Buteau et al. (1987) realizaron tomas de ácido láctico a 6 jugadores de categoría júnior en partidos de entrenamiento con 2 períodos. Los resultados en el 1er período fueron de 4,6+1,7 mmol/l y de 2,6+0,83 mmol/l, respectivamente. Dalmonte et al. (1987) también presentaron datos muy parejos con una muestra de 32 jugadores, en la que encontraron valores de LA en sangre que variaban de 2,1 a 6,5 mmol/l. Buteau y Grosgeorge (1987) encontraron los valores más altos en un partido de categoría cadete. El valor medio fue de 3,8 mmol/l y como valor máximo encontraron 7,2 mmol/l. Layus (1990) encontró como valor máximo en un partido 9,2 mmol/l de LA. Zaragoza (1994) registró como tasas más altas de lactato valores de 5 mmol/l.
McInnes et al. (1995) realizaron un estudio con jugadores de la 1a división australiana en el cual las LA sanguíneo durante los partidos eran de 6,8 + 2,8 mmol/l, lo que indica la importancia de la glucólisis anaeróbica en las demandas energéticas del baloncesto.
Los autores concluyeron que los requerimientos fisiológicos de los jugadores de baloncesto son altos con relación con las demandas del sistema cardiovascular y de las capacidades meta-bólicas de los deportistas. El grupo de Benelli y colaboradores en el año 1998 observaron concentraciones relativamente bajas con 32 jugadores seniors, presentando medias de 2,71 mmol/l en el 1er tiempo y 3,31 en el segundo.
Janeira y Maia (1998) presentaron un proyecto con jugadores profesionales de la 1a liga portuguesa en el que evaluaban la intensidad del juego con acciones del mismo (distancia recorrida, cambios de dirección y número de saltos durante el partido), la LA y la FC durante diferentes momentos del juego. En dicho trabajo se aportan datos de LA antes, durante y después del partido. Los valores son de 4,5 mmol/l en el 1er tiempo, en el cual el número de acciones son: 23 saltos de media y 32 cambios de dirección, además de 266 m de media recorridos a alta velocidad, en relación con los 3 mmol/l de LA encontrados en el segundo tiempo, en el cual cada una de las medias de las acciones eran inferiores (20 saltos, 25 cambios de dirección y 212 m, recorridos a una alta velocidad de ejecución). Al finalizar el partido las medias de LA eran de 2,3 mmol/l. Los investigadores afirmaron que una posible explicación de los valores bajos de LA durante el 2º tiempo y al finalizar el partido puede ser la depleción del glucógeno muscular, dada la gran intensidad a la que se juegan los partidos durante el 1er tiempo, aunque, como antes mencionábamos, aún no hay evidencia científica de este fenómeno. Layus (1990) observó como valor máximo en un partido 9,2 mmol/l de LA. Se puede deducir que las diferencias en las LA descritas no son muy grandes, ya que hay que tener en cuenta la metodología utilizada al realizar las tomas y sobre todo la diferencia existente entre los sujetos, puesto que mientras un estudio estaba realizado con jugadores de colegio, otro era con jugadores profesionales de una liga no competitiva en el continente europeo, con respecto a otros trabajos realizados con jugadores de Italia, España y Australia.
En una investigación reciente presentada por Marqués y Figuereido (2002), con jugadores italianos y portugueses de diferentes niveles, se encuentran diferencias significativas entre los distintos cuartos del partido.
Estos datos corroboran los anteriores y se observa la diferencia en función de la liga en la cual se juega, ya que los modelos de actuación de defensas, ritmo de competición y otros parámetros son muy diferentes.
En un estudio realizado con jugadoras de baloncesto de alto nivel (Rodríguez-Alonso et al., 2003), se obtuvieron diferencias significativas entre los diferentes puestos ocupados en la pista (bases con respecto a aleros y pívots) en este grupo de jugadoras internacionales (figura 4.3).
En el mismo estudio, los autores también observaron diferencias altamente significativas entre los valores obtenidos en entrenamiento y competición, lo que refleja la dificultad de reproducir durante las sesiones de entrenamiento el nivel de intensidad de las acciones realizadas en competición, destacando el hecho de que esa diferencia era menor cuanto mayor era el nivel deportivo de la jugadora. También eran menores las diferencias de intensidad, entre los entrenamientos y la competición en las jugadoras internacionales (figuras 4.4 y 4.5). Se observa igualmente un comportamiento fisiológico de los valores de ácido láctico en función del tiempo jugado en la pista (figura 4.5).
Sin embargo, son muy pocas las publicaciones científicas realizadas con deportistas en edades de formación (Buteau, 1987; Rotenberg et al., 1988; Salinas, 2001). Sólo dos de los trabajos anteriormente expuestos utilizan una muestra de estudio de cierto nivel de competición (Rotenberg et al., 1988; Salinas, 2001).
Buteau et al. (1987) realizaron tomas de ácido láctico a seis jugadores de categoría júnior en partidos de entrenamiento con 2 períodos. Los resultados en el primer período fueron de 4,6+1,7 mmol/l y de 2,6+0,83 mmol/l, respectivamente.
En un estudio presentado por Salinas (2001), se realizaron tomas de lactato en competición de liga regular de baloncesto júnior provincial de 4 tiempos de 10 min durante la temporada, en un grupo de jugadores de categoría júnior del Club Baloncesto Unicaja de Málaga (figura 4.6).
Figura 4.4. Media de LA durante la competición en diferentes puestos y niveles (Rodríguez-Alonso et al., 2003).
Figura 4.5. Relación de LA y tiempo para diferentes puestos y niveles (Rodríguez-Alonso et al. 2003).
Figura 4.6. Valores medios de LA por puestos durante la competición (Salinas y Alvero, 2001).
En el figura 4.6, se verifican las diferencias existentes de la LA media en competición entre puestos, así como la LA máxima alcanzada durante el transcurso del partido. Las LA en bases fueron de 5,38±0,9 mmol/l. En jugadores exteriores se observaron valores de 3,75±0,57 mmol/l. Finalmente, los pívots presentaron 1,99±1,01 mmol/l, con una diferencia significativa entre puestos específicos (p <0,0001).
Como conclusiones sobre estos datos se puede matizar que el pívot alcanza valores inferiores al alero y éste a su vez presenta valores de LA inferiores a los del base.
Aunque se encuentran valores elevados de LA, la producción real de esté en el músculo es mucho mayor, especialmente en los músculos más implicados (miembro inferior) ya que no todo el lactato producido después de un ejercicio de elevada intensidad aparece en la sangre (Bangsbo et al., 1992). Esto nos demuestra que el base es el jugador de campo que trabaja a mayores intensidades, seguido del alero y del pívot.
En un estudio pendiente de publicación, nuestro grupo de trabajo Terrados et al., Calleja et al. (2006) realizaron un total de 77 muestras en