Los tervingios fueron muy capaces de sobrevivir y expandirse en el turbulento mundo de la frontera romana. No sabemos tanto sobre ellos como sobre otros pueblos como por ejemplo los alamanes. Pero es muy probable que se estructuraran de forma muy parecida. Así, en el 357, cuando el césar Juliano, el futuro augusto Juliano el Apóstata se enfrentó a los alamanes, estos estaban organizados bajo la jefatura de dos reyes supremos pertenecientes a la misma familia, Chonodomario y Serapión. Este último, Serapión, al igual que Atanarico, el tercero de los jueces tervingios, era hijo de un rehén educado en territorio romano. Por debajo de los dos reyes supremos, Chonodomario y Serapión, había cinco reyes de poder algo menor, diez príncipes y un gran número de nobles y siguiéndolos a todos, bien por una soldada, bien por cumplir juramentos personales debidos a sus protectores o benefactores, 35 000 guerreros de diversas tribus y pueblos.
Temistio, que escribía entre el 369 y el 370 y, como ya se ha dicho más arriba, tenía conocimiento directo y bien informado sobre los tervingios, señala entre ellos la existencia de varios reyes. Estos reyes aceptaban la jefatura suprema del juez Atanarico que los dirigía en la guerra y que los representaba ante el augusto Valente con el que negociaba directamente en nombre de todo su pueblo.22 Todo lo cual prueba que, al igual que los alamanes, los tervingios contaban con soberanos hegemónicos o supremos bajo los que se hallaban reyes menores, príncipes y nobles y que el título de juez es probable que se deba entender como una expresión del poder supremo, algo así como «juez de reyes».23
Puesto que los alamanes y los tervingios desempeñaron un papel militar y político muy similar durante el periodo que comprende los años del 331 al 376, se puede deducir también que su poderío militar era asimismo muy parecido: en torno a 35 000 guerreros.
Por tanto, trataré ahora de arrojar nueva luz sobre el origen de los tervingios y sobre las tensiones y fuerzas internas que operaron en su seno desde un principio, atrayendo la atención del lector hacia una noticia poco recordada por la historiografía especializada y que aparece en la vida del «Divino Aureliano» de la Historia augusta, la cual cronológicamente se ubica hacia el 274. Veamos esa noticia.
Cuando se describe el fastuoso triunfo en Roma de Aureliano, la procesión triunfal que mostró a los romanos la gloria y el poder reconstituidos de Roma y en la que sus ciudadanos contemplaron a Zenobia de Palmira cargada de cadenas de oro y junto a ella todos los tesoros de Oriente, también pudieron ver, entre muchas otras maravillas, un grupo de amazonas godas y multitud de cautivos godos con las manos atadas a la espalda y, lo más llamativo para nosotros, el carro del rey de los godos. Y esto resulta llamativo no solo porque fuera tirado por cuatro ciervos, sino porque fue el elegido por el augusto Aureliano para mostrarse a los romanos. Y no es que Aureliano no contara con carros más ricos e ilustres, pues en la misma procesión triunfal marchaban el carro de oro de Zenobia y el aún más rico de Odenato, e incluso desfilaba un tercer carro revestido de un modo espectacular de oro y joyas que el mismísimo rey de reyes de Persia había regalado a Aureliano, sino porque estaba claro que el augusto quería destacar sobremanera su triunfo sobre los godos y su rey.24 ¿Su rey? Tres años antes, en el 271, Aureliano había cruzado en Mesia el Danubio y vencido a Canabaudes a quien dio muerte junto a 100 000 de sus guerreros.25 Dejando de lado la hipérbole o no de la cifra, lo cierto es que el tal Canabaudes es el mejor candidato a ser el dueño del carro tirado por cuatro ciervos que Aureliano usó como carro triunfal por las calles de Roma. ¿Que por qué eligió Aureliano tan singular vehículo? Trebelio Polión nos dice que el augusto había jurado sacrificar a Júpiter Capitolino los cuatro ciervos que tiraban del gótico carro si el dios le concedía la victoria sobre el rey de los godos, pero Aureliano podría haber cumplido su juramento sin