La Nochebuena es, en realidad, la única fiesta de Inglaterra. Yo la llamaría la fiesta nacional de los ingleses. Es una fiesta conservadora y familiar; una fiesta para las personas de orden, que tienen una chimenea bien caliente en una casa muy confortable y unos cuantos hijos muy bien calzados alrededor de una mesa, en la que no falta nada. Es la fiesta del egoísmo inglés. Todo el mundo permanece at home mientras la lluvia enloda las calles. En Soho y Charlotte Street, los barrios de la miseria cosmopolita, algunos bars abren sus puertas mercenarias para consuelo de los náufragos de la gran ciudad. No falta en esos bars quien pida whisky con un acento muy español. La Nochebuena no ha sido nunca bien comprendida de los españoles. Somos demasiado individualistas y nada conservadores. Somos hombres de calle y no de casa. Nos falta este espíritu bíblico y familiar de los ingleses. Yo me siento horrorizado ante las fiestas del Christmas, así como se horrorizan los ingleses en nuestras corridas de toros. Toda esta ternura, todo este sentimentalismo, todo este pudding, todos estos sentimientos y todos estos manjares, tan calientes y tan dulces, me parecen de un egoísmo espantoso.
En lugar de un artículo
Unos cuantos anuncios.
SE NECESITA un vaquero. Creencias cristianas. Preferiráse un metodista. (East Anglian Daily Times).
LIGA ANTIPORNOGRÁFICA.— Necesítase propagandista joven, elegante y distinguido. (Daily Telegraph).
LANGUIDEZ. Vals. Ternura garantizada. Un chelín siete peniques. (Daily Mirror).
SE NECESITA un inventor. (Daily Telegraph).
SE NECESITA persona instruida en Historia para conversar una hora diaria sobre la decadencia de Bizancio. (Morning Post).
FAMILIA de trece miembros. Convidaría comer y cenar todos los días a persona distinguida para deshacer el maleficio del número. Deséanse buenos modales y conversación ejemplar. (Daily Telegraph).
LITERATO.— Profundo conocimiento de los clásicos. Necesítase para redactar los anuncios de un nuevo dentífrico. (Daily Mail).
HERMOSO LORO australiano. Conversación garantizada. Habla inglés y algo de francés. Silba. Se le puede ensayar un mes. Con la jaula, 15 chelines. (Daily Sketch).
UNA SEÑORA, que pesa 95 kilos, desearía reducirse a 75 antes de un mes. Proposiciones: Poste Restante, A. S. K. (Daily Sketch).
NUEVA LIGA.— Necesítase inmediatamente propagandistas que hablen con convicción. (Daily Telegraph).
AMIGOS PERDIDOS.— Se les encontrará recurriendo a nuestra Agencia de investigaciones. (Daily Mail).
COJO del pie derecho. Desearía asociarse con cojo del pie izquierdo para comprar las botas en comandita. Número 43. (Daily Mail).
CUBANO de trece años. Desearía colocarse de negro. (Daily Mail).
UNA LIBRA de gratificación al que presente en Baker Streer, 54, hermoso perro japonés respondiendo al nombre de «Tutú». Señora anciana, gravemente enferma, se muere llamándolo. (Daily Mail).
FAMILIA musical y danzante. Admite huéspedes. (Daily Telegraph).
PENSIÓN MODELO. Prohibición absoluta de fumar en todas las habitaciones. No se baila, ni se juega. Se apaga la luz a las once en punto. (Daily Telegraph).
SE NECESITA muchacha de quince años, con gran experiencia de la vida, para cuidar una niña. (Evening Times).
SEÑORITA. Cincuenta años. Carácter dulce. Desea casarse con un hombre muy enérgico. (The Evening News).
EL CORREO MATRIMONIAL.— (Establecido desde hace medio siglo. 15000 matrimonios realizados. Clientes en todas partes. Condes y marqueses disponibles. Honradez garantizada para los que la soliciten. (Daily Telegraph).
