Pero no todo han sido reflexiones académicas. Además de los cien años de la disciplina, de manera coincidente con las dinámicas internacionales, la práctica de las relaciones internacionales se encuentra en un proceso de cambio. Aún no se sabe si este se convertirá en una crisis o simplemente en una transición hacia algo más o algo diferente. Lo cierto es que es una oportunidad para considerar cómo se piensa y para qué se hace el análisis. El ascenso de gobiernos populistas, la amenaza a la democracia y la vulneración de los derechos humanos son ejemplos de la incertidumbre que se presenta para los valores liberales. De hecho, la gama se expande y los desafíos a la gobernanza global se multiplican. Por un lado, como resultado de las crecientes críticas al funcionamiento de las organizaciones intergubernamentales; por el otro, como resultado de la desconfianza que generan las prácticas del multilateralismo; pero es también menester insistir en los “nuevos” agentes que emergen como catalizadores de los cambios en lo que se conoce como el “orden internacional”.
Sin duda hay temas nuevos, muchos de los cuales devienen de los cambios tecnológicos –las criptomonedas, la inteligencia artificial, el big data, entre otros–; de los daños ambientales –cambio climático, pérdida de diversidad biológica, extracción y agotamiento de recursos naturales o de amenazas persistentes, tradicionales y no tradicionales–; crimen organizado transnacional, violencia política, ciberataques. Todo ello sumado al hecho de que la economía internacional aún no se recupera de la crisis económica de 2008. Más grave aún, al cierre de la edición de esta publicación emerge una nueva crisis mundial ni siquiera considerada por los internacionalistas, como es la del coronavirus (Covid-19). Una pandemia que se extendió desde China al mundo entero, y a pesar de otros brotes virales (SARS, la gripe AH1N1, ébola, entre otras), que ya habían hecho presencia en otros continentes, los analistas internacionales no la tenían en la mira.
Los riesgos, las amenazas o, mejor, las narrativas de seguridad, han llevado no solo a discusiones sobre lo internacional, sus límites y potencialidades, sino que han demostrado lo incapaz que ha sido la disciplina para describir, entender, explicar o interpretar esos fenómenos. Por ello, en los últimos años, ha habido una profusa publicación de textos que intentan dar cuenta de lo que sucede y proponer avances en la disciplina para entenderlos. Algunos de ellos se reseñan a continuación.
En On Cultural Diversity. International Theory in a World of Difference, Reus-Smit (2018) ratifica la importancia de la cultura para estudiar los asuntos internacionales. Demuestra el mal uso que se le ha dado al término en las teorías de Relaciones Internacionales. Por ello, propone el concepto de régimen cultural para explicar los cambios y las tendencias en el ámbito internacional.
Un año antes, Katzenstein y Seybert (2018), como editores del libro Protean Power: Exploring the Uncertain and Unexpected in World Politics, reivindican la inclusión del concepto de incertidumbre y su relación con el tema central en las Relaciones Internacionales: el poder.
Por su parte, en The Myth of International Order. Why Weak States Persist and Alternatives to the State Fade Away, Chowdhury (2017) considera que los análisis internacionales se han equivocado en partir de algo que no existe: el Estado de tipo weberiano. Por ello, cree que la organización estatal se debe entender como tendiente a las crisis y a la incapacidad de actuar como resultado de su propio origen y naturaleza.
En el libro Chaos in the Liberal Order. The Trump Presidency and International Politics in the Twenty-First Century, los internacionalistas Jervis, Gavin, Govner y Labrosse (2018) proponen diversas aproximaciones para explicar y anticipar los efectos de la presidencia de un personaje como Donald Trump en el ámbito de las relaciones internacionales. Mientras tanto, Snyder (2018), en su ensayo The Road to Unfreedom: Russia, Europe, America propone una explicación de las tendencias detrás de la llegada de un gobierno de corte populista a la presidencia de Estados Unidos. Otros más, reaccionan ante la llegada de este tipo de gobiernos. Fukuyama (2018), pensador que ha participado en casi todos los debates sobre temas internacionales, desde finales de la década de los ochenta, publicó Identity: The Demand for Dignity and the Politics of Resentment. En este libro explica el ascenso de esos gobiernos como una reacción de algunos grupos que se consideraron no solo afectados por los cambios económicos, sino por las reivindicaciones sociales, resultado del proceso de globalización.
En lugar de explicar, Levitsky y Ziblatt (2018), en su bestseller How Democracies Die proponen un proceso en el cual, las democracias más frágiles, que han creído en la paz democrática, tienden a desaparecer.
Del lado de las preocupaciones en Economía Política Internacional, The Great Leveler. Violence and the History of Inequality from the Stone Age to the Twenty-First Century, de Scheidel (2017), aborda la discusión que iniciaron Piketty et al. (2015) sobre la desigualdad, en su libro El capital en el siglo XXI.
UNA CONTRIBUCIÓN ADICIONAL
Los más reconocidos académicos han intentado anticipar las consecuencias del cambio que se observa, algunos han propuesto maneras de anticipar este cambio. Queda un punto importante para resaltar: pocos son los textos que ubican a la reflexión de las Relaciones Internacionales desde una perspectiva latinoamericana. El Observatorio de Análisis de los Sistemas Internacionales (Oasis), de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia inició, en 2017, un proyecto conjunto para (re)pensar las teorías que han explicado lo internacional. Un primer producto fue publicado en 2018, bajo el título Teorías sobre relaciones internacionales. Perspectivas y lecturas desde América Latina. En ese libro, diez investigadores del Observatorio hicieron una revisión de algunos vacíos o elementos que son problemáticos en el desarrollo teórico de la disciplina. No obstante, pueden ser revisados, complementados o generar mayores avances en los estudios internacionales.
El libro que el lector tiene en sus manos es una continuación de ese esfuerzo. En esta ocasión, algunos investigadores continuaron en sus propuestas del primer volumen y otros más se integraron en esta segunda etapa. Los documentos buscan proponer ajustes teóricos que sirvan a las relaciones internacionales en su intención de describir, explicar, entender o interpretar lo que sucede en el ámbito internacional. Un hilo conductor integra todas las reflexiones: la discusión frente al papel del Estado en la comprensión de las dinámicas internacionales. Como se mencionó, el estadocentrismo de la disciplina es algo que causa controversia. En los resultados de las propuestas acá consignadas, ese debate se reproduce. Por ello, la organización de capítulos parte de las propuestas que cuestionan si existe la necesidad de seguir discutiendo sobre el papel del Estado; otras, con una visión crítica, analizan a este agente y ponen el foco en otros, como la Sociedad Civil Global. No faltan los defensores del estadocentrismo, en su arista internacional, como constituyente de organismos intergubernamentales.
Frasson-Quenoz parte de la concepción según la cual, desde antes del fin de la Guerra Fría, la disciplina de Relaciones Internacionales ha estado en un momento de reevaluación de los conocimientos que ha producido desde su creación. No solo se cumplen cien años de investigación científica, sino que los fundamentos de las relaciones observadas se están reordenando. En ese contexto de cambios de la praxis y la episteme, un grupo de académicos está proponiendo abrir la disciplina a conocimientos que, hasta el momento, habían sido apartados de la institución académica. Este esfuerzo de redefinición de la disciplina de Relaciones Internacionales en Global IR es ampliamente difundido y promete abrir el mercado de las epistemes a la libre competencia. En un intento por proyectarse en el mercado de ideas latinoamericano