Pero como nuestro objeto son los visigodos, nos centraremos ahora en su génesis. Estos no fueron los continuadores directos de los tervingios. Dicho de un modo claro: los tervingios no son los visigodos, sino que fueron un elemento, uno importante, pero uno nada más, en su etnogénesis. En efecto, cuando se observa el devenir de los godos entre el 376, el año en que comenzaron a cruzar el Danubio y a instalarse en territorio romano, y el 395, el año en que Alarico, el primer auténtico rey visigodo se rebeló contra Roma, lo que se advierte es que los godos de Alarico estaban conformados por varios grupos godos de origen tervingio y greutungo que, hasta por lo menos el año 382 habían sido independientes entre sí, y a los que con posterioridad se les fueron sumando godos provenientes de grupos que todavía en el año 378 seguían permaneciendo al norte del Danubio y de los cuales el más destacado sería el de Radagaiso cuyos seguidores supervivientes se sumaron a los godos de Alarico en el 408. Unos godos, los de Radagaiso, que parecen no estar relacionados directamente ni con los tervingios, ni con los greutungos. Además, en el «pueblo» de Alarico había grupos considerables de alanos, muy numerosos entre el 376 y el 378 y todavía muy visibles y poderosos en el 411, así como nutridas bandas de hunos, pequeños contingentes de taifales y masas de campesinos y esclavos romanos de dispar origen y, todo eso, ese ejército-pueblo tan complejo, desde el punto de vista étnico y cultural, fue el que en el 415 penetraría por primera vez en Hispania. Como vemos, una realidad muy alejada de aquella que recrearon muchos historiadores del siglo XIX y de las primeras siete décadas del siglo XX en la que se presentaban las invasiones, en el caso español la invasión visigoda, como una suerte de «inyección racial» en la que unos en apariencia vigorosos y racialmente puros germanos renovaban la «mestiza y decadente» sangre romana.17
Pero lo que está claro es que los tervingios, aunque no son los visigodos propiamente dichos, sí fueron el núcleo en torno al cual se construyó el pueblo visigodo. Y esto hace que nos planteemos las siguientes preguntas: ¿cuándo y cómo habían surgido los tervingios? ¿Cómo se había alzado entre ellos una dinastía real? ¿Qué relación tenían los tervingios con los futuros visigodos de Alarico?
LOS TERVINGIOS: ORIGEN, AUGE Y CAÍDA DEL PRIMER REINO GODO (268-376)
Si aceptamos el controvertido testimonio recogido en el «Divino Claudio» una de las vidas de emperadores que componen la Historia Augusta, la primera aparición de los tervingios se podría remontar al año 268, cuando son citados en la lista de tribus que, tras reunirse en la desembocadura del Dniéster, avanzaron sobre el limes romano y durante tres años saquearon, combatieron y dejaron sus huesos en y por lugares tan diferentes y distantes entre sí como Chipre o Mesia Superior.18 En esa lista están los peucinos, greutungos, tervingios, gépidos, hérulos y también, y de forma más genérica, los escitas y los celtas, denominaciones estas últimas que, por ser arcaizantes y literarias, podían englobar pueblos muy diversos y bajo las cuales es probable que se hallaran otros pueblos godos diferentes a los tervingios y a los greutungos, así como bandas de sármatas y de pueblos dacios. Sin embargo, la Historia Augusta es una fuente compleja y es posible que la vida del «Divino Claudio» tradicionalmente atribuida a Trebelio Polión y en mi opinión es muy posible que compuesta a inicios del siglo IV, en realidad lo fuera por un anónimo compilador de la segunda mitad de ese mismo siglo que «pusiera al día» las informaciones recogidas en una obra precedente.
