10 // un caso de estudio de compromiso // Salomón y la Sulamita
11 // matrimonio como una imagen
12 // matrimonio como una búsqueda // un caso de estudio: Priscila y Aquila
A mi amada esposa, Donna. El fuego de mi corazón y la luz en mis ojos. Corramos esta carrera para siempre.
introducción
La Universidad Texas A & M tiene una cultura única. Ella combina las tradiciones de una historia militar rica con el área de las escuelas agrícolas y mecánicas, que tiene una fuerte actitud de “todo podemos hacer porque somos de Texas”. Me encantaba ir a la Universidad allí, aunque, hay que reconocer que, cuando llegué como estudiante de primer año, para mi sorpresa, sabía poco sobre la escuela.
Así que nunca olvidaré la primera vez que entré al estadio de fútbol, Kyle Field. El juego de fútbol no se inició sino hasta el día siguiente. Sin embargo, mis compañeros de piso y yo nos unimos a la multitud de más de 10 mil compañeros al ingresar en el estadio, unos minutos antes de la medianoche.
Como un estudiante novato, continuamente hacía a mis compañeros de piso preguntas como: “¿Qué es esto que estamos haciendo? ¿Por qué estamos aquí a la medianoche?” Me explicaron que el alumnado siempre se reunía la noche anterior a los juegos para practicar las estrofas que gritaríamos al unísono al día siguiente. Como dije: único. Pero, tenía una cierta lógica en sí. Una multitud de miles, todos gritando las mismas estrofas exactas y bien ensayadas durante todo el juego, lo cual ha demostrado ser una táctica acertada para intimidar y confundir a los equipos rivales.
Sin embargo, las explicaciones de mis compañeros tomaron un giro extraño. Ellos continuaron, “así que practicaremos las estrofas durante unos minutos y luego, en un momento determinado, se apagarán todas las luces y cada uno besará a la persona que está a su lado”.
“¡Espera! ¿Qué?”
“Cuando las luces se apaguen, puedes besar a la chica que trajiste contigo”, ellos explicaron. “O, si no trajiste una chica, no te preocupes. Levanta un encendedor, y una chica se acercará a ti y entonces puedes besarla”. Me reí por un momento, pero pronto me callé al darme cuenta de que ellos no estaban bromeando.
De repente, una ola de ansiedad me invadió. Esta era una pesadilla del introvertido.
¿Qué se supone que yo debo hacer?
No traje una chica.
¿Realmente voy a besar a una chica al azar?
¿Qué pasa si nadie me encuentra?
¿Qué pasa si alguien me encuentra y realmente no quiero besarla? ¿Procuro toser? ¿Actuó como si estuviera enfermo? ¿Me tiro al suelo? ¿Qué tiene esto que ver con el futbol?
Al final admití a mí mismo que yo no estaba preparado para este tipo de presión. Creo que estreché la mano de mis compañeros de piso y después clavé la mirada en mis zapatos hasta que pasara el momento.
No obstante, recuerdo que en ese momento me pareció fascinante que el simple hecho de apagar las luces podría crear instantáneamente una gran variedad de respuestas emocionales fuertes alrededor del estadio. Para algunos esto sería emocionante. Cada uno trajo una chica linda, con la que había comenzado a salir, o con quién pensaba que había cierto potencial y esto sería un momento épico en su relación. Pero, para los demás, esto sería como de costumbre. Otros han estado de novios durante catorce años, que incluso no está bien, pero todos conocemos a aquellos que llegan a la Universidad y ya parecen una vieja pareja. Simplemente se besan como lo han hecho siempre, ya casi con nada de emoción.
Para otros, el apagón de las luces durante este Grito de Medianoche de repente evoca nuevamente sus recuerdos de la persona a la que besaron la última vez, quien ahora ya no está. Y ese simple acto de apagar las luces rememora en ellos mucho dolor. Tal vez, para otros, ese momento del estadio a oscuras fue otro recordatorio de cómo siempre han estado tan desesperadamente solos. O, como yo, tal vez provocó una oleada de ansiedad: el miedo a estar solo que luchaba con el miedo de estar en una relación, creando una gran agitación de pánico.
¿Por qué menciono esta experiencia de Texas A & M? Porque de la misma manera que todas las respuestas emocionales diferentes surgieron con el apretón de un interruptor al seguir una tradición de fútbol de la Universidad, he descubierto que este mismo fenómeno ocurre en cualquier sala llena de personas solteras cuando se pronuncia la palabra noviazgo. Aunque he estado en estadios repletos de estudiantes universitarios que vitoreaban cuando anuncié desde la plataforma “hablaremos sobre las relaciones”, también he estado en salas llenas de jóvenes veinteañeros quienes protestaban audiblemente cuando oían la misma frase. ¿Por qué tal disparidad de respuestas de personas relativamente de la misma edad?
Para algunos la idea del noviazgo evoca todo tipo de estrés porque sienten tanta incertidumbre acerca de cómo hacerlo. Con los años he tenido cientos de conversaciones con jóvenes que preguntan, por ejemplo: “¿Qué debo hacer si estoy interesado en alguien? ¿Cuáles son las reglas ahora? ¿Puedo llamarles por teléfono? ¿Pensarán que eso es raro? ¿Quién hoy en día todavía llama? Así que, ¿debo tratar de acercarme a ella en algún lugar y decir que pienso que es bonita? ¡Eso realmente me hace sentir como un espía! ¿Puedo sólo comentar mucho en sus medios sociales? ¿Debería enviarle un mensaje privado, o eso es como tratar de crear un mundo secreto muy rápido? ¿Debo enviarle un texto? ¿Acaso es muy informal? ¿Trato de parecer casual y decirle: “Vamos a pasar un tiempo juntos”? O, ¿no es eso claro y bastante intencional? ¿Debo pedirle una ‘cita’ conmigo? ¿Es eso muy formal, muy anticuado? ¿Cuáles son las reglas ahora?” Para muchos jóvenes el tema del noviazgo crea poco entusiasmo. Principalmente produce ansiedad.
Para otros, el noviazgo es absolutamente su tema favorito de conversación. Cuando la palabra viene a la mente, ella piensa en el muchacho apuesto que sí le envió un texto. Sus pensamientos vuelven a ese momento cuando vio aparecer su nombre en la pantalla de su teléfono, enviando un mensaje donde preguntaba si sería posible ir a cenar juntos. Ella recuerda con cariño el momento que mostró el texto a sus amigas, y con un súbito aumento colectivo de adrenalina, los comentarios comenzaron a surgir: “¡te mandó un texto! ¡Te dije que le gustas! ¿Qué vas a decir? ¡Dile que sí! ¡Serán una pareja bonita! Tu nombre suena muy bien con su apellido”. O, usted es el muchacho que envió el texto y sintió que su corazón palpitaba fuertemente mientras esperaba la respuesta de ella. Después de sufrir unos segundos de agonía, usted sintió la satisfacción profunda del éxito al leer la respuesta de que a ella le encantaría pasar un tiempo con usted. Sonriendo para sus adentros, dejó caer el teléfono y susurra: “¡Atención mundo! ¡Un experto está en acción! ¡Digan mi nombre!” Para algunos el tema del noviazgo provoca un torrente de emociones positivas, porque usted sabe la emoción de estar interesado en alguien y descubrir que esa persona también siente el mismo interés por usted.
Sin embargo, para otros, cuando