LA LIBERTAD.— Agencia de divorcios. (Daily Telegraph).
MASAJISTA. Diez y ocho años. Rubia. Manos de hada. (Pall Mall Gazette).
ENFERMO del hígado. Desea trabar amistad con hombre jovial.
SE VENDE un perro de Terranova. Fidelidad garantizada. (Daily Sketch).
ACTOR CELEBRE, dedica postales: «Afectuosamente», tres chelines. «Cordialmente», cuatro chelines, «Con besos» cinco chelines, «Con amor», siete chelines. «Con amor y besos», media libra. (The Referee).
SE NECESITA una señora gorda para hacer experiencias de adelgazamiento por un procedimiento nuevo. (Daily Chronicle).
Una tarde en «cosmopolis»
Frente al British Museum hay un hermoso local que se llama Cosmopolis. Allí se enseñan idiomas y se dan representaciones teatrales en inglés, francés, alemán, italiano y español. Los domingos, particularmente, el teatro de Cosmopolis se llena. Se llena aunque la función se represente en sánscrito, porque el domingo londinense no tiene otro atractivo más que el que le da Cosmopolis. Ya supondrán ustedes que el fundador de Cosmopolis no es ningún inglés: a un empresario inglés no se le hubiera ocurrido nunca la idea de organizar aquí representaciones domingueras, porque desde los tiempos de Shakespeare, ningún domingo había habido teatro en Londres. El fundador de Cosmopolis es un italiano de gran iniciativa. Se llama Cucchiara; pero, en realidad, debiera llamarse Plato, ya que están comiendo de él una porción de personas. ¡Loor al Sr. Cucchiara, que ha venido a interrumpir en Londres una tradición secular, y que, con su esfuerzo y con sus libras, está comunicándole cierta amenidad al domingo inglés!
Ayer se representaron en Cosmopolis dos o tres obritas españolas. El teatro estaba atestado. Se había anunciado la presencia del embajador de España en unos prospectos que decían: «His Excellency Marqués de Villa-Urrutia». A última hora resulta que el Sr. Villa-Urrutía no era marqués, y hubo que tacharle el título con tinta negra.
Varios fruteros que habían pagado sus entradas protestaron, y hasta creo que alguno pidió que le devolviesen el dinero diciendo que si el embajador de España en Londres no era marqués, no valía la pena de pagar cinco chelines por verle. Momentos antes de levantarse el telón la gente preguntaba por el embajador.
—¿Ha venido ya?
En esto, dos muchachas inglesas descubrieron a un señor como de setenta años, con un gabán de pieles, una barba muy blanca y una gran calva. Este señor, de aspecto verdaderamente formidable, se sentaba en la primera fila.
—Aquél es el embajador —dijeron las inglesas.
El público se puso en pie. Todos encontraban al embajador altamente decorativo.
—Yo no sé por qué le han suprimido el título de marqués —exclamó una alemana que había a mi lado.
—¡Chis! ¡Chis! ¡Silencio! —dijeron de distintas partes.
Y cuando se hizo el silencio, el embajador se levantó y se puso a tocar el piano para acompañar en sus canciones al barítono Sr. Pachés. Resultó que no era embajador, así como el embajador resultó que no era marqués. El verdadero embajador, sentado en la última fila, pasó inadvertido para todos.
La verdad que un embajador como aquel pianista resultaría mucho mejor que el Sr. Villa-Urrutia. En cambio puede que el Sr. Villa-Urrutia diera cierto juego tocando el piano.
Se levantó el telón y se representó una comedia, de los Sres. Mario y Abati, titulada el Chiquillo. En esta comedia hubo una revelación: la de Ricardo Trowein de Alba. Ricardo Trowein de Alba es un muchacho extraordinario, que ha recorrido todo el mundo haciendo los oficios más contradictorios; que se batió con un león en Cuba, donde tenía el grado de capitán; que habla a la