2 en., 3 may., 2 sept.
8Levantémonos, pues, de una vez, ya que la Escritura nos exhorta y nos dice: Ya es hora de levantarnos del sueño (Rm 13,11). 9Abramos los ojos a la luz divina, y oigamos con oído atento lo que diariamente nos amonesta la voz de Dios que clama (cf. Sal 118 [119],105; 2 P 1,17. 19; Jn 8,12; Ex 19,18-19; Mt 17,5) diciendo: 10Si oyeren hoy su voz, no endurezcan sus corazones (Sal 94 [95],8). 11Y otra vez: El que tenga oídos para oír, escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias (Ap 2,7; cf. Mt 11,15). 12 ¿Y qué dice? Vengan, hijos, escúchenme, yo les enseñaré el temor del Señor (Sal 33 [34],12; cf. 85 [86],11). 13Corran mientras tienen la luz de la vida, para que no los sorprendan las tinieblas de la muerte (Jn 12,35).
3 en., 4 may., 3 sept.
14Y el Señor, que busca su obrero entre la muchedumbre del pueblo al que dirige este llamado (cf. Mt 20,1-6; 1 Co 3,9), dice de nuevo: 15¿Quién es el hombre que quiere la vida y desea ver días felices? (Sal 33 [34],13; cf. 1 P 3,10-12) 16Si tú, al oírlo, respondes “Yo”, Dios te dice: 17“Si quieres poseer la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal, y que tus labios no hablen con falsedad. Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela (cf. Mt 19,16; Sal 33 [34],14-15). 18Y si hacen esto, pondré mis ojos sobre ustedes, y mis oídos oirán sus preces, y antes de que me invoquen les diré: Aquí estoy” (cf Is 58,9¸65,24). 19¿Qué cosa más dulce para nosotros, carísimos hermanos, que esta voz del Señor que nos invita? (cf. Sal 94 [95],7; Jn 3,29; 10,3-4. 16; Ap 3,20). 20Vean cómo el Señor nos muestra piadosamente el camino de la vida (cf. Sal 15 [16],11; Jr 21,8; Pr 6,23).
4 en., 5 may., 4 sept.
21Ciñamos, pues, nuestra cintura con la fe y la práctica de las buenas obras, y sigamos sus caminos guiados por el Evangelio, para merecer ver en su reino a Aquel que nos llamó (cf. Ex 12,11; Is 11,5; Lc 12,35; Mt 5,8; Ef 6,14-15; 1 Ts 2,12).
22Si queremos habitar en la morada de su reino, puesto que no se llega allí sino corriendo con obras buenas (cf. Sal 14 [15],1; Lv 23,33; 26,11; Hb 9,11), 23preguntemos al Señor con el Profeta diciéndole: Señor, ¿quién habitará en tu morada, o quién descansará en tu monte santo? (Sal 14 [15],1). 24Hecha esta pregunta, hermanos, oigamos al Señor que nos responde y nos muestra el camino de esta morada10 25diciendo: El que anda sin pecado y practica la justicia; 26el que dice la verdad en su corazón y no tiene dolo en su lengua; 27el que no hizo mal a su prójimo ni admitió que se lo afrentara (Sal 14 [15],2-3). 28El que apartó de la mirada de su corazón al maligno diablo tentador y a la misma tentación, y lo aniquiló, y tomó sus nacientes pensamientos y los estrelló contra Cristo (Sal 14 [15],4; 136 [137],9; cf. 1 Co 10,4; Ef 1,18). 29Estos son los que temen al Señor y no se engríen de su buena observancia, antes bien, juzgan que aun lo bueno que ellos tienen, no es obra suya sino del Señor (Sal 14 [15],4; cf. Jn 15,5), 30y engrandecen al Señor que obra en ellos, diciendo con el Profeta: No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria (cf. Sal 14 [15],4; Flp 2,13; Lc 1,46; 2,20; 17,15; Mt 16,20; 1 Co 12,6; Sal 113 [115],9 [1]). 31Del mismo modo que el apóstol Pablo, que tampoco se atribuía nada de su predicación, y decía: Por la gracia de Dios soy lo que soy (1 Co 15,10). 32Y otra vez el mismo: El que se gloría, gloríese en el Señor (2 Co 10,17; cf. Jr 9,22-23).
