•La distribución de la tierra.
•La organización de la agricultura.
•La cultura.
•La distribución regional del capital humano.
•El sentido social del trabajo.
•La estructura de la producción.
Estos cambios hacen que el acto migratorio pueda repetirse en la medida que las experiencias de éxito van sucediéndose. Autores que se destacan son Gunnard Myrdal (1957) y Massey (1990).
Para algunos migrantes en tránsito es clara esta explicación teórica, como bien señalaba una persona salvadoreña:
Lo que pasa es que es un país totalmente expulsor (El Salvador) y ahí en esa parte, en este pueblo, ya hay mucha gente en Estados Unidos. Entonces muchos ya, desde el momento que hasta el nombre le ponen a uno como de nombres gringos, como que ya nace uno con el sello de que tienes que migrar, y por otro lado también, a esa edad, porque yo tenía 14 años cuando me vine (EntSLP1, 26 de septiembre de 2014, 88-92).
Hay una acumulación de procesos migratorios que han sido exitosos, hay familiares cercanos o lejanos, vecinos que han seguido el mismo camino y han construido apoyos para los que vienen después, no sólo en los lugares de destino, sino en el mismo tránsito. Esta propuesta teórica está muy ligada a la de “redes migratorias”, una explicación de cómo estas se pueden formar. Esta propuesta teórica aproxima a la explicación de algunas de las razones por las cuales el tránsito puede ser exitoso, a pesar de enfrentar una serie más o menos compleja de obstáculos.
Teoría institucional
Douglas Massey es el autor principal de esta teoría. Plantea que el flujo de migrantes puede llegar al extremo de volverse relativamente independiente de los factores que originalmente lo causaron, lo cual ocurre por el desarrollo de organizaciones para apoyar y promover el traslado de personas, muchas de ellas operando en el mercado negro de la inmigración, ya que ahí se genera un nicho económico sumamente lucrativo. Dado que ese mercado promueve la explotación y victimización, se da origen a empresas e instituciones humanitarias y de caridad23 en los países desarrollados que operan de forma legal con la intención de fortalecer los derechos y mejorar el trato a las personas migrantes tanto legales como ilegales.
Con el tiempo, tanto individuos como empresas y organizaciones se vuelven instituciones estables que son bien conocidas por las personas migrantes, constituyéndose en otra forma de capital social del que pueden apoyarse para lograr el acceso al mercado de trabajo extranjero.
El tránsito migratorio da cuenta de ambos fenómenos. Está claro que se ha ido constituyendo un cambio, por ejemplo, en el modelo tradicional de los llamados “polleros”, “coyotes” o “guías” que ofrecían un servicio individual para el cruce de fronteras internacionales. Actualmente se puede hablar de un “sistema de coyotaje” en el que intervienen diversos actores que se eslabonan con servicios diversificados para el traslado de personas: transporte, hospedaje, alimentación, soborno de autoridades. Por otra parte, está la ayuda organizada por parte de la sociedad civil, no sólo en los países desarrollados que son el destino, sino en los países de origen y en los de tránsito, con lo cual se precisa este planteamiento teórico, pues no se trata sólo de lograr el respeto a los derechos en el punto de llegada, sino en el tránsito, y esta tarea se realiza también desde organizaciones asentadas en los lugares de origen.
El modelo histórico estructural
Este modelo surge en la década de 1960-1970 y se trata de una propuesta que se inspira en la teoría de la dependencia, que a su vez toma del marxismo sus conceptos clave. Esta perspectiva histórico-cultural propone que las migraciones son resultado histórico de un orden capitalista internacional en donde existe un centro nuclear formado por países desarrollados y una periferia que necesariamente permanece subdesarrollada dada la relación desigual entre ambos grupos de países. El avance de los países ricos se realiza a costa del atraso de los países pobres y se vuelve un sistema estructural. Este planteamiento coincide con la idea de los sistemas mundiales de Wallerstein. Una de las consecuencias más nefastas de esta condición es la fuga de cerebros desde los países periféricos a los centrales, en la medida que los países de la periferia invirtieron en la formación de esos cuadros con la intención de generar conocimientos y tecnología para superar el subdesarrollo, pero su talento no queda al servicio del propio país, sino que acaba siendo para beneficio de los mismos países causantes del subdesarrollo.
Este modelo explica la migración desde causas estructurales, sobre todo por la necesidad del gran capital por tener dominio sobre regiones y países que se vuelven fuente de ingresos a partir de una lógica de dominación permanente. Esto trae consigo la pobreza y la necesidad de buscar mejores condiciones de vida en esos países centrales. Los llamados países de tránsito son generalmente países de periferia económica a los cuales se les impone, en la mayoría de los casos, la responsabilidad de contener el tránsito de personas migrantes, cuando en realidad la causa de la movilidad está en los países centrales. Se trata entonces de una falsa adjudicación de deberes y un falso diagnóstico que encubre la opresión y la dinámica de dependencia. El proceso de tránsito pone de relieve una condición histórico-estructural de opresión que opera como causa y efecto de la movilidad humana al provocar condiciones de crisis humanitaria tanto en los lugares de origen como de tránsito.
Enfoque sistémico
Teoría de los sistemas de migración
Está emparentada con las teorías de los sistemas mundiales, la de redes, la institucional y de causalidad acumulada en tanto que sugieren que los flujos de migración toman cierta estabilidad y estructura a lo largo del tiempo y el espacio, con lo cual permiten identificar sistemas estables de migración internacional.
De acuerdo con Arango (2003), el antecedente es el estudio de Akin Mabogunje (1975) sobre la migración rural-urbana en África. En este trabajo se definen los sistemas como puentes de vínculos sociales entre unos países receptores con un cierto número de regiones de origen. Estas relaciones se mantienen por la contribución de diversas organizaciones que favorecen la continuidad del flujo migratorio.
La migración de tránsito aporta a esta teoría un elemento dinámico; la realidad empírica ha mostrado un número amplio de personas migrantes que no se rigen por procesos estructurales estables ni en tiempo ni en espacio. Se puede considerar que hay un destino común: los Estados Unidos, y que seguramente habrá connacionales que han hecho el viaje migratorio antes, pero las condiciones actuales hacen que no siempre se elija el mismo lugar, ni que las rutas del tránsito sean las mismas que los anteriores han seguido: frente a la criminalización de la migración por parte del gobierno, ante la dificultad de encontrar empleo en el lugar donde están los conocidos y ante la violencia generalizada en el tránsito, las rutas y los destinos se modifican; por ello, es común que se decida más a partir de una lógica coyuntural que de una estructural, con lo cual se pueden generar más bien dinámicas de cambio continuo.
La era de la migración
Se trata de otro aporte teórico importante. Castles y Miller (2004) ponen atención al problema de la diversidad étnica, una de las consecuencias principales y conflictivas tanto para los países receptores como para los migrantes que llegan. El concepto clave de su planteamiento es el proceso migratorio, mediante el cual se sintetizan “intrincados sistemas de factores e interacciones que conducen a la migración internacional e influyen en su curso”. Para llegar a este concepto los autores toman como referencia histórica un antes y un después de 1945, así como un estudio comparativo entre dos países: Australia y Alemania.
La migración de tránsito forma parte de ese “proceso migratorio”; las condiciones de tránsito internacional migratorio que impera en las diferentes latitudes del mundo muestran que la diversidad étnica no sólo afecta en los lugares de origen, sino en