Fig. 14. Pedro de Mena. Ecce-Homo. 1673. Monasterio de las Descalzas Reales, Madrid.
5.4.Otras obras maestras en Málaga
Sin duda el viaje a la corte y su larga secuela de encargos, sostenidos casi hasta el final de sus días, reforzó el prestigio de Mena en Málaga, siendo distinguido como Familiar del Santo Oficio (1678) y Teniente de Alcaide del Castillo de Gibralfaro (1679). El volumen de obra de Mena en la década de 1670, cuando se multiplican los ejemplos firmados y fechados, atestigua la plenitud creativa de Mena pero también el rendimiento intenso de su taller, amén de los escultores ya formados que recibieron su impronta, como Jerónimo Gómez de Hermosilla. El desaparecido Cristo de la Buena Muerte de Málaga fue un encargo del obispo fray Alonso de Santo Tomás, para el cenobio de los dominicos malagueños. La suavidad anatómica y el aplomo compositivo se relacionaban con Cano[48], pero la intensidad descriptiva del rostro, de acusado dramatismo, viraba al gusto por lo directo y expresivo de Mena. En la misma iglesia de Santo Domingo desapareció un excepcional tondo de la Virgen de Belén, del que Sánchez-Mesa identificó la cabeza, único resto del grupo. Condicionada por el recuerdo de Cano, abre paso a una prolija serie de la Virgen con el Niño, en la que descuella la Virgen de Belén del Museo de la Catedral de Granada, que ya muestra la opción personal por la simplificación en el juego de pliegues de las telas a base de ritmos cada vez más lineales y profundos, así como en la simplicidad de volúmenes en el rosto de María y en el cuerpo del Niño[49]. La intimidad del tema se extiende a otras tres imágenes que lo interpretan con la figura de María completa: la Virgen con el Niño de la parroquia de Purchil (Granada), la Divina Pastora de la misma parroquia —que en origen debió ser una Sagrada Familia, como suponen Orozco y Gila Medina— y la Virgen con el Niño de la de la catedral de Cuenca (1683).
Son años de abundantes encargos y sólido prestigio para Mena, que sigue surtiendo desde Málaga a clientes desde distintas ciudades. A este periodo corresponden un San José con el Niño (1674) y una Inmaculada (1676) en la iglesia de San Nicolás de Murcia, el San José del Museo de la Catedral de Málaga, el Niño Jesús señalando el cordero del Museo de Bellas Artes de Sevilla y un encargo de gran importancia, las estatuas orantes de los Reyes Católicos, en la capilla mayor de la catedral de Granada (1675-1676), de las que se conservan sendos dibujos previos del escultor; el preciosismo y la monumentalidad, por un lado, la sujeción a un modelo retratístico bien definido como personajes regios que son, por otro, definen unas esculturas de alto coste y gran fama[50].
5.5.Las versiones de taller
Después de enfermar gravemente de peste en 1679, Mena parece entrar en una etapa más especulativa, en la que cosecha lo sembrado en una fecundísima trayectoria artística y lo alcanzado en cuanto a bienes y prestigio social. Junto a obras de un componente descriptivo y expresivo mayor, como es el caso de algunos de sus bustos de Ecce-Homo, una de las creaciones más originales y afortunadas del autor, desarrolla también una línea, muy apta para el trabajo del taller, de simplificación formal que parece geometrizar las formas, sujetar el volumen a la disciplina de la línea, en una clara sinergia con el dibujo que se inspira claramente en los expedientes plásticos del racionero. En algunos bustos de Dolorosa, por ejemplo, se observa esta tendencia en la perfección esférica de la cabeza o a la planitud de las mejillas, junto a la disposición convencional del plegar de las telas, alcanzando una rara perfección. Distintos ejemplos de este tema (catedral de Cuenca, iglesia de la Victoria de Málaga, Descalzas Reales de Madrid, Museo de Bellas Artes de Granada), en paralelo a parejos bustos del Ecce-Homo, evidencian variedad compositiva pero desigual calidad y atestiguan la pujanza del taller.
