Mignolo (2015) argumenta que el racismo no tiene que ver tanto con la categorización derivada del siglo XVI para distinguir cristianos de moros o judíos, o con el color de la piel, sino con la devaluación de la humanidad de una parte de los seres humanos. Para el autor hay dos trayectorias interrelacionadas “Una es la esfera del Estado, involucrando ambas relaciones domésticas e internacionales. La otra es la esfera intersubjetiva, en cada persona, cruzada por líneas raciales y de género” (2005, p. 12). Asimismo, el académico argumenta que se deben distinguir los procesos de multipolaridad, concepto común en Relaciones Internacionales y el de pluridiversidad, que implicaría liberarnos de la idea “unipolar” de conocimiento derivado de la universidad epistémica eurocéntrica (p. 17).
En el caso de América Latina, como lo argumenta Vieira (2018) respecto a Brasil, la espacialización de la política mundial se articuló con la imagen espejo idealizada del Otro, pero también con los dilemas de la búsqueda de una identidad ambivalente híbrida entre Europa y África, entre otros, de un otro Occidente. A su vez, argumentamos a partir del estudio de Nissen Adler, aunque no solo limitado a este, que el “estigma”7 en Relaciones Internacionales es “crucial para la producción de identidades estatales y el comportamiento en la sociedad internacional” (Nissen Adler, 2014, p. 174). Estudiar una (¿varias?) América/s Latina/s que se cuestiona/n sobre sus estigmas identitarios (racializado, de periferia), que a veces mimetiza el Norte, que se cuestiona sobre sus varias identidades (¿europea, africana, indígena, mestiza?) es, sin duda, un enfoque promisor en el campo de la pregunta general que guía esta obra, la cual es ¿Cómo se espacializa la política mundial desde América Latina? La hipótesis a partir de la cual partimos es que resulta fundamental el análisis de las visiones geopolíticas que se conformaron y conforman desde América Latina, a fin de mejor comprender cómo se inserta este continente en las dinámicas de la política internacional. A veces mimetizando modelos foráneos. A veces buscando sus propios caminos. A partir de la pregunta central, colocamos tres preguntas subsidiarias, a saber:
1) ¿Afuera los actores estatales, cuáles otros actores son fundamentales para entender la (nueva) espacialidad desde América Latina?
2) ¿Contribuyen proyectos transnacionales desde América Latina, en el siglo XXI, a (re)imaginar o (re)conceptualizar un subcontinente donde se visualiza un (nuevo) sentido de pertenencia y de voz (renovada) en el escenario mundial?
3) ¿Cómo contribuyeron contra-representaciones al Norte desde algunos países de América Latina, a conformar una/varias identidad/des en un plan híbrido y relacional entre el Sur y el Norte?
Para concretar nuestra obra sobre la geopolítica latinoamericana bajo nuevas perspectivas partimos de las siguientes dimensiones de la GC, las cuales fueron tenidas en cuenta por los varios autores/as de la presente obra: 1) No necesariamente debemos centrar los análisis en los Estados, o por lo menos, es importante llamar la atención para lo limitante de este aspecto; 2) Los espacios territoriales son más bien “percibidos” y construidos; 3) Las fronteras, no solo entre Estados, sino regiones, no son “objetivas” y estáticas, sino construidas y cambiantes; 4) La rivalidad y el expansionismo de algunos Estados son elementos importantes, pero los nuevos acercamientos geopolíticos van más allá de esta visión: por ejemplo, dar importancia a los fenómenos de la interdependencia entre territorios e intereses políticos de élites de América Latina; 5) No necesariamente tenemos actores hegemónicos en el sistema regional y/o internacional, sino actores que buscan una hegemonía compartida; 6) Es necesario estudiar nuevas prácticas espaciales que modifican los imaginarios socio-espaciales de América Latina (Preciado y Uc, 2010).
Ó Tuathail (2005) apela para la necesidad de comprender que la geopolítica actual se desarrolla asociada a varias formas de articulación entre poderes y territorios, por ejemplo, contribuyendo a la descolonización de la imaginación geográfica. Asimismo, el autor afirma que “En contraste con la ambición estratégica de la geopolítica imperial […], la geopolítica es una forma táctica de conocimiento” (Ó Tuathail, 2005, p. 53). A su vez, Kuus (2017, s.p.) asevera que el objetivo principal de la GC es “dilucidar y explicar cómo actores políticos espacializan la política internacional y la representan como un ‘mundo’ caracterizado por tipos particulares de lugares”.
¿Cómo se plasma lo anterior en América Latina? Según algunos autores, la geopolítica crítica debe ser tenida en cuenta, por considerar factores materiales e ideacionales, sobre todo en lo que respecta a comprender y explicar las visiones geopolíticas y geoestratégicas de las élites/territorios/regiones/pueblos/comunidades. Asimismo, la geopolítica crítica parte de la premisa que es necesario estudiar los discursos de la geopolítica, los cuales parten de la percepción del mundo, que abarca suposiciones, normas y convenciones.
Para responder a estas preguntas, nuestro libro se estructura de la siguiente forma, a saber, en el capítulo 1, titulado “Hacia la construcción de una geopolítica crítica de la Antártida. Algunas consideraciones desde la perspectiva de Latinoamérica”, Fernando Villamizar Lamus analiza la Antártida, un continente complejo que tiene varias características fuera de lo común como, por ejemplo, no tener población nativa, ni fronteras. A su vez, es un continente dedicado a la ciencia y a la paz. Los análisis latinoamericanos sobre la geopolítica del continente blanco se han basado, de forma general, en la geopolítica tradicional, con algunas dosis de pragmatismo y de aceptación de condiciones. Este capítulo estudia los aportes que la geopolítica crítica puede brindar a los estudios sobre la Antártida, reformulando conceptos tradicionales tales como el Lebensraum bajo nuevos enfoques. En ese análisis se enfatiza que la ciencia produce conocimiento y el conocimiento poder. En ese aspecto se ponen de relevancia las premisas de Ó Tuathail, según las cuales la forma de administrar un espacio concierne al poder.
En el capítulo 2, titulado “Guerras híbridas, intervencionismo y seguridad en la nueva concepción de geopolítica de América Central”, María del Pilar Ostos Cetina realiza una re-visión de los acontecimientos que ensombrecen a la América Central, en el contexto vigente de posguerra fría, utilizando conceptos como intervencionismo antihegemónico o espacio-ruta. Dicho análisis permite hacer una deconstrucción de la realidad centroamericana y con ello identificar, de manera puntual, los actores y agentes, intra y extraterritoriales, que convergen e intervienen en esta área geográfica; cuya presencia se enmarca en medio de un desequilibrio que afecta el ámbito de la seguridad, lo que se evidencia a partir de casos como Nicaragua, pero también de Honduras, seguido de El Salvador y Guatemala, los cuales enfrentan en la actualidad conatos de violencia que han llevado al desplazamiento forzado, la salida masiva de refugiados, entre otros.
En el capítulo 3, titulado “Cuba: revolución en transición, reformas y nuevas legitimidades. Miradas desde la geopolítica crítica”, Rogelio Sánchez Levis se propone una mirada analítica a la realidad cubana, sus profundas transformaciones, inéditos desafíos y la diversificación de agendas, representaciones y discursos