En el monasterio se oye la voz del Señor que sigue hablando “a las Iglesias” por las Escrituras y por el Abad, que hace las veces de Cristo en la casa de Dios (Prólogo y caps. 2-7). En el monasterio se hace sentir la respuesta de la Iglesia alabando y rezando a su Creador (caps. 8-20). En la comunidad monástica se hace presente el Buen Pastor cuidando por la integridad de su rebaño y alentándolo con el perdón y la corrección fraterna (caps. 21-30). En el monasterio se continúa la primitiva Iglesia de los Hechos de los Apóstoles, donde todos ponen sus bienes en común y reciben según sus necesidades, en el servicio mutuo y en la Comunión fraterna (caps. 31-38). A continuación, la Regla revela lo que es la jornada concreta de un hombre bajo la mirada de Dios, donde hasta el más pequeño e insignificante elemento de la vida humana se une con lo divino “para que en todo sea Dios glorificado” (caps. 39-57).
Por último, san Benito contempla la vida y la formación de esa pequeña Iglesia doméstica –la familia monástica– escrutando las disposiciones íntimas que deben animar a cada uno de sus miembros y consolidándola con vínculos de fe y caridad que estrechan y hermanan a sus miembros con lazos más fuertes que los mismos vínculos de la sangre (caps. 58-72).
Y toda la Regla termina en un Epílogo (cap. 73) que apunta con toda su fuerza a la verdadera patria del monje, haciendo del monasterio una casa ubicada entre dos ciudades: la de la tierra y la del Cielo, y que por eso señala a cada generación la orientación última y definitiva de todas las cosas.
Esa es la sabiduría que se esconde en la Regla de san Benito: un conocimiento del hombre que tiene su origen en la misma mirada de Dios y que por eso es capaz de entrar en su corazón y a partir de allí invadir con su presencia todas las dimensiones de la vida humana.
Estructura de la Regla5
Los estudiosos concuerdan en señalar que la Regla de san Benito fue escrita gradualmente, recibiendo sucesivos retoques, fruto de su experiencia y maduración. Esto hace que no posea una estructura rigurosa, y que en capítulos distantes vuelva a tratar materias que parecían ya acabadas. Sin embargo, existe una estructura de base que es provechoso conocer pues da una mejor orientación para comprender el contenido mismo del texto.
PRÓLOGO DE LA REGLA
I. CONSTITUCIÓN ORGÁNICA DEL MONASTERIO | Caps. |
a) Personal: los cenobitas | 1 |
b) La autoridad del Abad | 2 |
c) Los hermanos. Su consejo | 3 |
II. EL ARTE ESPIRITUAL (ascesis) | |
Los instrumentos del arte espiritual | 4 |
Disposiciones fundamentales: | |
a) Obediencia | 5 |
b) Silencio | 6 |
c) Humildad | 7 |
III. LA ORACIÓN | |
1. El Oficio Divino: su ordenamiento | 8-20 |
El Oficio Divino en las noches | 8-11 |
El Oficio Divino en las mañanas | 12-13 |
El Oficio Divino en las fiestas | 14 |
El Alleluia | 15 |
El Oficio Divino durante el día | 16-18 |
2. Disposiciones interiores en la oración | 19-20 |
IV. LA ORGANIZACIÓN INTERNA DEL MONASTERIO | 21-52 |
RÉGIMEN INTERIOR | 21-30 |
1. Agrupación por decanias | 21 |
2. Los dormitorios | 22 |
LA DISCIPLINA REGULAR | 23-30 |
La medida de la excomunión | 23-26 |
Cuidado de los excomulgados | 27-28 |
