En este sentido, la situación antes expuesta provoca una pérdida de identidad campesina, al verse desvinculados de la vida en el campo, sobre todo entre los que quedaron fuera del proceso de parcelación y debieron buscar nuevas oportunidades, migrando en este caso a la ciudad de Los Lagos, donde claramente tuvieron que sortear grandes dificultades como la falta de apoyo y la presencia de escasas fuentes de trabajo.
Aun así, en el día de hoy sigue existiendo entre los excampesinos asentados y exdirigentes campesinos un fuerte apego a la tierra, a las actividades que en este espacio se realizan, mientras la Reforma Agraria es recordada como un proceso que marcó sus vidas y la vida de la comuna misma, formando parte de la historia y la memoria individual y colectiva de este territorio.
A modo de conclusión
Desde la perspectiva de la R.A., los años sesenta-setenta constituyen una manifestación de la presencia de un gran florecimiento de la conciencia humana, cansada de la injusticia y la desigualdad con que hasta ese momento se había construido la historia. Conciencia activa, que se mostró dispuesta, comprometida y políticamente decidida a construir lo contrario, es decir, justicia e igualdad social en la tierra.
Más allá de las conveniencias político-económicas y de los temores sociopolíticos del momento –todos muy reales–, podemos apreciar en aquellos grupos que emprendieron la tarea de la R.A. por la vía legal-estatal, la presencia de una íntima convicción acerca de la necesidad y la urgencia de poner límite a la opresión del hombre por el hombre, tal como se daba ancestralmente en la tierra de Chile/América. Sobre este fundamento ético y en este horizonte de sentido, en el lapso de tres gobiernos sucesivos, que representaron a los tres espectros políticos existentes en Chile, la R.A. fue realizándose como un proceso que encarnaba y portaba en sí aquella voluntad política amplia y consensual. Intentando superar los intereses particulares de una clase privilegiada, la R.A. se puso en marcha, en la década de 1960 hasta septiembre de 1973, en pos de la construcción de una nueva nación, desde la justa distribución de la propiedad agraria y desde la voz de aquellos más silenciados de la Tierra.
Desde esta perspectiva procesual, hemos querido comprender el fenómeno de la R.A.-UP como parte de este proceso ampliado que, en tres etapas sucesivas, fue preparando al Estado chileno y entregándole las herramientas legales e institucionales necesarias para acometer, con toda legitimidad política, dicha tarea histórica. Es así que, como tercer momento del proceso de Reforma Agraria, la R.A.-UP contó con el terreno legal e institucional preparado y el proceso de reforma iniciado, pudiendo realizar, desde este doble puntal, la finalización y culminación de la tarea y misión comprometida, desde los años sesenta, por el Estado chileno ante la sociedad y la historia.
Cuando hablamos de finalización y culminación nos referimos a la continuación y cumplimiento total de la tarea de las expropiaciones según mandato de la ley, a lo largo y ancho del territorio nacional, así como a la ampliación de la participación y organización del campesinado a través de los Consejos Comunales Campesinos, abarcando más allá del campesino-reformado y del sindicato campesino, a todos los sectores y rostros del campesinado, quien se constituía en el sujeto-eje articulador de la participación de los diversos grupos sociales no patronales de los territorios, comunas y localidades del país. La R.A.-UP fue el momento en que el «campesinado» fue visualizado como «sujeto» autónomo, en y por sí mismo, siendo apoyado institucionalmente por el Estado para construirse como «poder campesino» propiamente tal, capaz de diseñar sus propias políticas y de decidir sus formas de relacionarse y sus modelos de trabajo, incluyendo a todas las figuras del campesinado territorialmente configurado y cooptando a otros grupos sociales aledaños. Se llevaba, así, a cabo una histórica inversión del secular pacto Estado-clase terrateniente, hacia un pacto Estado-campesinado, que suponía el reconocimiento del campesino como sujeto con plena soberanía: acto de «inversión» de pacto que, sin duda, constituía un fenómeno revolucionario por sí mismo; revolución que aún vive en la conciencia herida de sus testigos y protagonistas.