A pesar de la evidente participación del taller, sigue recibiendo encargos de prestigio como la Inmaculada para la capilla del Obispo Salizanes de la catedral de Córdoba (1679). El proceso de simplificación formal se justifica aquí en la contemplación a distancia que posee como imagen de retablo, acompañada en él por san José y santa Ana, que debió realizar entre 1680 y 1682, más teatralizadas pero con idénticos parámetros técnicos y formales. Dejaba inacabada una Inmaculada para el Duque de Arcos (que debe ser la de Marchena) al morir el 13 de octubre de 1688. Cumpliendo su voluntad, fue enterrado en la entrada del iglesia del convento cisterciense de Santa Ana, donde profesaran sus hijas y donde tuvo fundada memoria de misas que acompañó con la donación de unos bustos de Ecce-Homo y Dolorosa.
6.JOSÉ DE MORA (1642-1724) O EL BARROCO ESPIRITUAL
Parientes de los Mena, no menos prolífica será la saga de los Mora, que aporta al arte granadino, amén de un puñado de obras magistrales por parte del más importante vástago, José, unos modelos que resultan definitivos en la consecución de un modo granadino, de un aura de escuela inconfundible que alumbra la mayor parte de la escultura granadina del siglo XVIII[51].
6.1.El inicio de la saga: Bernardo de Mora (1614-1674)
Nacido en la villa mallorquina de Porreras en 1614, su trayectoria conocida documentalmente se inicia en Baza (Granada) hacia 1640, sin duda buscando mejores perspectivas profesionales en la alta Andalucía, donde se encontraba avecindado su hermano Juan de Mora. Se enrola entonces en el taller del escultor Cecilio López, natural de Granada y cuñado Alonso de Mena, donde perfecciona su oficio en obras tanto de escultura como de retablos y sella su participación en el taller al modo tradicional, casando con la hija del maestro, Damiana López Criado y Mena. Su primogénito José, nacido en 1642, será el más afamado escultor de la saga.
La muerte en Granada de Alonso de Mena en 1646 impulsa su traslado a esta ciudad, donde se le abrían nuevas expectativas profesionales. No conocemos con certeza la actividad del padre de los Mora en los inicios de su periplo granadino, pero la crítica señala la preciosa Inmaculada de la parroquia de San José de Granada como obra suya anterior al retorno de Alonso Cano en 1652, imagen en la que busca propuestas originales en la investigación de los modelos iconográficos y plásticos de Alonso de Mena. Su relación con el taller de sus parientes los Mena le permite recibir de lleno el impacto estético que representa la vuelta de Cano y, de hecho, Pedro de Mena le traspasaba a su marcha a Málaga el encargo de un Ecce-Homo para la Capilla Real (1658), donde profundiza en una temática tan de la plástica granadina como la del Ecce-Homo de busto, con cierta independencia de criterio que dulcifica las propuestas más expresivas de Mena.
Sin proponérselo, alcanzaba entonces Bernardo de Mora la primacía de la escultura granadina, ausentes Cano (en la corte entre 1657 y 1660) y Mena (avecindado desde 1658 en Málaga, aunque manteniendo sólidos lazos con Granada). Se evidencia no solo el acceso a un nuevo horizonte estético sino su plena inserción en los circuitos de relación social y artística granadinos, lo que le permitiría acceder a nuevos encargos y propiciaría la prosperidad del taller familiar. Entre esos encargos se encuentra la traza para el retablo mayor de la iglesia de las Angustias (hoy en la parroquia de Santa María de la Alhambra), que diseña en 1665 con indudable influjo canesco en muchas de sus opciones decorativas y rasgos estructurales, y la decoración escultórica de la fachada del mismo templo, incluyendo el grupo de la Piedad, realizado junto a su hijo José entre 1665 y 1666. Es el momento de la consolidación del taller familiar, en el que se irían incorporando sus tres vástagos escultores (José, Bernardo hijo y Diego) aunque existen pocas obras documentadas de Bernardo de Mora. Entre ellas se encuentran acertadas creaciones, como el San Miguel de su ermita en el Cerro del Aceituno (1675) y el San Juan de Dios de su basílica granadina (hacia 1679), que cualifican el oficio de un veterano escultor, que aún supo madurar su arte al contacto con Alonso Cano e incluso con la personal evolución de su hijo José, como acreditan las ensimismadas cabezas de estas figuras.
Hacia 1680 debió emanciparse José de la disciplina familiar, justo antes de las desavenencias que causa el matrimonio en secreto de Diego con el ama de llaves de la casa en octubre de 1682, que marcó cierta inestabilidad en el clan. No conocemos obras tardías, amén de las ya citadas,