Al consultar investigaciones relacionadas con esta temática, se hallan varias tendencias historiográficas. En primer lugar, autores como Herion (1997)12 plantean que mostrar ejemplos de mujeres que permitan deshacer los estereotipos prevalecientes, que las mujeres no hacen matemáticas, o que las que la hacen son de un tipo particularmente especial o hasta raro, alentarán a las mujeres a considerar las matemáticas como profesión.
Asimismo, Osen (1974)13, considera que rastrear el impacto que las mujeres han tenido en el desarrollo del pensamiento matemático, perfilar la vida de estas mujeres y explorar el contexto social en el que trabajaban, motivará a otras mujeres a estudiar esta ciencia. Para ello, la autora muestra los aportes de muchas de las mujeres notables, cuyos logros matemáticos son mejor apreciados a través de una comprensión de las sociedades y los problemas que moldearon su vida. Expone en orden cronológico, comenzando con el origen de la matemática en las grandes civilizaciones de la Antigüedad y procediendo a lo largo de las primeras décadas del siglo xx. Además, Osen (1974), nos reitera la facilidad existente para observar que los nombres de estas geniales mujeres son incomparablemente más oscuros que los de sus homólogos masculinos. Este fenómeno, sin duda, ha contribuido a perpetuar el persistente y omnipresente mito de que la matemática en sus diversas formas es un dominio masculino.
Por otro lado, Gallagker y Kaufman (2005)14, estudian las tendencias desde la psicología de las diferencias de sexo hasta el análisis en profundidad de género y cognición, analizando los hallazgos que tienden a establecer la brecha de rendimiento dilucidada en las diferencias de las pruebas estandarizadas de matemáticas que favorecen a los varones. Gallagker y Kaufman, enfatizan en que si nos fijamos únicamente en el rendimiento en las pruebas, podríamos concluir entonces que las mujeres tienen menos capacidad matemática que los hombres, pero el rendimiento de las pruebas no cuenta la historia completa. Del mismo modo, Mendick (2006)15, concentra su investigación en determinar qué tipos de masculinidades se están produciendo en las escuelas, y el impacto que estas tienen en la educación.
En el marco histórico se revisan los orígenes de la educación de la mujer universitaria en el contexto internacional, de Latinoamérica y de Colombia; en nuestro país se consulta la legislación de la educación superior, las voces de las mujeres que vivieron estas disposiciones en el periodo de estudio y se analiza la evolución de las carreras pioneras en formación matemática en Colombia. En el marco demográfico se caracteriza la población estudiada con relación al contexto espacial en el cual la profesión de matemático(a) tuvo origen en nuestro país.
Según lo anteriormente planteado, se observa que la historia de las matemáticas ha sido la de un grupo selecto de individuos que, debido a barreras social y culturalmente impuestas, resulta aún más selectiva para las mujeres. Investigaciones realizadas en este campo muestran que el acceso al conocimiento matemático para las mujeres fue demasiado restrictivo; por ejemplo, en el siglo xviii, a las mujeres les estaba prohibido asistir tanto a los encuentros de la Academia de las Ciencias en París como a los cafés, pues era allí donde los científicos se reunían para discutir los avatares de la ciencia, prohibición que la matemática Emilie de Breteuil, marquesa de Châtelet, desafió participando en dichos eventos disfrazada de hombre16.
Nuestra sociedad no ha sido ajena a la presencia de estas barreras; sin embargo, las diferencias en el rendimiento en áreas como las “ciencias duras” no tienen que ver con cuestiones de capacidad, sino más bien con niveles distintos de motivación y de expectativas. Tradicionalmente, los estereotipos generizados hacen que los profesores de estas áreas, subconscientemente, tiendan a infravalorar a las chicas, lo que lleva a una reducción de sus expectativas y por consiguiente a una baja en su nivel de rendimiento. Es decir, los estereotipos condicionan el rendimiento académico de las mujeres en las áreas científico-técnicas y alimentan su rechazo hacia carreras como matemáticas y física17.
La problemática anteriormente expuesta nos conduce al deseo de revelar el papel de las mujeres en la ciencia, y específicamente en las ciencias matemáticas, mostrando sus voces, sus historias de vida y resaltando su desempeño investigativo en esta ciencia y, a la par, analizando la situación de las científicas en la universidad colombiana: sus logros, tropiezos y aciertos.
Nosotros consideramos que esta historia está incompleta y por lo tanto ha sido escrita parcialmente, dejando vacíos en la forma en que en la misma han participado las mujeres. Desde esta perspectiva, nuestra investigación pretende dar otra visión llenando los vacíos que nos ayudarán a “renovar nuestra visión del pasado de modo que sirva de base para asentar un nuevo proyecto social”18. Destacamos que el proyecto busque reivindicar el papel de la mujer en la historia de las ciencias y sirva de ejemplo de vida para las científicas futuras. Para este propósito acudimos a la historia como herramienta para la construcción del futuro, teniendo en cuenta la misión del historiador de investigar las causas del presente para proyectar el futuro.
Por lo anterior, el objetivo general de esta investigación se centró en analizar los aportes realizados por matemáticas colombianas, en la segunda mitad del siglo xx, en el desarrollo y transformación del conocimiento matemático, para determinar las oportunidades de acceso, desarrollo y permanencia de la mujer frente a la investigación matemática en Colombia y cómo su labor ha influenciado a otras mujeres para dedicarse al estudio de esta ciencia.
Dentro de los objetivos específicos están, en primera instancia, analizar e identificar los procesos históricos que han mediado en el proceso de reconocimiento de la mujer como una investigadora en matemáticas. En segunda instancia se analizan los aportes científicos realizados por matemáticas colombianas y se identifican algunos procesos políticos, sociales y culturales que incidieron en el posicionamiento de la mujer en la comunidad científica en general y como investigadora en ciencias matemáticas en particular.
Una hipótesis que sirvió como hilo conductor durante el trabajo de investigación estuvo centrada en pensar que el ambiente socioeducativo y cultural en el que se desenvolvían las mujeres objeto de estudio, era determinante en su formación, en su desempeño profesional y en la consecución de sus logros.
Esta investigación se enmarcó en estudios de género de corte histórico-social y giró en torno a la pregunta orientadora: ¿Cómo se ha desarrollado la participación de la mujer en investigaciones propias de ciencias matemáticas en tres instituciones de educación superior de Colombia en el período comprendido entre 1961 y 2000? Para este propósito se proyectó una metodología de corte cualitativo, “basada en métodos de generación de datos flexibles y sensibles al contexto social en que se producen”19.
Reconociendo la trascendencia de la historia oral como fuente principal para la reconstrucción del pasado, se seleccionaron tres notables investigadoras matemáticas cuyas historias de vida coadyuvan en la consecución de los objetivos propuestos. Los criterios de selección para su inclusión en la investigación fueron: ser matemática colombiana, poseer producción científica en el área de matemáticas, tener título de doctorado en Matemáticas, desempeñarse profesionalmente en una universidad colombiana y gozar de reconocimiento académico entre sus colegas matemáticos(as).
Por medio de este proyecto de investigación sociohistórica se pretendió lograr un efecto prospectivo, en el sentido de que las enseñanzas del pasado arrojan efectos esclarecedores sobre el presente y son una base para delinear los prospectos del futuro. El error básico de muchas generaciones ha sido el haber relegado la historia a un segundo plano, ya que quien no aprende de sus errores (o de los de sus vecinos), está condenado a repetirlos. De esta manera, se espera