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Cuestiones de antagonismo
Diseño interior y cubierta: RAG
Imagen de cubierta: detalle de Visitação ou a persistência do sonho a partir de Aylan Kurdi (2017), de Mario Vitória.
Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni
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© Boaventura de Sousa Santos, 2021
© Ediciones Akal, S. A., 2021
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ISBN: 978-84-460-5049-0
El futuro comienza ahora
De la pandemia a la utopía
Boaventura de Sousa Santos
En este libro escrito al ritmo de los acontecimientos provocados por la covid-19, Boaventura de Sousa Santos realiza, entre el miedo y la esperanza, un brillante análisis que trata de extraer las muchas lecciones que parece estar dándonos una pandemia que ha intensificado las desigualdades y discriminaciones sociales. Una de las más importantes tal vez sea la necesidad de democratizar la democracia. En medio de tantas muestras de actitudes contrarias a la vida, de negacionismo, de concentración del poder a base de decretos y estados de excepción, es urgente preguntarse quién gana realmente con todo esto.
En la primera de las dos partes en que se estructura el texto, se ofrece una visión lo más panorámica posible de la devastación provocada por el coronavirus, de la historia larga que lo precedió, de las causas que determinaron la forma en que «eligió» a sus víctimas, de las consecuencias que se derivaron de ello, de las acciones de los Estados y de las comunidades ante un peligro de dimensiones imprevistas. En la segunda, se argumenta que tal vez sea ahora cuando el siglo xxi tenga su verdadero comienzo. Estamos al final de una era que comenzó en el siglo xvi con la expansión colonial europea; las señales son demasiado visibles para ser ignoradas. En la nueva que se abre ante nosotros, la naturaleza ya no nos pertenece, sino que nosotros pertenecemos a la naturaleza. El autor prevé una transición larga y difícil, pero irreversible, hacia un nuevo modelo de civilización poscapitalista, poscolonial y pospatriarcal. Las resistencias serán enormes, pero la tarea es inaplazable.
«Es un libro diferente de cuantos he escrito porque pretende ser una memoria del futuro. Hay en él algo de autopsia social y algo de parto inaugural. De manera muy cruel, el coronavirus abrió las venas del mundo, parafraseando la bellísima expresión de Eduardo Galeano. Nos permitió ver las entrañas de muchas monstruosidades que habitan nuestro día a día y nos seducen con los disfraces que, de tan comunes, asumimos como normalidad.»
Boaventura de Sousa Santos es catedrático emérito de Sociología y director emérito del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, así como Distinguished Legal Scholar en la Universidad de Wisconsin-Madison. Entre las principales temáticas abordadas en sus obras figuran la globalización, la sociología del Derecho y del Estado, y los movimientos sociales. En Ediciones Akal ha publicado, entre otras, Epistemologías del Sur. Perspectivas (con Maria Paula Meneses, 2014) y La difícil democracia (2016).
Prefacio
La pandemia del nuevo coronavirus desordenó los tiempos individuales y colectivos. Los privilegiados que pudieron seguir trabajando a través del teletrabajo se cerraron en casa, paradójicamente, para sentirse menos encerrados. Y trabajaron aún más intensamente. Quizá, por eso, nunca escribí un libro tan rápido como este. Escribir sobre la pandemia mientras esta ocurría significó que el libro me fue escribiendo mientras yo lo iba escribiendo. Nos escribimos el uno al otro, lo que no es de extrañar, porque los temas que discuto en este libro, además de ser nuevos, tocaron los límites de las incertidumbres existenciales que subyugaban tanto al sociólogo como al ciudadano.
No fue sólo un diálogo entre el libro y yo. A cada momento, el virus entraba en la conversación. A menudo sentía que estaba escribiendo como traductor del nuevo coronavirus. Me di cuenta de que, por mi intermedio, este virus estaba tratando de describir y evaluar el mundo y las sociedades en las que vivimos de una manera que desafiaba los análisis, conceptos y teorías que yo, como sociólogo, podía tener. Poco a poco, me di cuenta de que el virus iba más lejos de lo que nunca había estado en mis análisis de la sociedad. ¿Era el virus mejor sociólogo que yo? Pensé que era mejor no resistirme a la única conclusión sensata: tratar de ser un traductor «fiel» del virus. No fue fácil, porque en el lenguaje del virus el mensaje no se dice, se escribe con acciones, y estas consisten en la destrucción de la vida humana. Es una necrolengua que se escribe con sangre, que gana elocuencia a medida que destruye vidas humanas. Pero, al fin y al cabo, ¿no será también necrolenguaje el de los políticos que intentan convencernos de que, para salvar la economía, es necesario correr el riesgo de sacrificar vidas, las vidas que no pueden ser confinadas, para que el confinamiento de otras vidas sea posible? Este libro busca ser la traducción a un lenguaje que los humanos comprendan de lo que el virus ha venido a decir y el llamado que nos hace para actuar.
Es un libro diferente de cuantos he escrito porque pretende ser una memoria del futuro. Hay en él algo de autopsia social y algo de parto inaugural. De manera muy cruel, el coronavirus abrió las venas del mundo, parafraseando la bellísima expresión de Eduardo Galeano. Nos permitió ver las entrañas de muchas monstruosidades que habitan nuestro día a día y nos seducen con los disfraces que, de tan comunes, asumimos como normalidad. El coronavirus hizo caer muchos de estos disfraces y produjo un efecto de destripamiento. Este libro busca identificar y denunciar algunas de las dimensiones de tal destripamiento. En el viaje que emprendí hasta las últimas estaciones del sufrimiento injusto, del abandono, de la exclusión y de la invisibilidad, fue posible conocer resistencias comunitarias, iniciativas tan creativas como indignadas para aliviar el sufrimiento. Este lado indignado e insumiso de la realidad, al mismo tiempo que cuidaba las heridas, convocaba a imaginar la posibilidad de un mundo diferente al que anunciaba la pandemia si no se hiciera nada para cambiar de rumbo, un mundo infernal de pandemias intermitentes.
Este libro fue escrito entre el miedo y la esperanza, tal como uno y otra nos confrontan a principios del siglo xxi. El presente terminó sin darnos cuenta. Como nos enseñó Eric Hobsbawm, los siglos nunca comienzan el 1 de enero del primer año de cada nuevo siglo. Comienzan cuando imprimen su marca en el mundo, es decir, cuando inscriben su aura o su trauma específico en los cuerpos de vastos sectores de la población en diferentes partes del mundo. Cerca de nosotros, el siglo xx comenzó con la Primera Guerra Mundial y la Revolución rusa[1]. El siglo xxi dio un primer signo de vida en 2008 con la crisis financiera global. Eso fue una falsa alarma; el siglo xx se mantuvo vigente durante algunos años más. El nuevo siglo comienza ahora, en 2020, con la pandemia y pase lo que pase. Sin embargo, es un comienzo diferente a los anteriores.