Hay otros componentes adicionales que favorecen la migración desde la perspectiva de los sistemas mundiales: uno de ellos es el sistema básico de seguridad internacional, es decir, las fuerzas armadas que tienen como fin la protección de la integridad del sistema capitalista global, con lo cual se crean enclaves militares en diversos puntos del planeta; el otro es la relación de tipo ideológico y cultural como puede ser un pasado colonial, o una influencia lograda por la intervención económica de un país central sobre uno periférico. En el caso de lo militar, lo que puede suceder es que a partir del asentamiento de las bases se establecen relaciones con la comunidad local y ocasionalmente se generan matrimonios entre los militares y mujeres locales que después emigran al país central y son promotoras de más migración entre sus familiares. Esta relación de atracción y facilitación puede darse también cuando se contratan servicios en las localidades, con lo cual se crean también relaciones más o menos estables que al final de la ocupación pueden continuar y favorecen también la migración. Así se explica que luego de movimientos militares importantes se sigan considerables flujos migratorios, como fue el caso de Nicaragua o El Salvador (Durand y Massey, 2003). En el otro componente, de las conexiones ideológicas y culturales, intervienen también como apoyo los medios de comunicación, las campañas publicitarias y la influencia directa de los países centrales con su idioma, sus formas culturales y sus patrones de consumo que, apoyados en una infraestructura más consistente de comunicación a todos niveles, facilita la migración desde la periferia al centro (id.).
Desde esta perspectiva, la migración internacional no sólo es resultado de una decisión individual o del grupo familiar o comunitario, sino una consecuencia de tipo estructural fruto de la expansión de los mercados en esta nueva geografía del poder, en una lógica de globalización y desigualdad. Las naciones en situación desfavorable están potencialmente sumidas en crisis de tipo económico, político y aun cultural en el sentido de una ruptura creciente del tejido social a partir de la violencia y de la impunidad. Además, son países cada vez más frágiles ante otro tipo de afectaciones como las catástrofes ambientales, tal es el caso de los huracanes Mitch en 1998 y Stan en 2005, que destruyeron infraestructura importante en la región centroamericana. Las condiciones de explotación, violencia, corrupción e impunidad en estos países periféricos, a las que se suman las políticas migratorias criminalizantes de México y Estados Unidos, así como las condiciones sociales y económicas de desigualdad extrema25 o xenofobia, son factores altamente propicios para que la migración de tránsito por México, en situación irregular, se realice en condiciones equiparables a las de una crisis humanitaria, entendida como:
Una situación de emergencia (en la que existe una excepcional y generalizada) amenaza (a la vida humana), la salud, la seguridad o el bienestar de una comunidad o grupo de personas de un país o una región. (Tales crisis suelen aparecer dentro de una situación de desprotección previa donde una serie de factores preexistentes): un acontecimiento político (guerra, conflicto armado, etc.), una catástrofe ambiental (terremotos, tsunamis, etc.) o causas de otra índole, multiplican sus efectos destructivos y debilitan a un grupo humano hasta el punto de precisar ayuda y cooperación internacional que satisfaga sus necesidades básicas: hambre, salud, educación, reconstrucción de infraestructura, etc.26
En el capítulo II se abordará más ampliamente el concepto de crisis humanitaria, con su contraparte de acción humanitaria, que ayuda a superar niveles de vulnerabilidad para que las personas recuperen capacidades que les permitan generar estrategias propias para afrontar y resolver sus dificultades en el tránsito. Estos conceptos serán abordados desde el marco del DIH ya que esta perspectiva aporta una serie de posibilidades de acción que superan el ámbito de lo nacional, ya que la migración de tránsito es, por definición, internacional.
