Fe, pobreza y desarrollo. Bryant Myers. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Bryant Myers
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Религия: прочее
Год издания: 0
isbn: 9781951539030
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el amor me obliga a compartir esta noticia.

      Deliberadamente escojo esta frase por sobre la palabra evangelismo por varias razones. Primero, al igual que el término desarrollo, evangelismo es una frase cargada. Imágenes de evangelistas de la calle gritando con megáfonos y de evangelistas de cruzada exhortando estadios llenos de personas vienen a la mente, y ninguna de ellas se ajusta muy bien a la idea del desarrollo transformador. Segundo, y más importante, el evangelismo tiende a usarse en el sentido limitado de referirse a la proclamación verbal de la verdad del evangelio de Jesucristo. Necesito una frase que incluya proclamación, pero que no se limite solo a ello.

      Entiendo el testimonio cristiano para incluir la declaración del evangelio según la vida, palabra y obra. Por vida me refiero al hecho de que los cristianos son el mensaje. Somos el libro sesenta y siete de la Biblia. Las personas leen nuestras vidas y nuestras acciones y escuchan nuestras palabras como una forma de determinar lo que significa ser un cristiano. Ahora porpalabra me refiero a la necesidad de decir lo que es la historia del evangelio e invitar a otros a hacer la suya. Por obra me refiero al hecho de que la fe cristiana, en el mejor de los casos, es una fe activa, comprometida con el mundo y que busca hacerlo más para la vida y el disfrute de la misma.

      Hayun importante matiz aquí:no existe tal cosa como no dar testimonio. Los promotores de desarrollo cristiano están dando testimonio todo el tiempo. La única pregunta es “¿A quién o a qué?” Sus actos, tanto lo que hacen y cómo lo hacen, en quién declaran o en qué colocan su fe también demuestran el contenido moral de esa fe. La manera en que viven sus vidas declara a quién aman y de quién dependen. Y, si de veras demuestran su amor a Dios y a su prójimo con sus vidas, entonces llegarán preguntas para las cuales el evangelio es la respuesta y darán testimonio con las palabras adecuadas.

      Ya he mencionado que una de las principales características en la historia ha sido la creencia occidental de que los ámbitos espiritual y material de la vida están separados y no se relacionan. Esta suposición dominante controla casi todas las áreas de la consulta intelectual, incluidas la práctica y teoría del desarrollo. El resultado es un trágico par de reducciones. Primero, la pobreza se reduce a una simple condición material que tiene que ver con la ausencia de cosas como dinero, agua, alimento, vivienda, y la falta de sistemas sociales justos, también definidos y entendidos materialmente. Segundo, el desarrollo se reduce convenientemente a una serie material de respuestas diseñadas para superar estas necesidades.

      Como el enfoque de este libro es la búsqueda de una comprensión genuinamente bíblica y holística de la pobreza y el desarrollo transformador, creo que puede ser útil explorar más a fondo la naturaleza de este punto ciego moderno antes de continuar. ¿Por qué necesito la palabra holística en primer lugar? ¿Cuál es la naturaleza del problema que estamos tratando de resolver utilizando dicho término? Debe de haber algo que no es holístico.

      El gran divorcio: separación de los ámbitos espiritual y material

      El lugar para empezar es la manera en que entendemos e interpretamos el mundo en que vivimos, algo que los antropólogos llaman “nuestra cosmovisión”. Nuestra cosmovisión moderna es como un par de anteojos a través de los cuales vemos y damos sentido al mundo. Sin embargo, a diferencia de los anteojos, también incluye nuestras conjeturas acerca de cómo funciona el mundo. Nuestra necesidad de holismo tiene sus raíces en nuestra cosmovisión moderna.

      Como el cambio de paradigma fundamental de la Iluminación Espiritual ha funcionado en la cultura occidental, una de sus características más perdurables ha sido la suposición de que podemos considerar los ámbitos espiritual y físico como separados y distintos entre sí. Por un lado, está el mundo espiritual o súper natural en donde Dios vive y actúa junto con otros dioses cósmicos como Alá. Este es el mundo de la religión. Por otro lado, existe el mundo real: el mundo material en donde escuchamos, vemos, sentimos, tocamos y olemos; este es el mundo de la ciencia, la tecnología y el desarrollo.