En definitiva, a través de esta culminación histórica que adquiría la Reforma Agraria como organización y poder campesino, se ponían los fundamentos en Chile de una Democracia Social y Territorial ampliada, llamada a transformar, desde la base misma, el régimen político y social en Chile. Democracia Social Territorial que era una clara manifestación de que la R.A.-UP, lejos de dar paso a una centralización-estatización de la reforma y del agro, generaba una amplia democratización social que irradiaba hacia todos los territorios del país, descentralizándolos desde la voz y el mentón levantado de los otrora oprimidos, quienes poco a poco supieron nombrar, a cielo abierto, sus derechos, sus proyectos y sus sueños.
El golpe militar-civil de 1973 y el terror institucional que ello desencadenó fue la violenta vía política-institucional utilizada por las clases terratenientes y la derecha económica y política para la interrupción de este proceso. Violencia a través de la cual se violaron, una vez más, los derechos humanos y la vida de los campesinos y, en segundo lugar, se violó la legalidad vigente en materia de Reforma Agraria, la cual había sido fruto de un largo proceso de concordancia política nacional: es decir, se violó la soberanía ciudadana chilena propiamente tal. En suma, dicha violencia estatal-civil violó el amplio consenso histórico alcanzado en vista de levantar un pacto Estado-Pueblo/campesino para la construcción de un proyecto de nación inclusiva, justa y democrática. A través de la liquidación del proceso de R.A., se involuciona históricamente y se regresa al pacto Estado-clase propietaria y terrateniente, violándose la propia nación.
El campesinado chileno, una vez más, con el despliegue de todas las armas de hierro, fue violentado y engañado por el propio Estado que, días antes, en nombre de la Ley, lo liberaba…; la nación chilena, era así negada e imposibilitada de ser y de construir su democracia o su sociedad como «comunidad».
Somos sobrevivientes de esta violación, cuyo acto de pedofilia política construye nuestra sociedad hace cuarenta años. Ha llegado ya el tiempo propicio para la apertura de su caso, de su revisión y reparación. Así lo anhelan los campesinos que sufrieron directamente sobre sus cuerpos la violación; así lo espera la nación que aún busca su «comunidad» y su «democracia».
Es la tarea de la nueva generación que ya está abriendo la alameda de su conciencia.
Niebla, octubre, 2013
3 Este texto surge del interés suscitado y el conocimiento histórico generado sobre el problema de la tierra y la cuestión campesina en Chile a partir del Proyecto Fondecyt Nº ١١١٠٢٨٥, actualmente en curso, titulado «Cuestión campesina y políticas sociales rurales en el Frente Popular y gobiernos radicales, Chile, 1936-1952». Asimismo, el punto 5 de este texto ha surgido de la tesis de grado de autoría de Flor Recabal, titulada, «Campesinos del área reformada en la comuna de Los Lagos durante la Unidad Popular: memoria de algunos de sus protagonistas», Tesis de Grado para optar al título de Profesora y al grado de Licenciada en Historia y Ciencias Sociales, Instituto de Historia y Ciencias Sociales, Universidad Austral de Chile, Valdivia, 2013.
4 M. Angélica Illanes es doctora en Historia y académica del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Austral de Chile. Flor Recabal es profesora y licenciada en Historia y Ciencias Sociales de Universidad Austral de Chile y colaboradora docente en el Instituto de Historia y Ciencias Sociales, UACH.
5 «Defenderemos las fronteras económicas de la patria. La Reforma Agraria, hecho irreversible», Discurso de Salvador Allende en Talca el sábado 6 de marzo de 1971, La Nación, 13 de marzo de 1971.
6 Programa Básico del Gobierno de la Unidad Popular, aprobado por los partidos integrantes de la coalición Unidad Popular el 17 de diciembre de 1969, Santiago, p. 12.
7 Al respecto, habría que mencionar,