En cualquier caso, unos veinte años más tarde, en un panegírico del emperador Maximiano declamado por el poeta Claudio Mamertino en Augusta Treverorum (Tréveris) en abril del 292, se mencionaba a los tervingios de forma expresa y como parte del agitado Barbaricum que Maximiano había tenido que enfrentar y afrontar durante los años 285-292:
Furit in vifcera fua gens effrena Mauroum. Gotthi, Burgundios penitus excindunt. Rurfum pro victis armantur Alamanni, itemque Teruigi, pars alia Gottorum, adjuncta manu Thaifalorum, averfum Vandalos, Gypedefque concurrunt.
Cuya traducción sería:
Se desencadena el pueblo de los moros con ira en sus entrañas. Los godos cayeron sobre los burgundios. Por el contrario, a favor de los vencidos se arman los alamanes y concurren los tervingios, otra fracción de los godos, estrechamente aliada con los taifales, hostigan a los vándalos, y a los gépidos.
Nótese que se menciona a los godos dos veces en el pasaje. La primera por sí mismos, Gotthi, la segunda, la que nos interesa, como tervingios: Teruigi, pars alia Gottorum, esto es, «los tervingios, otra fracción de los godos». Una fracción poderosa pues, según aclara Claudio Mamertino, se habían aliado con los taifales para atacar a los vándalos y gépidos: adjuncta manu Thaifalorum, averfum Vandalos, Gypedefque concurrunt19.
La mención de Claudio Mamertino refuerza, según creo, la que se hace en la vida del «Divino Claudio» recogida en la Historia Augusta. Pues si en el 292 los tervingios eran ya tan célebres y poderosos como para que un poeta cortesano los mencionara en un panegírico pronunciado en Tréveris, al otro lado del mundo romano por así decir, no podían ser una «novedad» excesivamente reciente. Su poder era manifiesto, pues estaban empujando a los vándalos y gépidos, dos poderosas confederaciones tribales situadas al norte y al oeste de la antigua Dacia y sabemos que por esos mismos años y durante las siguientes cuatro décadas, hicieron otro tanto y de forma asimismo exitosa, con los carpos y los sármatas.
Jordanes, de tan poca utilidad para aclarar el origen y la historia de los tervingios, rellena esta parte de la historia de los godos con noticias que tratan de establecer una historia engrandecida y fabulosa cuya misión es realzar a los Amalos, la familia real a la que pertenecía Teodorico I el Grande y a los baltos o baltingos, los «audaces», la familia o linaje real a la que pertenecía Ataúlfo, el segundo rey visigodo e hijo de Atanarico, el último soberano tervingio, y con la que, mediante matrimonio, emparentó Alarico.20
Ahora bien, solo con la consolidación de los tervingios observamos el establecimiento de un poder fuerte y continuo en la familia de Ariarico. Como Amiano Marcelino usa el término de «magistrado» o «juez» para referirse a Atanarico, el soberano tervingio con quien se enfrentó el augusto Valente entre los años 367 y 369, mientras que usa el término de «rey» para Ermenrico, el contemporáneo jefe de los greutungos, y como el bien y directamente informado Temistio explicita que Atanarico no ostentaba el título de rey, sino que prefería el de juez, se ha querido ver en esa diferenciación la prueba de que los supremos jefes tervingios tenían un poder limitado y que no constituían un linaje real. Pero Zósimo, que recoge noticias muy antiguas, señala que los tervingios contaban con una dinastía real, algo que, por otra parte, también dejan claro otros textos del siglo IV en los que queda meridianamente claro el fuerte poder ejercido por Ariarico, Aorico y Atanarico y sobre la continuidad dinástica de dicho poder dentro de la misma familia.21
Figura 14: Reverso de un sólido de oro del emperador Valente, acuñado en Tesalónica en torno a los años 364-367. El emperador aparece empuñando un estandarte de tipo lábaro (crismón constantiniano) y un orbe que sostiene a una Victoria alada. Esta última, a su vez, coloca a Valente una corona de laurel. A sus pies, un bárbaro cautivo y maniatado, cuya barba y largos cabellos