Como en este caso, son distintos los lugares del mundo en los que estallan gritos de rebeldía que conducen a formas organizativas revolucionarias. Hacia el sur del continente americano se producen manifestaciones y organizaciones estudiantiles importantes desde principios del siglo XX, que en las décadas del sesenta y setenta vuelven a cobrar protagonismo nacional y continental. La experiencia militante argentina es muy importante para este balance por las luchas universitarias emprendidas allí.
Interpretación del mapa de América del Sur. Colombia.
Caricatura de Nadaísmo 70, N.° 8. 1971, p. 4.
Argentina: comentarios a una historiografía militante
Protagonistas de primera línea en la historia continental de la organización estudiantil, los argentinos desarrollan una producción historiográfica de tono militante, y las marcas que dejan las sucesivas dictaduras militares en la intelectualidad se traducen en un compromiso con la memoria de la represión. Algo similar sucede con la permanencia de algunas tesis marxistas de los años sesenta con sus distintas interpretaciones, necesarias para comprender la manera como la historia universitaria argentina reconstruye la trayectoria histórica del movimiento estudiantil. A diferencia del caso colombiano, los investigadores argentinos escriben una historia de los años sesenta y setenta como protagonistas y testigos. El acento, el tipo de escritura, las categorías de análisis y la tendencia política de los resultados se acercan a una izquierda universitaria que relieva las actuaciones de los estudiantes de aquellos años.
Como en el caso de México, este apartado no trata los textos elaborados sobre el hito de la Reforma de Córdoba de 1918, principal referente del movimiento estudiantil en Latinoamérica; tampoco intenta alcanzar un alto grado de exhaustividad, tdado que el objetivo es identificar tendencias investigativas generales de otras latitudes para entablar reflexiones de contraste respecto de la producción colombiana. El balance corresponde, pues, a una serie de artículos variados que estudian diferentes universidades argentinas en un periodo comprendido en la segunda mitad de los años cincuenta y los primeros años de la década del setenta, toda vez que la simultaneidad histórica de fenómenos como la intensa politización del estudiantado, el influjo de marcos mundiales como la Guerra Fría o la Revolución cubana y episodios de represión oficial a la protesta influyen de una u otra manera en las movilizaciones estudiantiles de estos años en Colombia, México, Argentina y Brasil123.
Nada mejor para iniciar estos comentarios que el balance realizado por Juan Sebastián Califa sobre la producción de los movimientos estudiantiles en la Universidad de Buenos Aires [UBA] entre 1955 y 1976124. La historiografía sobre el movimiento estudiantil argentino es abundante, a tal punto que el balance de Califa, que se ciñe al caso de la UBA, referencia más de medio centenar de artículos, libros y ponencias. La selección de esta universidad se debe a la fuerza que toma el proyecto modernizador y desarrollista de la educación argentina, causante de una importante oposición política del estudiantado. Aparte de estas razones, el peso político de la más importante casa de altos estudios del país, derivado del gran número de estudiantes y su larga historia, son argumentos suficientes para concentrarse en este caso. El texto, además de exponer una larga lista de referencias bibliográficas, propone una periodización para estudiar el movimiento estudiantil en perspectiva analítica.
En la caracterización que realiza el autor del movimiento estudiantil de este periodo se destaca la inclusión de este en una corriente política de alcance mundial definida como la ‘nueva izquierda’. Esto implica el abandono progresivo y la crítica a los postulados de 1918. El movimiento de este momento experimenta procesos de radicalización que llegan a los mismos estudiantes cercanos al catolicismo, a consecuencia del aggiornamento posterior al Concilio Vaticano II. El resultado académico parte de esta constatación, y se organiza, de un lado, en textos dedicados específicamente a la protesta estudiantil, y del otro, en inflexiones sobre el contexto político, social y cultural de la época. Al entrar en materia, Califa identifica enfoques y temas que se comparten en el caso colombiano: la ruptura del referente histórico entre los postulados de 1918 [autonomía, libertad de cátedra, proyección social de la universidad] y los mismos postulados bajo el manto de coincidentes y divergentes discursos de izquierda, la relación de la protesta con las clases sociales llamadas a hacer la revolución [obreros más que campesinos], el requerimiento de pensar la condición estudiantil como un asunto generacional y de pertenencia a las llamadas clases medias y las condiciones estructurales que inciden en la transformación de la identidad estudiantil en la necesidad de entrar en un mercado laboral que puede ser asumido como un cuello de botella ante la aspiración de una vertiginosa movilidad social.
Califa propone también dos aspectos temáticos que merecen ser explorados en futuros trabajos sobre la protesta estudiantil. El primero se refiere al proceso de radicalización que experimentan los estudiantes, concretamente los cambios y rupturas en las tradiciones del movimiento: ¿por qué y cómo los estudiantes hacen el tránsito de los postulados reformistas a los revolucionarios? El otro aspecto alude a lo que Califa llama la “experiencia estudiantil”, entendida como el conjunto de procesos, prácticas, rituales y discursos en los que socializan los estudiantes. El asunto es interrogarse por las relaciones construidas en estos procesos socializadores, para enmarcar la reflexión en las culturas juveniles y las relaciones generacionales que se expresan de manera evidente en el mundo universitario. En otras palabras, la invitación del autor es a reconstruir las relaciones experimentadas por estudiantes concretos, la manera como son vividos y sentidos los significados y los valores de la universidad y cómo se relacionan estos mismos estudiantes con las ideologías. Esta apuesta por la experiencia estudiantil del movimiento universitario no puede perder de vista la relación con el marco de las estructuras de clase en el interior de la universidad y en la sociedad.
Los capítulos del libro seleccionados en la compilación citada responden a estudios de distintos casos de investigación sobre los movimientos estudiantiles de las universidades argentinas. Particularidades como las de Corrientes, Chaco, Mendoza, Córdoba y otras son desarrolladas desde diferentes ángulos y preocupaciones históricas. El texto de Mariano Millán se ocupa de la formación de alianzas políticas de los estudiantes de la Universidad Nacional del Nordeste [Unne] en el “campo popular” entre 1966 y 1969125. Con un enfoque clasista, en el que los estudiantes hacen parte de la lucha de clases librada en estas provincias, el capítulo se da a la tarea de estudiar la posición de los estudiantes durante el golpe de Estado de 1966 y las relaciones políticas que se crean en este momento con el Poder Ejecutivo Nacional.
Partiendo de este contexto de represión militar hacia la universidad argentina, Millán dedica el resto del artículo a describir la dinámica de la lucha estudiantil exponiendo las principales coyunturas, causas y acciones de los estudiantes de la Unne. También muestra elementos de fondo de la reivindicación de la autonomía universitaria y algunos atisbos de cogestión. El capítulo cierra con la mención de los principales hechos protagonizados por los estudiantes en colaboración con centrales obreras, punto que no es muy desarrollado pese a que el título del texto sugiere ocuparse de ello. El texto de Millán en su enfoque descriptivo no ofrece una reflexión sobre el significado de las alianzas para el estudiantado ni muestra las relaciones entre las luchas estudiantiles y la lucha de clases, como insinúa en su cometido. Por el contrario, prima la postura militante, tal y como lo muestra la última frase del texto en la cual celebra una acción violenta del estudiantado contra la dictadura.