5 en., 6 may., 5 sept.
33Por eso dice también el Señor en el Evangelio: Al que oye estas mis palabras y las practica, lo compararé con un hombre prudente que edificó su casa sobre piedra; 34vinieron los ríos, soplaron los vientos y embistieron contra aquella casa, pero no se cayó, porque estaba fundada sobre piedra (Mt 7,24-25)11.
35Después de decir esto, el Señor espera que respondamos diariamente con obras a sus santos consejos (cf. Mt 7,28). 36Por eso, para corregirnos de nuestros males, se nos dan de plazo los días de esta vida. 37El Apóstol, en efecto, dice: ¿No sabes que la paciencia de Dios te invita al arrepentimiento? (Rm 2,4) 38Pues el piadoso Señor dice: No quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (Ez 33,11).
6 en., 7 may., 6 sept.
39Cuando le preguntamos al Señor, hermanos, sobre quién moraría en su casa, oímos lo que hay que hacer para habitar en ella, a condición de cumplir el deber del morador. 40Por tanto, preparemos nuestros corazones y nuestros cuerpos para militar bajo la santa obediencia de los preceptos, 41y roguemos al Señor que nos conceda la ayuda de su gracia, para cumplir lo que nuestra naturaleza no puede (cf. Ef 2,3; Rm 3,24). 42Y si queremos evitar las penas del infierno y llegar a la vida eterna, 43mientras haya tiempo, y estemos en este cuerpo, y podamos cumplir todas estas cosas a la luz de esta vida (cf. 2 Co 5,6; Jn 12,35), 44corramos y practiquemos ahora lo que nos aprovechará eternamente (cf. 1 Co 9,24; 2 Tm 4,7)12.
7 en., 8 may., 7 sept.
45Vamos, pues, a instituir una escuela del servicio divino, 46y al hacerlo, esperamos no establecer nada que sea áspero o penoso (cf. Mt 11,29. 30). 47Pero si, por una razón de equidad, para corregir los vicios o para conservar la caridad, se dispone algo más estricto, 48no huyas enseguida, aterrado, del camino de la salvación, porque éste no se puede emprender sino por un comienzo estrecho (cf. Mt 7,14; Hch 16,17; Col 2,6-7). 49Mas cuando progresamos en la vida monástica y en la fe, se dilata nuestro corazón, y corremos con inefable dulzura de caridad por el camino de los mandamientos de Dios (cf. Sal 118 [119],32; 1 P 1,8). 50De este modo, no apartándonos nunca de su magisterio, y perseverando en su doctrina en el monasterio hasta la muerte, participemos de los sufrimientos de Cristo por la paciencia, a fin de merecer también acompañarlo en su reino (Hch 2,42; Flp 2,8; 2 Jn 9; 1 P 4,13; Col 1,24; Rm 8,17)13. Amén.
6. Traducción: Pablo Saenz, osb, Monje de San Benito de Luján.
7. Cf. también Ez 2,8; 3,10; Lm 3,25-28; Pr 8,32-35.
8. Cf. Tb 4,19.
9. Otras versiones leen: “nos entregue”.
10. Cf. Ex 15,13; Sal 24 (25),8-12; Jn 14,23.
11. Cf. Mt 13,23.
12. Cf. asimismo Mt 19,16-22.
13. Cf. 2 Tm 3.
Capítulo 1: Las clases de monjes
8 en., 9 may., 8 sept.
1Es sabido que hay cuatro clases de monjes.
2La primera es la de los cenobitas, esto es, la de aquellos que viven en un monasterio