      Tristemente esto no es solo un problema para la gente del mundo occidental. Esta dicotomía o separación absoluta entre lo espiritual y lo físico es un principio central de lo que algunos llaman modernidad, y la modernidad rápidamente se está convirtiendo en una súper posición dominante en las culturas del mundo. La modernidad está profundamente arraigada en el sistema económico moderno y en la tecnología de la información contemporánea, ambos se extienden hasta allí donde se venda Coca Cola. Esta misma cultura de dicotomías se enseña en cada salón de clase, en donde el plan de estudios está basado en modelos educativos occidentales. Por lo tanto, todo profesional que no es occidental ha asimilado esta cosmovisión como una parte no expresada de su formación profesional.

      Este marco de áreas de vida separadas también está profundamente arraigado en la parte occidental de la iglesia cristiana, en su teología y en el diario vivir de su gente. El domingo por la mañana o durante nuestro devocional o vida de oración, operamos en el área espiritual. El resto de la semana y en nuestras vidas profesionales, operamos en el área física y, por ende, conscientemente actuamos como ateos funcionales. Simplemente, ser cristianos no cura nuestra compresión dicotómica del mundo.

      Lesslie Newbigin (1989) ha mostrado cómo la separación moderna de los ámbitos físico y espiritual explica un amplio rango de las dicotomías modernas que prevalecen en la cosmovisión moderna. Por ejemplo, el mundo espiritual es la arena de la revelación sagrada, en la cual sabemos por creer. El mundo real en donde escuchamos, vemos, sentimos y tocamos es donde la observación científica nos permite conocer cosas con certeza. Fe y religión forman parte del mundo espiritual, mientras que la razón y la ciencia brindan las explicaciones en el mundo real. El mundo espiritual es un lugar interior, privado; el mundo real es un lugar exterior, público. Esto significa que los valores son un asunto privado de elección personal, que no tiene relevancia en la plaza pública en donde los políticos y los economistas reinan solos. Públicamente, solo tenemos que aceptar los hechos. Tristemente, la iglesia también ha sucumbido a esta cosmovisión moderna y se ha permitido a sí misma ser relegada al mundo espiritual, mientras que el Estado y otras instituciones humanas asumen la responsabilidad por lo que sucede en la vida cotidiana.

EspiritualMaterial
Revelación y creenciaObservación y conocimiento
FeRazón
ReligiónCiencia
Privado y personalPúblico
ValoresHechos
IglesiaEstado

      Figura 1-1: Las dicotomías de la cosmovisión moderna

      Separación de testimonio cristiano y acción social

      La separación que hace la modernidad de los ámbitos físico y espiritual es parte de la explicación de cómo hemos llegado a entender el testimonio cristiano, y específicamente el evangelismo, como algo que no está relacionado con el desarrollo comunitario. Amar a Dios es trabajo espiritual y amar a los vecinos ocurre en el mundo material. Por lo tanto, el evangelismo (restauración de la relación de las personas con Dios) es trabajo espiritual, mientras que la acción social (restaurar relaciones políticas, sociales y económicas justas entre las personas) no lo es. En el análisis final, esta falsa dicotomía lleva a los cristianos a creer que un trabajo redentor de Dios ocurre únicamente en el ámbito espiritual, mientras que el mundo, aparentemente, se le deja al demonio.

      Este entendimiento de dos niveles del mundo explica otro fenómeno curioso. Como portadores de modernidad, los gobiernos y la mayoría de las instituciones seglares de desarrollo occidentales separan la religión del desarrollo. Ellos aceptan la aserción de modernidad de que la Iglesia y el Estado deben estar separados porque tratan con ámbitos separados. Dado que la Iglesia entiende el evangelismo como una actividad apropiada para el mundo espiritual, mientras que la acción social —si es del todo una actividad apropiada para la Iglesia— es la respuesta apropiada en el mundo físico. La Iglesia acepta esta separación impuesta de lo que el evangelio sugiere que es inseparable.

      La agencia de desarrollo cristiano no es inmune al fenómeno. Expresamos nuestro