Reconozco, además, los aportes y las acertadas orientaciones de la Dra. Diana Elvira Soto Arango, directora de la tesis doctoral que soporta el presente documento.
De la misma manera, agradezco a todo el cuerpo de docentes del programa de Doctorado en Ciencias de la Educación del CADE UPTC Tunja.
También quiero dar las gracias a quienes de manera oportuna proporcionaron información requerida para la primera fase de esta investigación:
Al personal de la Secretaría de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia, por suministrarme una completa base de datos de graduados(as) de los programas de formación matemática (pregrado y posgrado) de esta Universidad; a la profesora Lyda Constanza Mora Mendieta, directora del Departamento de Matemáticas de la Universidad Pedagógica Nacional (vigencia 2014-2017), por suministrarme información de primera mano para el avance en la investigación; al personal de las oficinas de archivo y planeación de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, por facilitarme información de sus archivos.
Igualmente, quiero agradecer a mi familia, por su comprensión y apoyo durante la realización de esta investigación; a Alvarito, por su respaldo constante en todos mis proyectos, y a mi hijo Samuel, por soportar mis ausencias prolongadas en esta linda época de su primera infancia.
También quiero expresar mi gratitud a mis amigos y amigas, por ser esa voz de aliento que ayudó a llevar a feliz término esta investigación, y a todos aquellos que de una u otra forma han colaborado en mi crecimiento personal y profesional.
A todos y todas, muchas gracias.
Introducción
En vista del creciente interés en los temas inherentes a la mujer y su lugar en la historia, es particularmente importante que tengamos una declaración más amplia de su gran legado a la ciencia y en especial a las matemáticas. En la presente investigación1 se reflexionó en torno a la educación científica de la mujer, desde una perspectiva de la historia de la educación en un periodo determinado. A partir de las historias de vida, se analizó tanto la formación académica, como la valoración de la producción del trabajo científico de mujeres matemáticas colombianas. Se indagó sobre el tiempo que les tocó vivir, sobre las matemáticas que pudieron conocer y sobre las condiciones personales en las que fructificó su interés científico. Por lo anterior, es relevante, desde la historia de la matemática en Colombia y con la perspectiva de género, establecer las principales contribuciones de estas investigadoras en matemáticas, así como los obstáculos que tuvieron que superar para lograr sus propósitos.
Consideramos que es importante establecer una nueva mirada en los análisis de la producción del trabajo científico que necesita de un alto nivel académico y cultural, además de inteligencia, creatividad, instrucción y decisión. Estos requisitos han provocado que la historia de la ciencia se haya visto reducida a la historia de un grupo especial de individuos, y que para el caso de la historia de las mujeres en la ciencia, y en especial en las matemáticas, sea aún más selectiva2.
La historia de las primeras mujeres científicas conocidas en nuestros días, en la mayoría de casos se caracterizó por ser la hazaña de mujeres privilegiadas, con una situación excepcional, que les permitía instruirse y cultivar sus intereses científicos, a pesar de estar excluidas de las instituciones educativas formales y de las cofradías de reconocido prestigio que eran exclusivas para los hombres de ciencia. Cabe señalar que también existieron casos de otras mujeres que lograron trascender en la historia de la ciencia gracias a sus constantes luchas por ocupar el puesto que ciertas comunidades científicas arbitrariamente les habían querido arrebatar.
Aun cuando hasta hace pocos años no se había popularizado la educación de la mujer, en todas las épocas han sobresalido mujeres: “en ciertas épocas la mujer de ciencia era un fenómeno verdaderamente raro, una curiosidad cultural. En otras, era común que las mujeres se ocuparan de actividades científicas, aunque por lo general no se reconocen sus contribuciones”3. En la Antigüedad, en materia del conocimiento científico y en particular del matemático, se destacan los aportes de Hipatia de Alejandría (370-415), María Agnesi (1718-1799) y Emy Noether (1882-1935), entre otras. Todas ellas eran hijas de matemáticos, crecieron en un ambiente donde las matemáticas eran conocidas y apreciadas y donde su talento erudito fue reconocido, superando así los sistemas patriarcales de las familias y el machismo imperante en la época en que vivieron. En estos casos, podría pensarse que su vínculo familiar o su entorno filial influyeron para que sus nombres brillasen con luz propia y en la actualidad sean tan conocidas por la comunidad matemática mundial.
