Dichos objetivos tienen la finalidad de dar respuesta a la pregunta ¿cuáles son las formas de resistencia, sobrevivencia, ser y hacer del sujeto joven tepiteño en el Estado moderno neoliberal?
La aportación de esta investigación en cuanto a estrategias metodológicas, compete a la inserción al barrio, la importancia de la ética, el respeto y la responsabilidad de nuestros actos al tener un acercamiento a los sujetos entrevistados. Por lo anterior, es indispensable tener en cuenta lo siguiente:
1 La sencillez y humildad son cualidades y virtudes indispensables de cualquier investigador que desee comprender una realidad determinada.
2 La ética del respeto, pues las personas entrevistadas deben saber que son parte de una investigación y decidir si desean o no formar parte de ella. De acuerdo con la interpretación que hace Heidegeer (2000, p. 169) de la ética de Kant: “respeto significa responsabilidad hacia uno mismo y esto a la vez significa ser libre”. Es, entonces, la práctica reflexiva de la libertad de nuestros actos; de la manera de ser y de comportarse.
3 Investigar todo lo relacionado con el tema para después contactar líderes, figuras públicas o lideres culturales que puedan apoyarnos para acercarnos a los sujetos que se desean entrevistar. Ellos son parte fundamental en la investigación, ya que su información nos permite tener un primer acercamiento del lugar.
4 Se elaboró una guía de entrevistas a profundidad, contemplando cuatro ejes de análisis de la investigación: a) Contexto, familia y vida cotidiana; b) el mercado y la autoridad; c) sobreviviendo en el barrio; y d) las formas de resistencia que desarrollaron. Los ejes de análisis se pueden consultar en la parte de Anexo II.
5 Se realizó la cartografía del barrio de Tepito, la cual se dividió en tres zonas (ver Anexo I).
6 En esta investigación se utilizó la técnica de muestreo no probabilística llamada “bola de nieve”, la cual permite, luego de observar al primer sujeto, que éste propicia el acercamiento al siguiente informante.
7 Se hizo uso de las siguientes herramientas: diario de campo, grabadora, fotografía y video, cartografía del barrio, observación del participante, entrevista a profundidad e historia de vida, así como el uso de la narración etnográfica clásica, la cual permite desde la inevitable subjetividad de la experiencia de campo, rescatarlas relaciones entre las autoridades, los casos, su familia, su entorno y vida cotidiana, hasta sus formas de sobrevivencia y resistencia.
La investigación se enfocó en el estudio a profundidad de tres casos, de los cuales se rescata la particularidad de su vivir cotidiano a partir de los ejes ya mencionados. La interpretación de dichos casos fue realizada bajo la mirada del Trabajo Social. Se analizó el vivir del sujeto joven desde una perspectiva integral, la práctica y el conocimiento social, logrando así un nuevo mapa cognitivo del entendimiento, su problemática, su contexto y los sujetos que actúan en ella. Lo anterior se realizó con la finalidad de intervenir en un futuro en aspectos éticos relacionados con la justicia social, la política social y pública, así como la injerencia ante la problemática de criminalización hacia el sector juvenil en materia de derecho y desarrollo humano.
Sobre los capítulos
La distribución de los temas que dan respuesta a la pregunta principal se estructura en cinco episodios:
Capítulo I. Marco teórico conceptual. Aquí se abordan los fundamentos del liberalismo, el cual históricamente ha subordinado a los gobiernos, tanto ideológicamente como en la praxis, sometiéndolos a las exigencias del mercado. Es evidente la paradoja entre la libertad y el liberalismo, ya que para este último la libertad no es producto de una reflexión de la naturaleza humana, sino consecuencia lógica de la necesidad instrumental de un grupo frente al otro para poder desarrollar sus actividades económicas y alcanzar el poder. La tradición política liberal se basa en el bienestar del individuo, sustentando los deseos y estilos de vida en el valor del dinero, lo que exacerba el egoísmo y la racionalidad.