Se ha tomado la teoría de los sistemas mundiales en este trabajo porque la migración de tránsito es, finalmente, una migración internacional. Así que un aspecto básico de su comprensión es reconocer por qué sucede la migración internacional que da origen al tránsito migratorio. Lo que se asume de aquí es que la migración internacional, donde se inserta la migración de tránsito, tiene raíces histórico-estructurales vinculadas a la globalización del capitalismo que no implica un proceso ordenado y evolutivo en todos los países, sino una economía estratificada donde unos quedan en posición central, otros en periferia y otros en semiperiferia. La condición de periferia es sostenida por los países centrales, rompiendo formas tradicionales de relación con la tierra, de producción económica, de organización social y de comportamiento cultural, con lo cual se crean desplazados y desempleados que constituyen, en condiciones de pobreza y desigualdad, una fuerza laboral siempre dispuesta a movilizarse a los lugares de donde se invierte el gran capital; el tránsito migratorio irregular es movimiento desde los países subdesarrollados, desde las regiones del despojo hacia los centros del capital, donde se supone habrán posibilidades laborales y por tanto de mejora. Adicionalmente, esta migración internacional puede ser facilitada por la infraestructura de comunicación y transporte que requiere el capital para el traslado de materias primas, mercancías, maquinaria y personas. Se trata de una migración “hacia el exterior porque la globalización crea lazos materiales, militares e ideológicos con los lugares en donde se origina el capital” (Durand y Massey, 2003: 27). Es aquí, en el movimiento hacia el exterior, donde se estudia la migración de tránsito irregular que, a pesar de contar con algunas facilidades en infraestructura, no deja de tener sus dificultades y grandes obstáculos, como se verá al abordar el caso específico de México.
Junto a las condiciones histórico-estructurales que estudia y propone la teoría de los sistemas mundiales, conviene integrar también una perspectiva que tome en consideración a las personas tanto en su individualidad como en su dinámica grupal y reconocer sus aportes propios en el proceso de tránsito migratorio. De ahí la mirada a la teoría del capital social y a la de las redes migratorias.
Teoría del capital social
Una vez revisada la perspectiva histórico-estructural de la migración internacional, en donde se inserta la migración de tránsito, se trata ahora de sumar una perspectiva sistémica en donde se integren las diferentes dimensiones de la migración y las diferentes disciplinas desde donde puede estudiarse.
La teoría del capital social es una explicación teórica que ayuda a comprender cómo se construyen los lazos estructurales que permiten la conexión entre lugares de origen y de destino. Se reconoce a Gel Loury, economista, como el autor del concepto en 1977, para denominar “un conjunto de recursos intangibles en las familias y en las comunidades que ayudan a promover el desarrollo social entre los jóvenes” (ib., p. 31).
Sin embargo Pierre Bourdieu, junto con Loic Wacquant (1995), desarrollaron más ampliamente el concepto y mostraron su importancia para el análisis social. Capital es “energía de la física social” que deberá ser comprendida bajo todas sus formas para descubrir las leyes que rigen su conversión de una especie a otra. Con esto se plantea que no hay un solo tipo de capital, sino varios, aunque ahora lo que interesa es el capital social, el cual se define como “la suma de los recursos, actuales o potenciales, correspondientes a un individuo o grupo, en virtud de que estos poseen una red duradera de relaciones, conocimientos y reconocimientos mutuos más o menos institucionalizados, esto es, la suma de los capitales y poderes que semejante red permite movilizar” (Bourdieu, 2000: 148).
Antes que capital social, conviene considerar que el capital (sin más), en la propuesta de Bourdieu, consiste en trabajo acumulado, ya sea en forma de materia o bien en forma interiorizada o incorporada. El capital puede generar beneficios, pero también puede reproducirse a sí mismo, inclusive crecer. Dicho de otra forma, es “una fuerza inscrita en la objetividad de las cosas que determina que no todo sea igualmente posible e imposible” (ib., p. 132). El capital se presenta de tres maneras fundamentales:
•Capital económico, que de manera directa e inmediata se puede convertir en dinero, y llega a ser especialmente indicado para la institucionalización en términos de propiedad.
•Capital cultural. Se puede convertir, en ciertas circunstancias, en capital económico, y llega a ser adecuado para la institucionalización, sobre todo en la forma de títulos