poco común en algunas ocasiones, si bien en menor grado del que se encuentra en otras cartas también especialmente elaboradas, dado su tono filosófico y artístico[70]. La carta a Bugenhagen, sin embargo, parece escrita con más llaneza, probablemente por su intención apologética, de modo que pudiera entenderse con la mayor claridad posible la defensa que se realiza de la fe cristiana y lo que se señala como erróneo en el protestantismo. Por otro lado, y como ya se ha apuntado, el tono familiar en las cartas a Cranevelt tiene asimismo su reflejo en una sintaxis algo más simplificada.
Es abundante la presencia de períodos muy extensos, con diversos niveles y tipos de subordinación (completiva, consecutiva, concesiva, causal, temporal-causal, etc.), y con uso de conjunciones polivalentes, algo que dificulta en ocasiones la determinación del valor subordinante exacto. En el plano nominal, el gusto por ablativos sin preposición —justificado muy probablemente por la elegancia que aportan— supone un obstáculo para clarificar su noción semántica concreta.
En cuanto al plano discursivo, Moro lleva a cabo un uso muy bien estudiado de los conectores[71] (ergo, nam, sed, enim, etc.), algo vital para la estructuración del discurso en el género epistolar, facilitando así la identificación de distintos bloques temáticos, pasos argumentativos, etc.
En parte en el aspecto discursivo-informativo y a la vez en el plano sintáctico-pragmático, el autor se cuida también de utilizar de forma muy atinada las oraciones pseudo-finales con función de disjuntos[72], que bien pueden establecer el grado de veracidad de lo que se dice[73] o justificar el acto de habla[74]. Asimismo, se recurre con frecuencia a las estructuras Tema para enmarcar el asunto del que se va a tratar a continuación[75], del tipo quod ad religiones attinet…: non opinor…[76], quisquis…, apud eum…[77], etc.
El dominio de la lengua latina y sus recursos parece, pues, plenamente logrado en las obras de Moro.
4. Tipo de traducción
Excepto en el caso de las cartas cuya traducción que se presenta aquí por primera vez, hay algunas ocasiones en las que me he servido parcialmente de versiones ya existentes en otras lenguas[78]. Sin embargo, y como en el caso del volumen de cartas ya publicado[79], la clase de traducción que he preferido hacer es de tipo más bien filológico y no excesivamente libre siempre que ha sido posible; además de ello, trata de recoger la mayoría de los rasgos formales que están en el original, intentando no obviar dificultades de construcción netamente latinas que, sin embargo, no han de oscurecer desproporcionadamente la comprensión de la versión en la lengua de destino. Este modo de proceder, nada sencillo en muchos pasajes, trata de combinar el respeto por la particularidad estilística del autor y la transmisión del mensaje del texto.
Para facilitar esta difícil simbiosis he debido servirme en ocasiones de diversos procedimientos como el de seccionar oraciones especialmente extensas, si bien en casos aislados la práctica ha sido la contraria, esto es, la de unir oraciones separadas en el original con el propósito de dar una mayor fluidez a la secuencia argumentativa y a la concatenación de argumentos o hechos relacionados por diversas circunstancias (causa, consecuencia, tiempo, etc.). Otros recursos han llevado a realizar ajustes en la modalidad de algunas oraciones (declarativa, interrogativa, impresiva, exclamativa), de modo que la he variado con respecto a la que aparecía en la edición latina cuando ello parecía más acertado o claro.
Con el mismo objetivo de contribuir a la claridad y la fluidez en la lectura, he sustituido en algunos casos el Sujeto nominal por el pronombre que aparece en el texto latino o bien he introducido el mencionado nombre personal cuando el latín apunta solo la persona verbal; también he repetido en ocasiones el referente nominal de un Sujeto, Objeto u otro constituyente de la oración para facilitar su comprensión.
En esta misma línea, he procurado reducir en lo posible el abundante empleo de la pasiva, que en latín no resulta tan recargado o fatigoso como en castellano, ya que en muchos casos la lengua latina ha utilizado dicha voz pasiva para propiciar la cohesión textual; ahora bien, al tener cada lengua morfologías distintas y más variadas en latín que en castellano, en ocasiones he optado por la correspondiente formulación activa o por la pasiva refleja. Por otro lado, Moro se sirve con frecuencia de expresiones y oraciones parentéticas: las he mantenido en la medida de lo posible, aunque cuando me parecía que el nivel y tipo de giro lo aconsejaba, he sustituido los paréntesis por guiones o una expresión entre comas.
Por último, debo señalar que he realizado mi propia numeración por párrafos (§ x) según los que articulara habitualmente la edición seguida en cada caso para poder facilitar las referencias internas de la carta correspondiente.
Las abreviaturas utilizadas para referirme a obras y autores latinos de época clásica son las que establece el Thesaurus Linguae Latinae (ThLL)[80].
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