[8] Adaptado de los libros de Goldsworthy y V.Robert mencionados anteriormente.
[9] Christopher Ash, Remaking A Broken World (Milton Keynes: Authentic, 2010).
[10] John R. W. Stott, Cristo, el Incomparable (Barcelona: Andamio, 2009).
Sección I
Predicar sobre los Evangelios y Hechos
Para muchos, la idea de sentarse bajo las estrellas, alrededor de un crepitante fuego, escuchando a un emocionante narrador es todo un sueño. Mientras más éxodo se da del mundo rural a las concurridas ciudades, lo que antes era el entretenimiento vespertino normal, si no el único, ahora se ha convertido en una de esas experiencias que tienen lugar sólo una vez en la vida para aquellos que tienen esa suerte.
¡Sí, las historias todavía importan! ¿Por qué si no, nos sentamos pegados a los televisores? ¿Por qué si no las librerías venden tantas novelas? Los buenos narradores todavía son respetados y seguidos en el mundo entero.
Esta debería ser la razón más básica para la popularidad constante de los evangelios. ¡Son historias magníficas y fascinantes! Desafortunadamente, muchos predicadores (quizá especialmente en las iglesias occidentales) al parecer se han olvidado de esto. Parecen estar conformes al tratar los evangelios igual que un denso párrafo de Romanos, del cual sacan (¡usualmente tres!) puntos de teología sistemática. Estos sermones pueden comunicar la verdad del evangelio y esta siempre será útil; y Dios es lo suficientemente capaz como para usar cualquier sermón, por pobre que sea. ¡Pero esa no es excusa para olvidar que los evangelios son historias!
Dios comunica su verdad no solamente por medio de palabras, pero también por medio de la forma (o género) en la que estas palabras se transmiten. Esto significa que no hacerle justicia a la forma literaria de un pasaje puede que resulte en no hacerle justicia al significado de dicho pasaje.
Para cualquier predicador cristiano, Jesús será el centro de nuestra fe, el corazón de nuestro mensaje y el fundamento de nuestro ministerio. Sin él, no tendríamos ni fe, ni mensaje, ni ministerio. No es de extrañar que nos encante hablar de él, contar historias acerca de él. Y eso es lo que hacen los evangelios. Nuestra tarea es hacer que Jesús ‘salga de las páginas’ de estos textos y llegue a las vidas de las personas. ¿Acaso puede haber mayor gozo que presentar a Jesús a otros y ver como sus rostros se iluminan y sus corazones arden mientras las vendas caen de sus ojos?
Capítulo 2
Los desafíos al predicar los Evangelios
Si amamos y seguimos a Cristo, es natural que amemos los evangelios. Sin embargo, a muchos de nosotros nos cuesta predicarlos bien. Hay diferentes razones por las que son algo complicados.
1. Son muy familiares
¿Alguna vez has ido a la cocina o a un dormitorio para buscar algo? - ¿tal vez era una bolsita de té o un par de calcetines limpios? Abres el armario o cajones y miras adentro, pero no lo encuentras en ninguna parte. Así que llamas a tu esposa, ella entra y lo encuentra inmediatamente, en el lugar en el que lo estabas buscando. Tú simplemente no lo viste. Tal vez buscabas un paquete diferente u olvidaste el color y no lo hacías con la atención necesaria. Porque estás tan familiarizado con el lugar, que no ves los detalles con detenimiento.
Lo mismo ocurre con los evangelios. Nos sentimos más que familiarizados con ellos. Por ejemplo, conocemos tan bien la historia de las tentaciones de Jesús en el desierto o la parábola del buen samaritano- que de hecho, podríamos esbozar el esquema del sermón sin siquiera abrir la Biblia¡ Pero eso es peligroso porque puede conducirnos a interpretaciones raras y equívocas. Tal vez nos acordamos a medias del relato de Mateo sobre las tentaciones, sin darnos cuenta de que es sutilmente diferente al de Lucas. El resultado es que perdemos completamente el énfasis que Lucas quiso dar cuando predicamos desde su evangelio. Mucho del poder de su historia se pierde. Lo mismo ocurre al revés cuando predicamos desde Mateo.
En los siguientes dos capítulos de este libro, mi propósito es desinflar la idea de que conoces los evangelios y probar que los evangelios son a menudo más raros y sorprendentes de lo que creemos o suponemos.
El peligro de un exceso de familiaridad: nuestras predicaciones pierden el objetivo principal.
2. Tratar los Evangelios como cuentos morales
Cada cultura tiene cuentos populares e historias infantiles que pasan de generación a generación. Hablan de grandes héroes del pasado, o de gente común y corriente superando situaciones terribles, o de animales que hablan y actúan de maneras sorprendentes- lo cual las convierte en historias perfectas para la hora de acostarse. La clave acerca de ellas, en realidad, es que ilustran lecciones de vida muy importantes. Por ejemplo, considera la clásica historia del antiguo narrador griego Esopo, la carrera entre la tortuga y la liebre. Porque las liebres son rápidas y las tortugas son lentas, la liebre da por sentado que puede ganar la carrera fácilmente. Así que se detiene a hacer una siesta a mitad de la carrera. Desafortunadamente, despierta tarde y ve como la tortuga cruza la meta antes que él. La lección está clara: nunca subestimes a tus oponentes o seas complaciente con tu propia superioridad. Ese es el tipo de lección que esperarías de un cuento con moraleja.
Ahora, como predicadores responsables todos anhelamos que nuestros hermanos y hermanas crezcan en madurez y tomen decisiones sabias. Así que en nuestros sermones y estudios en grupos queremos abordar problemas específicos que nos preocupan. A veces, esto nos conduce a identificar pasajes apropiados para estudiar y predicar sobre ellos. Pero esto puede llevar a lo que podríamos llamar la impaciencia del predicador. Nos lleva a correr y apresurarnos para llegar a la aplicación, así que tomamos atajos a la hora de estudiar el texto bíblico. El resultado es similar a lo que ocurre cuando estamos demasiado familiarizados con los evangelios. El objetivo del narrador al contar la historia queda eclipsado por nuestras propias presuposiciones en la predicación, aún no deseando que eso sucediera.
Por supuesto, que el mayor desafío que las historias de la Biblia presentan tiene que ver con: ¿Cómo deberíamos aplicarlas en primer lugar? ¿Estas historias se nos narran para que nos muestren principalmente ejemplos a seguir o evitar? ¿Son cuentos morales divinos, indicados para mostrarnos cómo ser buenos niños y niñas?
Considera este ejemplo:
Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. | ||
--Mc. 1:35 |
¿Por qué Marcos nos da este detalle? ¿Estará tratando de decirnos que deberíamos tener nuestro devocional antes del amanecer? ¿Pero qué pasa si tú, como yo, eres una persona de ritmos nocturnos, y no diurnos? ¿El motivo principal de Marcos era describir el horario de Jesús?
El contexto nos va a ayudar aquí. En la siguiente sección, Marcos nos da una idea de la enorme demanda de tiempo que Jesús experimentaba. ¿Podría ser que este tiempo de oración temprano ayudara a Jesús a priorizar lo que era necesario para el cumplimiento de su misión? ¿No sería más probable