Muchas cosas me llamaron la atención al respecto. Para comenzar, John Stott conocía a Muggeridge muy bien y seguramente había leído aquel libro por lo menos una vez anteriormente. Segundo, Stott había escrito con frecuencia acerca de Cristo y su encarnación, particularmente en su maravilloso libro Cristo, el incomparable.[10] Tercero, él estaba en aquel entonces a mediados de sus ochenta, y fácilmente podría haber levantado el pie y jubilarse. ¡Sin embargo, él estaba determinado a continuar profundizando su comprensión y amor por Cristo! Este breve encuentro produjo un gran impacto en mí. Decidí, y espero que tú también lo hagas, convertirme en un estudiante dispuesto a aprender el resto de mi vida. Esto es particularmente importante para predicadores y maestros bíblicos, porque la Biblia es un libro muy amplio.
Mientras continuamos nuestra conversación con la Biblia, encontraremos que se divide en dos conversaciones.
3.1. Una conversación entre textos particulares y el panorama general
A veces te encuentras leyendo un pasaje que no parece encajar con el resto de la Biblia. Quizá parece contradecir una verdad general acerca de Dios, o desafía opiniones generalizadas sobre la historia de la Biblia. Si trabajamos con la suposición básica de que la Biblia es el libro de Dios y por lo tanto es consistente, tenemos entonces dos opciones:
O hemos cometido un error al interpretar el texto específico que estamos leyendo, o no hemos entendido del todo los grandes temas que unifican la Biblia. Este tipo de conversación requiere humildad. Tenemos que aceptar que nos hemos equivocado en alguna parte.
El siguiente paso es darnos cuenta dónde nos hemos equivocado. Esto puede llevarnos algo de tiempo. Y no es algo que podamos hacer fácilmente solos. Tenemos que invitar a otras personas a acompañarnos en la conversación: compañeros discípulos, maestros y pastores, intérpretes pasados y presentes. La conversación seguirá mientras escuchamos a otros predicadores, leemos libros, hablamos con amigos de confianza. Un buen lugar para conducir este tipo de diálogo es en los círculos de predicadores de Langham (TDP). Estos círculos toman diferentes formas en diferentes partes del mundo, pero en todos participan maestros de la Biblia juntándose para aprender más acerca de la Biblia y cómo predicarla.
El libro de Proverbios lo resume maravillosamente: ‘El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre.’ (Prov 27:17). Siempre hay algo más que aprender, y aprendemos los unos de los otros. Esto es así, porque todos estamos involucrados en una conversación de por vida en la cual permitimos que nuestra comprensión de la Biblia forme y sea formada por medio de nuestro estudio y al compartir porciones concretas de ella. Es un proceso que nunca se completará en esta vida.
3.2. Una conversación entre mi marco de referencia y el de Dios
Mientras estamos inmersos en nuestra conversación sobre diferentes partes de la Biblia, puede que nos demos cuenta de que hay otro participante en la conversación. Este participante es la cultura a la que perteneces. No siempre lo reconocemos, pero nuestra cultura (nuestra cultura nacional, cultura de iglesia y cultura de hogar) afectará la forma en la que interpretamos la Biblia. A continuación expongo algunos ejemplos de esto.
Crianza y vida familiar: Nuestras experiencias en y con nuestras familias, están formadas dentro de nuestras culturas nacionales, y por lo tanto también afectan cómo leemos la Biblia. También afectará cómo entendemos la relación entre hombres y mujeres, y cómo entendemos conceptos como el de la familia de Dios. Por ejemplo, el tipo de relación que tenemos con nuestros padres humanos (buena o mala) tiene un impacto profundo en cómo nos relacionamos con Dios como nuestro Padre, y en cómo interpretamos la enseñanza de la Biblia acerca de él. Si tuviste un padre muy estricto, puede que te encuentres dando mucha importancia a los mandamientos de Dios y a la ira de Dios; si tuviste un padre muy amoroso, puede que te enfoques en el amor de Dios y en su deseo de que nos comuniquemos con él.
Conversión y experiencias en la iglesia: Si creciste en una fe diferente, o conociste a Cristo más tarde en tu vida, tendrás una perspectiva muy diferente de la de alguien que creció en una iglesia y que ha estado rodeado de cristianos desde su infancia. Esas perspectivas diferentes afectarán tu forma de ver el mundo y cómo entiendes tú fe.
Trasfondo denominacional y nacional: Tu interpretación de las Escritura estará afectada por las creencias de tu iglesia. Por ejemplo, tu iglesia ¿bautiza a bebés o considera inapropiado que los creyentes se involucren en asuntos de política nacional?
Muchas otras cosas también nos influyen: nuestra edad, nuestra educación, estudios, con que frecuencia tenemos encuentros interculturales, las experiencias de sufrimiento que hemos experimentado. Todo esto forma nuestra perspectiva, el marco de referencia en nuestra mente que nos ayuda a dar sentido del mundo de Dios y a la Palabra de Dios.
¡El problema es que muchos cristianos dan por sentado rápidamente que su propia comprensión del mundo automáticamente llega a ser la de Dios desde el momento de su conversión, o en el momento de obtener su título en teología, o cuando se convirtieron en pastores! O asumen que su denominación es la correcta, mientras que las demás están peligrosamente equivocadas. O que su propia cultura nacional es superior a las demás en, por ejemplo, su actitud en cuanto a las personas mayores.
La combinación de estos elementos de fondo, forma lo que podemos llamar nuestro marco de referencia para interpretar el mundo y la Biblia. Si no tenemos cuidado, cuando predicamos, simplemente predicamos nuestros propios paradigmas, no lo que la Biblia realmente enseña. Así que es un viaje de por vida permitir que Dios transforme nuestros propios marcos de referencia para que se ajusten cada vez más al paradigma de Dios (como lo indica el diagrama).
A esto es a lo que se refirió Pablo cuando le dijo a los cristianos de Roma:
No os amoldéis al mundo actual, sino sed transformados mediante la renovación de vuestra mente. Así podréis comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. | ||
--Rom. 12:2 |
La conversación entre nuestros propios paradigmas y el de Dios tendrá lugar mientras estudiamos las Escrituras y tratamos de vivirlas. Mientras crecemos en nuestro conocimiento y en nuestra experiencia de discipulado, también mientras avanzamos en madurez cristiana. Poco a poco, nuestra perspectiva comenzará a parecerse más a la perspectiva revelada por Dios.
[2] Christopher J. H. Wright, Cómo Predicar desde el Antiguo Testamento (Lima: Ediciones Puma, 2016).
[3] Un gran ejemplo es: How to Read the Bible Book by Book: A Guided Tour by Gordon Fee and Douglas Stuart (Grand Rapids: Zondervan, 2014).
[4] En su libro, Cómo Predicar desde el Antiguo Testamento, Christopher J.H. Wright también recalca la importancia de entender a la Biblia como una historia completa. Su esquema del drama de la escritura en seis etapas es ligeramente diferente de lo propuesto aquí, pero el esquema general y la forma de la historia es la misma.
[5] Adaptado de Jeffrey D. Arthurs, Preaching with Variety (Grand Rapids : Kregel, 2007),p. 70.
[6] Nota: las citas literales de la Biblia están en cursiva.