La nota predominante en la liturgia cartujana es la simplicidad. Esta simplicidad resplandece en todo; el ornato del altar es sencillo y austero, como austero y sencillo es el canto que ejecutan los monjes viva et rotunda voce, sin ningún acompañamiento de instrumentos y conforme a las antiquísimas melodías gregorianas de sus libros litúrgicos.14 No se usan dalmáticas; el subdiácono asiste en el coro con su hábito monacal, y solo baja de su sitio para cantar la epístola en medio del coro.15 El diácono sirve al celebrante, cuando su ministerio es necesario, revestido de la cogulla eclesiástica,16 y tan solo para cantar el Evangelio toma la estola. Se prescinde en la Cartuja de la capa pluvial, del velo para cubrir el cáliz y de la bolsa para guardar los corporales.17 No se conoce allí la sobrepelliz. En el altar, en lugar de atril, se hace uso, según antigua costumbre, de una almohada del color de los ornamentos del día.
A esta simplicidad añaden los cartujos una exquisita limpieza. Véase cómo se expresan los Estatutos, al tratar de los ornamentos de la iglesia: Omnia autem praedicta munda sint et honesta ac religiosa, et praesertim corporale et palla altaris quam purissima sint, et quoties opus fuerit mutentur quemadmodum et alia quaeque tam Sacerdotis quam altaris paramenta: et in his curandis volumus sacristam cum omni diligentia invigilare ne quid vile, aut ruptum, vel sordidum in sacrosancto altaris ministerio appareat. Ordenan, además, los mismos Estatutos que todos los lienzos del culto divino se laven dentro del claustro de los monjes, por manos de los mismos sacerdotes, y que en ninguna manera se den a lavar a otras personas, y mandan que el agua o lejía con que se lavan se eche en lugar limpio y decente, y que cuando los lienzos y otros sagrados ornamentos estuvieren inservibles, que no se saquen de la iglesia, ni sirvan para otra cosa alguna, sino que allí se consuman o se quemen, y las cenizas se echen en la piscina del altar.18
Sentados ya estos preliminares, entremos en el estudio interno de la liturgia que se observa en la orden de la Cartuja.
12 Es cosa sabida que antiguamente había un solo altar en cada templo, en el que se celebraba la Misa solemne. Para las Misas privadas que se rezaban por devoción, había oratorios alrededor del templo. Los Padres de la Iglesia san Ignacio, san Cipriano, san Ireneo, Tertuliano y san Jerónimo hacen expresa mención del único altar en cada templo. En el siglo vi aparecen ya en la Iglesia latina varios altares en un mismo templo, y desde entonces se fueron multiplicando a medida que se propagó la práctica de la Misa privada cotidiana. Entre los griegos se conservó a través de los siglos el único altar, como símbolo de la unidad de la fe, de la unidad del sacrificio, de la Iglesia y de los Sacramentos. Las Misas privadas se celebraban en las parecclesiae, o sea en unos oratorios edificados cerca del templo, pero separados de él. Benedicto XIV, en su Constitución Etsi, concede que puedan multiplicarse los altares en las iglesias de los griegos.
En las iglesias cartujanas suele haber en el coro de los legos, dos altares, uno a cada lado de la puerta que comunica dicho coro de los legos con el de los monjes.
13 Cf. Martene, De antiquis Ecclesiae ritibus, l. I, c. IV, art. 8, n. 22.
14 Pío XI, Const. Apost. Umbratilem, 8 julio 1924. (Cf. Acta Apostolicae Sedis, vol. XVI, pág. 388).
15 Mejor diríamos que el oficio de subdiácono no existe en la Cartuja, y que la epístola la canta un monje de los ordenados in sacris, previamente designado para ello. En defecto de ordenados in sacris que no son todavía sacerdotes, el encargado de cantar la epístola es, regularmente, el P. Procurador.
16 Distinguen los Cartujos dos clases de cogulla: la monástica que consiste en el ancho escapulario que usan siempre los monjes, y la eclesiástica muy parecida a la cogulla benedictina, o sea, una ancha túnica talar, de lana blanca, con su capucha. Esta cogulla la visten el sacerdote y el diácono para la Misa conventual, sobre la cogulla monástica.
17 La bolsa para corporales solo se usa en las Misas que se dicen en el Altar Mayor.
18 Cf. Molina. Instrucción de Sacerdotes, Tratado III, cap. XVII, §. III.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.