19 En su concepción, una política neoliberal se caracteriza por fomentar la competición entre individuos y (eventualmente) organizaciones. Se parte de la idea que esta competición generará una distribución más eficiente de los recursos públicos. Por lo que se privilegia así la constitución de una sociedad basada en la lucha de todos contra todos y el individualismo (en particular, para obtener contratos y empleos públicos) y se desincentivan las acciones públicas que favorecen la ayuda mutua, la solidaridad y la cooperación entre individuos o grupos sociales.
20 Incluso las grandes instituciones internacionales (como el Banco Mundial, el Banco interamericano de desarrollo [BID], el Fondo Monetario Internacional, etc.) usan una perspectiva neoinstitucional para promover sus reformas pos-Consenso de Washington, aunque sus modelos simplificados de análisis son más bien pobres frente al potencial de esta perspectiva analítica. Compárese, por ejemplo, BID (2006) con Ostrom (1990; 2005).
21 En la literatura francesa, en particular, el concepto de acción pública tiende a remplazar el de política pública, como lo hace el de gobernanza con el de gobierno, para señalar la necesidad que tiene el Estado contemporáneo de coordinar sus intervenciones con otros actores, públicos, privados o asociativos, para formular e implementar sus decisiones. Específicamente, se puede decir que la acción pública tiende a privilegiar una mirada en interacción del tipo bottom up, que incluye a actores no estatales, mientras que la política pública se situaría más en una perspectiva top down, centrada en las actividades propias de las instituciones gubernamentales (Lascoumes y Le Gales, 2007, pp. 7-13).
22 Sabatier (1988) define una comunidad de política como “el conjunto de actores, personas pro- venientes de varias organizaciones tanto públicas como privadas […] que comparten una serie de valores y de creencias acerca de algún problema y que se coordinan en su actividad y en el tiempo para alcanzar sus objetivos”. En este sentido, las comunidades de política están en la base de las coaliciones de “militantes” (AC).
23 Al aplicar este modelo a la política ambiental colombiana (Roth Deubel, 2002, pp. 167-209), hemos detectado dos cambios paradigmáticos desde que el tema entró en la agenda pública ocurridos en 1936 y 1993. En cuanto a la política de derechos humanos, utilizando un modelo un tanto diferente, se consideró que el cambio paradigmático que ocurrió hacia 1990 y con la nueva Constitución de 1991 se quedó prácticamente en el plano discursivo, pues no logró consolidarse posteriormente (Roth Deubel, 2006). Al respeto, Surel (1998, p. 176) señala que, a diferencia de lo que ocurre con los paradigmas científicos, un paradigma “societal” no es remplazado totalmente por otro, sino que existen “retraducciones” de elementos, “mecanismos de resistencia” y de “adaptación” complejos y a veces contradictorios.
24 La lectura del trabajo de Cortés (2010), en el que se usa el marco de las advocaycoalitions (AC) para analizar los cambios ocurridos en la política pública para población afrodescendiente en Colombia, me ha sugerido una hipótesis explicativa relativa a la muy común brecha existente entre formulación e implementación: los cambios de política en Colombia ocurren sin que se modifiquen las normas o políticas generales en relación con un tema; lo que cambia es la coalición que domina el subsistema, generalmente luego de que ocurra un cambio en los factores dinámicos, como un cambio de gobierno, un evento externo o un simple cambio de un alto funcionario, cuyo impacto político administrativo es amplificado por las lógicas clientelistas. A partir de este cambio de coalición se inicia un proceso de modificaciones, más o menos paulatino, en la ejecución de la política mediante cambios más o menos discretos en la orientación operativa de la política, en el personal, en el presupuesto y su direccionamiento, y en normas de nivel inferior (decretos, reglamentación, procedimientos, etc.), que terminan aumentando la brecha entre las normas generales superiores que siguen vigentes y la implementación concreta, es decir, entre lo que se dice y lo que se hace. Este proceso genera una ampliación incremental de la brecha hasta que esta resulta ser “insoportable” y se logra un cambio en la política y las normas generales que la sustentan discursivamente. La brecha también puede mantenerse por años, en la medida en que aparezca como una especie de “fatalidad”, de “situación casi natural” o de “impotencia”. En cualquier caso, la formulación de las políticas, o sus principios, queda así relegada a un deber ser, cuya concreción queda siempre postergada.
25 La punctuated-equilibrium theory (PET) considera que una política pasa por fase de estabilidad e inestabilidad. La política cambia cuando los actores políticos logran redefinir la “imagen” de esta política e imponer así una nueva definición de la política a las instituciones. Al respecto, véase también True, Jones y Baumgartner, en Sabatier 2007).
26 El multiple streams approach se centra en el proceso de puesta en agenda, en el que se abre una “ventana de oportunidad” cuando convergen simultáneamente tres corrientes independientes (problemas, soluciones de política y contexto político), lo que provoca así el cambio de política. Al respecto, véase Zahariadis, en Sabatier 2007 y Roth Deubel (2002) y el número especial de la Journal of Comparative Policy Analysis (2009).
27 Esta sección corresponde a una versión ligeramente modificada que publicó el autor en Roth Deubel (2008a).
28 Un ejemplo de aplicación del marco de los referenciales al problema del estacionamiento vehicular urbano se encuentra en Meyer y Roth Deubel (1993).
29 Es de anotar que considerar que las ideas cuentan no es tan nuevo. El liberalismo del siglo xix estaba convencido de que las ideas cambiaban el mundo. Igualmente, Keynes creía en la primacía de las ideas sobre los intereses en los asuntos humanos: “I am sure that the power of vested interests is vastly exaggerated compared with the gradual encroachment of ideas” (Keynes citado en Parsons, 1995, p. 169).
30 El epistemólogo francés Latour (2005, p. 15) considera que el relativismo no es el enemigo de la ciencia, sino su mejor aliado, ya que las ciencias son relativistas por completo. Negar el relativismo es caer en su contrario: el absolutismo. La ciencia, la moral, la política avanzan cuando se ponen en relación con otros puntos de vista, lo que, sin embargo, no quiere decir que todo vale por igual.
31 En este sentido, vale la pena señalar con Hood (1998, p. 176) el carácter retórico, argumentativo y claramente no científico de la muy influyente obra de Osborne y Gaebler (1992). Basándose en unos pocos ejemplos exitosos bien seleccionados (conocida figura de la retórica) de reforma