necesidad de pasearse por toda Roma, y en el día más importante de su vida, montado sobre un rústico y bárbaro vehículo, máxime cuando tenía a su disposición los lujosos carros de Zenobia, Odenato y del rey de los persas. Así que habrá que pensar que Aureliano daba mucha importancia a su triunfo sobre Canabaudes. Pero ¿por qué? No era su primera victoria sobre los godos. No, ya había obtenido otras antes y después de ser proclamado augusto. ¿Qué hacía, entonces, tan especial aquella victoria en particular sobre los godos? Es obvio: Canabaudes, un caudillo que destacaba sobre cualquier otro jefe godo como no lo había hecho antes ninguno. Llegados a este punto recordaremos de nuevo la noticia de la vida del «Divino Claudio» en la que se citaba a los tervingios como uno de los pueblos bárbaros invasores del Imperio en el 268 y el panegírico de Claudio Mamertino que los mencionaba en el 292 como una poderosa fracción de los godos. Si reunimos todas estas informaciones se nos hará evidente que para el año 268 los tervingios eran una realidad y que su primer rey o juez solo pudo ser Canabaudes y si eso es así solo nos quedan dos posibilidades: o bien Canabaudes pertenecía al mismo linaje real que Ariarico, Aorico y Atanarico, esto es, Canabaudes sería un baltingo perteneciente al mismo linaje que los jueces tervingios que podemos atestiguar con claridad por las fuentes contemporáneas del siglo IV, o bien pertenecía a otro linaje real que, bien tras su muerte en el 271, bien en algún momento anterior al año 328, año en el que, más o menos, aparece Ariarico como jefe supremo de los tervingios, perdió el control de la confederación tribal. Creo que esto último fue lo que pasó. Veámoslo.
Jordanes señala que los godos contaron con un rey de nombre Geberico, el cual reinó después de Ariarico y Aorico.26 Ahora bien, si así fuera, habría que colocar a ese Geberico después del 365 y eso desplazaría a Atanarico, hijo y sucesor de Aorico. Pero Atanarico, al contrario que Geberico, está del todo constatado y cronológicamente precisado por fuentes contemporáneas de los hechos tales como, por ejemplo, Temistio y Amiano Marcelino.27 Así que la noticia de Jordanes sobre Geberico no es creíble desde el punto de vista cronológico. De hecho, el dislate cronológico de Jordanes lo evidencia él mismo al afirmar en un lugar que Geberico reinó en tiempos de Constantino, es decir, en algún momento entre el 306 y el 337, y en otro que lo hizo después de Ariarico y Aorico, esto es, después del 365.28 ¿Hacia dónde apunta eso? Hacia que Jordanes tenía noticias sobre un poderoso caudillo tervingio, Geberico, pero que no tenía muy claro donde situarlo. Lo que sí sabía a ciencia cierta es que Geberico luchó con éxito contra los vándalos y que logró expulsarlos de sus territorios en la antigua Dacia.29 ¿Cuándo pudo ocurrir eso? La mayoría de los especialistas ha señalado una fecha en torno al 334, cuando grupos de vándalos solicitaron a Constantino tierras en Panonia para escapar de la presión de los tervingios. Ahora bien, puesto que para el 328 y sin ningún género de dudas, Ariarico era el juez de los tervingios, no podemos pensar en Geberico como el jefe que empujó a los vándalos hacia Panonia. Además, los godos que en el año 334 llevaron a cabo esas acciones contra vándalos y sármatas no fueron los tervingios, sino otra tribu goda, «la más poderosa y numerosa de las tribus godas», dice el anónimo y contemporáneo autor de la Origo Constantini Imperatoris distinguiendo de los godos de Ariarico a esos otros godos que guerreaban contra vándalos y sármatas y a los que, por otra parte y en ese mismo año del 334 o en el 335, Constantino casi exterminó.30 Así que Geberico y su guerra vándala no pueden situarse en el año 334.31 ¿Entonces? ¿Recordamos lo que Claudio Mamertino decía sobre los tervingios en el 292? Pues que estaban empujando a los vándalos fuera de sus territorios.32 Eso situaría a Geberico entre el 292, aproximadamente, y la aparición en escena de Ariarico hacia el 328. Ahora bien, Jordanes deja claro que Geberico no era