Voleibol táctico. Cristòfol Salas Santandreu. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Cristòfol Salas Santandreu
Издательство: Bookwire
Серия: Voleibol
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788499108186
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los recursos utilizables, proceso condicionado por la complejidad de la situación, complejidad fundamentada en función de la cantidad de estímulos presentes y del espacio que hay que atender, de la claridad del código, velocidad de los estímulos, importancia de la consecuencia en el desarrollo del juego y también condicionado por la cantidad de recursos conocidos y dominados por parte del individuo, es decir, por el nivel técnico del jugador.

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      Figura 1. Esquematización de la actividad cognitiva del jugador. Adaptado de Konzag, I. (1992).

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      En este entramado cognitivo es concluyente que para cada situación es necesario que se determinen continuamente nuevos objetivos y programas de acción, cuyo resultado final serán continuas soluciones adaptadas (Konzag, I., 1992).

      Puede ser un error pensar que la gran diferencia entre las tres imágenes de la jugadora de la figura 2 es sólo técnica, ya que en primer lugar debemos pensar que la causa de las variaciones entre las tres ejecuciones es la acomodación de la jugadora al problema que le plantea el juego, y por lo tanto, la causa es primeramente cognitiva. En segundo lugar, la consecuencia de dicha acomodación es una evidente ejecución diferente de técnica de recepción: recepción en salto, en caída y de rodillas. Sin embargo, si analizamos los tres golpeos observamos bastantes similitudes motrices; es lo que algunos entrenadores llaman puntos críticos de la técnica.

      Es decir, el cambio en la ejecución no viene determinado por una diferencia en el objetivo final, ni tan siquiera por una premisa técnica dada de antemano: “Los próximos balones hay que recibirlos en caída”, sino en la adaptación que realiza el jugador de su cuerpo en relación con aquello que tiene que conseguir en función de lo que percibe que ha ocurrido, es decir, según las características del estímulo: tipo de trayectoria, velocidad de vuelo del balón, lugar de caída del mismo, ubicación inicial del jugador, contexto competitivo. Esta última variable parece poco importante, pero, sin embargo, es crítica a la hora de que el jugador preste atención a aquello que está haciendo y ponga el más mínimo interés o muestre el mayor interés posible en la ejecución del golpeo.

      De hecho, ¿qué atención prestará el niño de la figura 3 en la ejecución de un golpeo de antebrazos si la consecuencia del error no existe? Es decir, si el factor estrés desaparece porque el único objetivo de la tarea es el de pasar el balón por encima de la red. El contexto competitivo es crucial a la hora de crear situaciones relevantes en cuanto a la información que recibe el/la deportista.

      Llegamos, en segundo lugar, al concepto de táctica colectiva. Ésta debe ser entendida como la intervención conjunta de un equipo, o grupo de integrantes de un equipo en un espacio y un tiempo comunes, con la intención de conseguir un determinado objetivo parcial durante el desarrollo del juego. A pesar de que en el desarrollo de la táctica colectiva intervienen factores individuales, como ajustes espaciales, lecturas de trayectorias, anticipaciones…, que en parte pueden entenderse como meras aportaciones individuales, nunca debemos interpretar que la táctica colectiva es la suma de tácticas individuales, ya que si lo hiciésemos así estaríamos cayendo en un error que a la larga podría provocar desajustes en el juego. La táctica colectiva es una respuesta en conjunto que dependerá del conocimiento, del dominio y del empleo de los sistemas, bien ofensivos o bien defensivos.

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      La implicación en la táctica colectiva de más de un jugador conlleva la necesidad de la creación de los sistemas. Esto no quiere decir que sea necesario un entrenamiento previo, ni tan siquiera una planificación para que aparezca el concepto de táctica colectiva, ya que es evidente que desde el momento en el que se pone de manifiesto un movimiento complejo y común, aunque sea improvisado en más de un jugador, el proceso deja de ser individual.

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      Figura 4. Esquematización de la actividad cognitiva del equipo. Adaptado de Konzag, I. (1992).

      Por ejemplo, en la figura 5 podemos observar cómo un equipo desarrolla su sistema defensivo en función de sus propias posibilidades y en relación con la amenaza del contrario. La respuesta otorga cierta ventaja al equipo en ataque ofreciendo la línea al jugador que va a efectuar el remate. Podemos observar cómo en la línea un defensor espera el remate sobre esa trayectoria. La decisión puede no ser la correcta, sin embargo, es evidente que responde a un esquema común al menos entre ambos jugadores.

      Por último, nos queda analizar el término “estrategia”. Etimológicamente viene de los vocablos griegos: strato que significa “ejército”, y agein que significa “conductor”. El término “estrategia” fue recuperado en el s. XVIII (Martínez de Santos, 1996) por Maizeroy y definido como “ciencia del general que actúa en el plano inmediatamente superior al de la táctica”. Posteriormente fue muy aplicado al mundo de las finanzas (Grima y Tena, 1987), en el que se entendía que la estrategia es el producto de un acto creativo, innovador, lógico, aplicable y planificado. Este proceso está basado en la observación y el estudio predeterminado de las carencias y virtudes contrarias, así como de las propias. La estrategia genera un conjunto de objetivos, diseña los recursos tácticos y técnicos destinados a alcanzar la mejor clasificación posible, el mejor resultado posible, y planifica la ocupación del espacio y el uso del tiempo de manera adecuada.

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      Figura 6. Esquematización del concepto de estrategia. Adaptado de Konzag, I. (1992).

      Si nos fundamentásemos en la figura 5, podríamos afirmar que el equipo defensor está aplicando un tipo de defensa en función de los puntos fuertes del rival y de sus propias debilidades. Dicho sistema responde a un trabajo planificado en el cual la defensa del uno contra uno al atacante de zona 2 ha debido quedar muy clara: comunicación del sistema, relación primera y segunda líneas, zonas de responsabilidad, distancia del bloqueador a la varilla… Es decir, la respuesta no es consecuencia de la improvisación sino del trabajo planificado y, por lo tanto, de la estrategia.

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      A lo largo de la historia, los juegos o prácticas que surgen de la utilización de una pelota y de la presencia o no de compañeros y adversarios van de lo más simple a lo más complejo, del mero lanzar y atrapar de las representaciones griegas y egipcias (Blanchard y Cheska, 1985), pasando por las de Nausicaá jugando con sus compañeras a una especie de balonmano en donde el fin era mantener la posesión de la pelota sin que el adversario fuese capaz de apoderarse de ella (Diem, 1966), y llegando a los juegos de pelota con presencia de compañeros y de adversarios, que tienen su representación en el harpastum, en el epískyros o en el ke-retízein (Hernández-Mendo, 2000).

      No todas las civilizaciones conocieron ni manejaron la pelota, y por supuesto no todas la utilizaron de la misma forma, pero