El liberalismo sólo “protege al individuo que, dentro de su cuadro social, es siempre libre para comprar su libertad; pero ha sido siempre una minoría de la humanidad el número de los que tienen los recursos para hacer esa compra” (Laski, 1979, p. 16). Así, el objetivo principal de la acción humana es “la búsqueda de la riqueza”, empero, al ser un número limitado de sujetos que pueden comprar la libertad, la igualdad la daría el Estado mediante las instituciones que deberían dar ciertos beneficios, aunque siempre limitados al amplio grupo social que no puede pagar su libertad (Laski, 1969, pp. 16-17).
La modernidad, al entrelazarse con la ideología del liberalismo, lo que combate profundamente es la voluntad de la tradición. Las sociedades modernas se levantan contra las sociedades tradicionales, a las que denominan como primitivas, arcaicas, bárbaras o atrasadas. La razón y el progreso son la base fundamental de la modernidad desarraigando el sentido de lo tradicional, que se toma como fatalidad (Nietzsche, 1981, p. 66). La diferencia entre la tradición y los principios de modernidad es que la primera desarrolla al hombre como sujeto social y la segunda como sujeto individual. En los pueblos tradicionales, el sacrificio se ofrece para la obtención de algo espiritual; sin embargo, en el mundo moderno el dinero es objeto de culto.
Para que la modernidad pueda sobrevivir a los cambios histórico-sociales, tiene que ir de la mano del modelo económico que somete al orden político y social. Este nuevo orden se denomina Estado Moderno Neoliberal. Lemm (2009) considera que el Estado se convierte en una especie de estorbo para el neoliberalismo, por lo que habría que flexibilizarlo y “liberarlo” desde un enfoque de mercado, enterrando así la legitimidad de éste. Hablamos, entonces, de una política de la destrucción contra el Estado-Nación, lo que convierte su reconstrucción en una causa de guerra, una estrategia de mercado y un negocio. La economía de mercado regula y suplanta al Estado, el cual ya no tiene el control absoluto de los cuerpos mediante sus aparatos disciplinarios: ahora el liberalismo económico y su política se convierte en un apéndice y sostén del mercado.
Esta estructura que llamamos Estado moderno neoliberal genera diversos problemas sociales, como la marginación, la violencia y la criminalización a los jóvenes del barrio, que son un grupo vulnerable por ser discriminado y estigmatizado. Estos jóvenes no cuentan con recursos económicos, redes sociales y familiares, vivienda digna y oportunidades de trabajo; además de su bajo nivel educativo y adicciones a sustancias ilegales. El marginal no sólo es señalado por la carencia económica, sino que se le relaciona con el crimen, al desapego a la norma de lo establecido, lo que le convierte en un inadaptado que requiere ser destruido, olvidado y desterrado de la sociedad. Se le observa de forma desdeñosa, nombrándolo con calificativos como parásito, lacra o criminal. Se le criminaliza por el hecho de vivir en un espacio geográfico determinado como marginal. Los medios de comunicación juegan un papel preponderante en la visualización y estigmatización de estos sectores marginados.
El capítulo II aborda el tema de la construcción de juventud en la era moderna neoliberal: el deber ser.
Para Foucault, el sujeto “es aquel que se sirve de medios para hacer cualquier cosa. Cuando el cuerpo hace algo, es que existe un elemento que se sirve de él y este elemento no puede ser más que el alma. El sujeto de todas estas acciones corporales [es] el lenguaje del alma” (Foucault, 2002, p. 46). De esta forma, el hombre se ha valido de su cuerpo para manifestar síntomas o expresar sentimientos reflejando así su alma. El espíritu de los hombres se manifiesta en la acciones del alma que se plasman mediante sus cuerpos y, durante siglos, los jóvenes han manifestado su espíritu y alma de esta forma. Si algo caracteriza a las sociedades modernas es justamente el control de los cuerpos, y la población juvenil resulta un grupo bastante importante para el control de sus acciones mediante las instituciones y el poder pastoral, que intentan formar, dirigir y controlar a los cuerpos juveniles (Foucault, citado en García, 2010, pp. 35-37). Este control tiene una razón de ser: los jóvenes se manifiestan sobre todo en las coyunturas políticas, económicas y culturales, y en las revoluciones siempre están presentes.
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