Readmisión de los que salieron | 29 |
Disciplina con los menores | 30 |
LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES | 31-34 |
El Mayordomo | 31 |
Las herramientas del monasterio | 32 |
La desapropiación del monje | 33 |
La distribución de los bienes | 34 |
LA MESA CONVENTUAL | 35-42 |
Los servidores de cocina y de la mesa | 35 |
El régimen y trato de los enfermos | 36 |
Los ancianos y los niños | 37 |
El lector de la mesa | 38 |
La medida de la comida | 39 |
La medida de la bebida | 40 |
El horario de las comidas | 41 |
La conclusión del día | 42 |
EL ORDEN PENITENCIAL DEL MONASTERIO | 43-46 |
Penitencia para los que llegan tarde | 43 |
Penitencia para los excomulgados | 44 |
Penitencia para los que yerran en el Coro | 45 |
Penitencias para otro tipo de faltas | 46 |
La señal para los oficios divinos | 47 |
EL TRABAJO, LA LECTURA, LA ORACIÓN | 48-52 |
El ritmo de trabajo-lectura | 48 |
El régimen de la vida cuaresmal | 49 |
Oración en el trabajo o de viaje | 50 |
La separación del mundo | 51 |
El Oratorio | 52 |
V. EL MONASTERIO Y EL MUNDO | 53-57 |
Los huéspedes | 53 |
Cartas o regalos | 54 |
Distribución de lo necesario | 55 |
La mesa del Abad con los huéspedes | 56 |
Actividades comerciales | 57 |
VI. LA RENOVACIÓN DE LA COMUNIDAD MONÁSTICA | 58-65 |
Ingreso en la comunidad monástica | 58-59 |
Candidatos clérigos | 60 |
Candidatos monjes | 61 |
Los monjes sacerdotes | 62 |
El orden de la Comunidad monástica | 63 |
El nuevo Abad, elección, institución | 64 |
El prior, su relación con el Abad | 65 |
VII. PRIMERA CONCLUSIÓN DE LA REGLA | |
La clausura del monasterio, la Regla | 66 |
VIII. COMPLEMENTOS A LA REGLA | 67-72 |
Los monjes enviados de viaje | 67 |
La obediencia en cosas imposibles | 68 |
Presunción de los hermanos | 69-70 |
La obediencia mutua entre los hermanos | 71 |
El celo bueno y la caridad fraterna | 72 |
IX. EPÍLOGO DE LA REGLA | 73 |
1. Abad Fernando Rivas, osb. Abadía de San Benito de Luján, Argentina.
2. Cf. R. MOLINA PIÑEDO, San Benito. Fundador de Europa, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1980 (BAC popular, 23).
3. A. BORIAS, Règle de Saint Benoît, Turnhout, Brepols, 1987, pp. xxxii-xxxiii
4. Cf. El mensaje de Juan Pablo II en Montecasino de 1979:
5. Para completar este apartado, cf. García M. Colombás – Iñaki Aranguren, La Regla de San Benito, Madrid, La Editorial Católica, 1979, pp. 17 ss. (BAC 406).
SAN BENITO: LA REGLA DE LOS MONJES6
Prólogo
1 en., 2 may., 1 sept.
1Escucha, hijo, los preceptos del Maestro, e inclina el oído de tu corazón; recibe con gusto el consejo de un padre piadoso, y cúmplelo verdaderamente (cf. Pr 1,8; 4,1. 20; 6,20; Sal 44 [45],11; Si 6,35; 51,21; Dt 6,4; Mc 12,29)7. 2Así volverás por el trabajo de la obediencia, a Aquel de quien te habías alejado por la desidia de la desobediencia (cf. Gn 3,17; Rm 5,19). 3Mi palabra se dirige ahora a ti, quienquiera que seas, que renuncias a tus propias voluntades y tomas las preclaras y fortísimas armas de la obediencia, para militar por Cristo Señor, verdadero Rey (cf. Dt 30,14-16; Mt 27,37; Jn 5,24; 18,37; Rm 13,12; 2 Co 6,7; Ef 6,13-17; 2 Tm 2,3-4. 5; Ap 3,8).
4Ante