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En todo tiempo y lugar, por muy adversas que sean las circunstancias, hay un sitio para el amor. Y en esta novela que nos complace presentaros, ambientada en los turbulentos tiempos de la Inglaterra medival, donde la lealtad hacia un rey u otro determinaba el destino y la vida misma de hombres y mujeres, dos enemigos podían vivir una apasionante y bella historia de amor... y éste es el caso de la novela de Terri Brisbin que tenéis en vuestras manos. Deseamos que os guste tanto como a nosotros.
Los editores
Nota de la autora
Aunque la invasión de 1066 del duque Guillermo de Normandía trajo consigo grandes cambios en la política y la sociedad inglesas, algunos de esos cambios ya estaban en camino. Los normandos se habían convertido en una parte integral de Inglaterra durante el reinado de Eduardo el Confesor; muchos de los que habían obtenido tierras y títulos mucho antes del Conquistador se establecieron allí. Así que los sajones ya habían tenido cierta experiencia con los normandos antes de que aquel gran ejército invasor desembarcase en Pevensey en octubre de 1066.
Muchos sajones mantuvieron sus tierras tras la llegada de Guillermo; a aquéllos que juraron lealtad al nuevo gobernante se les permitió conservarlas, pero muchos fueron suplantados por los que habían luchado por Guillermo. Muchos nobles normandos importantes ganaron propiedades y, con frecuencia, herederas sajonas.
Con fama de despiadado y decidido a la hora de usar la fuerza para gobernar, Guillermo no la empleó por completo tras la batalla de Hastings hasta la revolución tres años después en el norte de Inglaterra. Ahí desencadenó su ira en lo que aún se conoce como «la angustia del norte», destrozando todo a su paso y borrando lo poco que quedaba del estilo de vida sajón.
En mi historia, uno de los hijos de Harold, Edmund, aparece como líder de rebeldes. Mi Edmund es en realidad una mezcla de varias personas reales que sobrevivieron a la batalla de Hastings y que continuaron luchando contra los normandos mientras avanzaban hacia el norte y el oeste para tomar el control de todo el país.
Se cree que al menos dos de los hijos de Harold evitaron o sobrevivieron a la batalla que mató a su padre, y que su madre y ellos se unieron a los esfuerzos de algunos de los que luchaban contra los normandos. Los condes de Mercia y de Northumbria, cuñados de Harold, cambiaron de bando varias veces durante el conflicto, e incluso fueron llevados a Normandía junto con el heredero sajón designado, Edgar Atheling. Más tarde formaron parte de la lucha que desencadenaría «la angustia del norte» llevada a cabo por Guillermo.
De modo que cualquier parecido de mi Edmund con los protagonistas reales de la historia es intencionada.
Prólogo
Mansión Taerford, Wessex, Inglaterra
Diciembre 1066
El obispo Obert convocó una reunión con el segundo de los caballeros de la lista que había preparado meses atrás con aquéllos que se beneficiarían de la generosidad del rey. Llevaba consigo los papeles que convertirían al caballero en un barón, a un bastardo sin dinero en un lord rico; si lograba quitarles a los rebeldes sajones las tierras que le correspondían.
Obert daba vueltas de un lado a otro frente a la mesa, esperando a que llegase Brice Fitzwilliam, el caballero de Bretaña. Si quería regresar a Londres antes de la coronación del rey, debería marcharse al día siguiente, y aquélla era su última misión allí en Taerford. A pesar de que el invierno ya hubiese llegado, a pesar de las revueltas populares y a pesar de sus propios deseos y necesidades, era el leal sirviente del duque Guillermo. Después de Dios, por supuesto, pensó mientras se giraba hacia el grupo de hombres que se acercaban.
Como parecía ser su costumbre, el nuevo señor de Taerford, Giles Fitzhenry, caminaba junto al hombre a quien Obert esperaba. Pensando en las semanas que había pasado allí, apenas los había visto separados, ya fuera en el salón o en los jardines, en cualquier tarea que hubiese que realizar en Taerford. Entraron seguidos de los hombres de Giles, que acababan de practicar sus habilidades de lucha en el patio. Fueron calmándose a cada paso que daban e hicieron una reverencia como si fueran uno solo.
—Milord —le dijo a Giles primero. Luego se volvió hacia el otro con intención