Sin embargo, en muchas ocasiones el trabajo científico de las mujeres matemáticas, por el simple hecho de haber sido realizado por una mujer, no era considerado de buen nivel, razón por la cual, con el ánimo de ser tenido en cuenta, el trabajo de estas mujeres debía ser atribuido a sus colegas masculinos, obligándolas prácticamente a renunciar a su autoría. En esta línea de investigación localizamos los trabajos de Figueroa et al.: “los problemas de identificación de autor se complicaban por la pérdida del apellido de algunas mujeres al casarse, o por la obligación a que se veían sometidas de utilizar un pseudónimo masculino que garantizase que su trabajo fuese tomado en serio”4.
En América Latina, la idea de la educación científica para las mujeres adquirió relevancia a fines del siglo xvii en la figura de Sor Juana Inés de la Cruz, sin duda, una de las precursoras más importantes de la lucha por la educación científica para las mujeres y máxima figura de las letras mexicanas5.
Aunque las mujeres mencionadas anteriormente abrieron importantes senderos en un territorio hostil, su conquista no se ha completado aún. A pesar del importante avance de la mujer en las últimas décadas, todavía está lejos de ocupar el espacio que le corresponde en las ciencias en general, y en las matemáticas en particular; prueba de ello es que apenas el pasado 13 de agosto de 2014, por primera vez en la historia, una mujer es premiada con la Medalla Fields de Matemáticas6. Esta medalla es considerada como el Premio Nobel de Matemáticas. La Medalla Fields fue instaurada en 1936 y cada cuatro años, durante la celebración del Congreso Internacional de Matemáticas, premia, por sus descubrimientos sobresalientes, a un máximo de cuatro matemáticos menores de 40 años. En esta ocasión la medalla fue otorgada a la matemática iraní Maryam Mirzakhani, de 37 años, y como se mencionó, por primera vez en la historia de las matemáticas este premio es otorgado a una mujer7. La actual presidenta de la Unión Matemática Internacional (IMU) Ingrid Daubechies, ha reconocido que “las mujeres siguen sin estar lo suficientemente presentes en la investigación matemática, por lo que Mirzakhani es un modelo para atraer a más féminas a los primeros puestos”8. El Congreso Internacional de Matemáticas de 2014 pasará a la historia por la coincidencia de dos efemérides relacionadas con las mujeres: la primera mujer presidente de la IMU presidió la ceremonia de entrega de la Medalla Fields a la primera mujer matemática receptora del tan anhelado galardón, considerado el Premio Nobel de Matemáticas y el premio más prestigioso en el campo de las matemáticas.
Otra importante distinción que existe entre la comunidad matemática internacional para suplir la ausencia del Premio Nobel de Matemáticas, es el denominado Premio Abel (en honor al matemático noruego Niels Henrik Abel (1802-1829)). Este fue instituido por el gobierno noruego en enero de 2002, y entregado por primera vez en 2003. El prestigioso galardón, a partir de su proclamación premia anualmente los mejores logros científicos en el mundo de la matemática. La primera mujer en recibirlo, el 21 de mayo de 2019, fue la estadounidense Karen Keskulla Uhlenbeck, a sus 76 años de edad9.
En la revisión del estado del tema sobre el impacto de las mujeres matemáticas en la historia de la ciencia, encontramos que se ha estudiado desde diferentes concepciones. En primera instancia, debemos indicar que en esta investigación nos inscribimos en la concepción de género dada por Scott (2008),10 en el sentido de que el género es la organización social de la diferencia sexual. Igualmente, indicamos que el rol de la mujer históricamente está determinado o condicionado por su entorno