—¿Estás seguro?
—Pareces decepcionada.
—Esperaba que me dijeras que el abuelo de Lillie es un criminal famoso al que buscan en quince estados. Eso me habría facilitado mucho la decisión.
—Lo siento, pero no tiene antecedentes penales. Un par de multas de tráfico en muchos años. No parece que tenga éxito con sus relaciones personales, pero por lo demás, ha pagado sus impuestos a tiempo y ha dirigido un negocio bastante próspero. Lo vendió hace un año, hizo algunas inversiones seguras y se mudó aquí hace unos cuatro meses.
Patience se estremeció.
—¿Tan cerca está?
—Tiene una casa alquilada a las afueras del pueblo —Justice se sentó en el sofá y la miró—. No sé nada de su personalidad, pero en cuanto a todo lo demás, es un tipo muy normal.
—Lo cual significa que no tengo ninguna razón para mantenerlo alejado de Lillie.
—No es la respuesta que querías.
Ella se encogió de hombros.
—Sé que me hace parecer una persona terrible, pero estoy dispuesta a vivir con esa opinión.
—Solo intentas proteger a tu hija.
Patience deseaba poder aceptar el cumplido, pero no estaba siendo del todo sincera.
—Puede que tenga algún otro motivo. Admito que una parte de mí no quiere que mi relación con mi hija cambie. No quiero compartirla con Steve. Y también me preocupa que, si se conocen, Ned se entere y tenga alguna especie de despertar espiritual.
Justice se acercó un poco y le agarró la mano.
Ella le dejó, le gustó ese contacto físico y el apoyo que transmitía. Tenía las manos grandes, pensó antes de tener que aclararse la voz cuando la parte más descarada de su mente le susurró ese mito que se decía sobre los hombres con manos grandes...
«Tonterías», se dijo. Además, no venía al caso.
—También he investigado a Ned. Es un cretino. Y no creo que tengas que preocuparte de que de pronto le entren remordimientos de conciencia. Por lo que sé, no tiene ninguna.
—Lo cual me convierte en una estúpida por haber tenido una relación con él —levantó la mano que tenía libre—. Me estoy yendo del tema. Lo importante es que Steve no es un mal tipo y que probablemente debería darle una oportunidad.
—¿Y qué dice tu madre de él?
—Está de su lado, lo cual me sorprende. Habría pensado que le preocuparía, pero está a favor de que Lillie conozca a su abuelo —se mordió el labio—. Y eso me preocupa también. El hecho de que esté de acuerdo. Últimamente la he notado muy rara. La llaman y contesta en privado sin decirme quién es. No espero que comparta conmigo cada detalle de su vida, pero algo está pasando.
Justice la miraba fijamente.
—¿Crees que se trata de su salud?
Él acababa de ponerle voz a su mayor temor.
—Espero que no, pero me preocupa. ¿Y si está más enferma de lo que hace aparentar? A lo mejor quiere que Lillie tenga más familia porque ella no va a estar aquí tanto como le gustaría.
Un gran nudo se le formó en la garganta y los ojos se le empezaron a llenar de lágrimas. Parpadeó y tragó saliva al no querer estallar en sollozos histéricos en ese preciso momento.
Justice le agarró la otra mano.
—Ey, mírame.
Y lo miró.
—Tu madre no se está muriendo. La has visto por aquí. Se mueve genial. Hace lo mismo que hacía antes y además está completamente volcada en el Brew-haha. ¿A que sí?
—Sí.
—Así que sea lo que sea lo que está pasando, no creo que tenga nada que ver con su salud. Pero si sigues preocupada, pregúntale.
Él entrelazó sus dedos.
—Venga, pregúntale.
—Lo haré. Después de la inauguración. No quiero que sienta que la estoy espiando y ahora mismo las dos estamos muy estresadas.
Además, lo que había apuntado Justice sobre cómo Ava seguía desempeñando sin problemas sus actividades era cierto. No había habido ningún cambio en su estado, exceptuando las misteriosas llamadas. Ava seguía saliendo con sus amigas y trabajando las mismas horas de siempre.
Respiró hondo.
—Supongo que tengo que llamar a Steve para decirle que puede ver a Lillie.
—¿Quieres que esté con vosotras en la primera visita?
—¿No te importaría? Me ayudaría mucho —esbozó una débil sonrisa—. Sé que si las cosas se complican, puedes intervenir.
Además, Justice sería una buena distracción para su hija. Y si encima un guardaespaldas profesional ponía un poco nervioso a Steve, mejor que mejor. Tuvo que admitir que su plan de mantener alejados a Justice y a Lillie se había ido por el retrete, pero ahora mismo Steve era la mayor amenaza.
—No me habría ofrecido si no quisiera hacerlo. Lillie es una niña fantástica. Me alegra poder asegurarme de que no le pase nada malo.
—Gracias. Como pronto tienes que irte a cumplir con tu misión secreta de guardaespaldas, organizaré la visita para antes de eso —se rio—. ¿A que es una estrella de rock? Son una banda y te da vergüenza, y por eso estás fingiendo que es peligroso.
Los ojos de él se llenaron de una emoción que Patience no pudo identificar del todo.
—Me has pillado.
—Lo sabía.
—Eres muy lista... para ser chica.
Ella se puso recta.
—¿En serio? No me puedo creer que me hayas dicho eso.
—Me gusta que seas una chica.
—No intentes hacerte el simpático ahora. Me siento insultada.
Empezó a levantarse, pero él la agarró por la cintura y la llevó hacia sí. Patience no había pretendido detenerlo, pero aunque lo hubiera hecho, era él el que llevaba las riendas de la situación. Un par de movimientos y ya la tenía sentada sobre su regazo y con su rostro a escasos centímetros del suyo.
Sus muslos parecían roca bajo sus nalgas. Sus brazos la rodeaban haciéndola cautiva. Podía inhalar su aroma, a jabón, a limpio y algo más sensual y masculino.
—¿Estás tomando el control de la situación? —le preguntó ella en voz baja.
—Sí.
Sabía que había cosas que le preocupaban. Sabía que él no era el mismo que había sido antes. Estaba dando por hecho que aquel chico se había convertido en la misma clase de hombre. Su instinto le decía que confiara en él, pero no era su instinto lo que le preocupaba. Ni siquiera su cuerpo. Era su corazón.
Justice era el caballero de ojos azules que iba a su rescate. Después de años de cuidar de sí misma era complicado resistirse a lo que le estaba ofreciendo, pero tenía preguntas. Y aun a riesgo de parecer un padre de una novela del siglo XVIII, tenía que saber «¿qué intenciones tenía?» No era buen momento para que le partieran el corazón.
Pero cuando él se acercó y la besó, no logró resistirse. Ese hombre era ardiente y ella llevaba casi toda una vida sin disfrutar de una ardiente pasión.
De buen grado recibió el calor y la presión de su boca y separó los labios al instante. Él deslizó la lengua dentro y ella se perdió en la erótica danza mientras un escalofrío la recorría. Lo rodeó por el cuello y se inclinó para sentir su cuerpo contra el suyo.