Peale fue un estudiante tímido a quién un profesor universitario animó a creer en sí mismo y a creer que Dios lo ayudaría. Él oró y creyó y llegó a ser el fundador del concepto de pensamiento positivo. Una vez dijo que su felicidad era la razón principal por la cual le preocupaba la gente que no fuera feliz. Le preocupaba que personas infelices no usaran toda su creatividad y que la sociedad sufriera por eso. Decidió que quería hacer algo al respecto y compartió sus ideas en conferencias y libros.
El premio Norman Vincent Peale al Pensamiento Positivo se otorga cada año para reconocer a personas “cuyas vidas ejemplifican clara e inspiradoramente el poder del pensamiento positivo con fe, profundo interés por la gente y un compromiso dedicado a mejorar nuestro mundo”. No sé si he vivido conforme a esa resplandeciente descripción, pero esas palabras concuerdan con mis objetivos al escribir este libro.
Por lo general he sido una persona positiva desde que recuerdo. Fui un niño feliz a pesar de crecer durante la Gran Depresión. Toda mi vida he procurado inspirar a otros a usar sus talentos y completar su potencial. Como cofundador de la Corporación Amway, he dado mensajes motivacionales a miles de personas en todo el mundo, a quienes yo quería ver alcanzar sus sueños con sus propios negocios de Amway. Animo a mis jugadores en la franquicia Orlando Magics de la NBA y soy líder comunitario ayudando a mejorar mi ciudad, Grand Rapids, Michigan, para que siga creciendo y construyendo.
He aprendido que el pensamiento positivo y el estímulo son esenciales para el liderazgo y el progreso. Como líder de una compañía o de tus propios hijos, encontrarás que el pensamiento positivo es contagioso y un combustible concentrado para el cambio.
Fui criado por un padre que se mantuvo positivo, aún después de perder su trabajo durante la Gran Depresión, y que siempre me animó. Jay Van Andel y yo no tuvimos otra ambición que crear una compañía propia, y permanecimos fieles a esa meta a pesar de una lista de adversidades. En una ocasión rentamos una sala para doscientas personas a fin de hacer una presentación y reclutar distribuidores para nuestros productos nutricionales. ¡Sólo llegaron dos personas! Pero permanecimos positivos y construimos una empresa que nunca habríamos podido imaginar. La gente nos felicitaba por todo lo que hemos logrado. Pero no pasamos mucho tiempo retrocediendo para ver lo que habíamos logrado, estábamos muy ocupados pensando en lo que podíamos hacer después.
Aunque parece que las personas necesitan desahogarse y quejarse de vez en cuando, lo positivo los atrae y seguirán a quienes señalen un igualmente camino positivo. Me he dirigido a audiencias que llenan estadios, pero uno de mis primeros discursos fue a un grupo de cuarenta contadores. Uno de mis empleados en los primeros días de nuestra empresa Amway me invitó a hablar. Comencé pensando en qué decir y anoté todas las cosas positivas que habían estado sucediendo durante el crecimiento inicial de nuestra compañía.
Muchos otros conferencistas que había escuchado parecían querer demostrar su inteligencia al decirle a la audiencia qué andaba mal con el mundo. Así pretendían tener fama y credenciales. Habían encontrado algo de lo que podían ser “críticos expertos”. Le dije a mi audiencia de contadores que no iba a ser crítico; iba a hablarles de las cosas buenas que estaban sucediendo en este país.
Después de ese discurso, presenté mi mensaje positivo a otros grupos. Entre más hablaba, más respondían las personas. En una época de nuestra historia en la que la gente comenzaba a dudar de la democracia y veía al socialismo como el futuro, señalé todas las cosas positivas que disfrutábamos como ciudadanos estadounidenses libres. Tan pronto comencé ese tema, la gente comenzó a darme información adicional para usar en el discurso. Un día alguien me entregó una lista de comparaciones entre vivir en los Estados Unidos y la Unión Soviética comunista, la cual demostraba claramente por qué teníamos tantas razones para ser positivos en lugar de ser negativos. Así que comencé a usarla, y esos ejemplos se convirtieron en una herramienta poderosa para recordarles a los americanos cuán bendecidos somos. Descubrí que la gente en mis conferencias apreciaba que se les recordara cómo y por qué podían asumir el hábito de buscar lo bueno en sus vidas y en otras personas.
Ese pequeño mensaje que entregué por primera vez a unos contadores, creció y se convirtió en Vendiendo América, un discurso que posteriormente di a miles de personas en todo el país y que fue grabado y obtuvo el premio Alexander Hamilton a la Educación Económica de Freedoms Foundation. Descubrí que entre más hablaba de ser positivo, más la gente quería escuchar.
Probablemente estaban ansiosos por escuchar buenas noticias porque el mundo está lleno de comunicadores negativos. Sólo lee las cartas al editor de cualquier periódico. Encontrar culpables es fácil y es un instinto natural. Probablemente es porque nos enseñan a ser escépticos. Sabemos que si suena demasiado bueno para ser cierto, probablemente así sea.
Con este libro espero animar a las personas a buscar lo positivo. Eso requerir un poco de energía y algo de re-entrenamiento, pero cualquier persona que se esfuerce obtendrá grandes recompensas al ayudarse a sí misma y a otros. Una actitud positiva es una elección, como caminar del otro lado de la calle para evitar problemas o hacer un giro de 180 grados cuando sientes que vas en la dirección equivocada.
Una vez decidamos hacer esa elección, ser positivo se convierte en un hábito. Por ejemplo, cuando nos encontramos con alguien, escuchamos tratando de encontrar algo bueno sobre lo que están haciendo porque tarde o temprano nos lo dirán. Si permaneces en sintonía, siempre escucharás buenas cosas, porque todo el mundo quiere alardear un poco. Así que si expresamos interés y escuchamos, obtendremos pistas acerca de las cosas buenas que están tratando de hacer. Luego podemos responder con una frase positiva que encaja: “¡Tú puedes hacerlo!” “¡Gracias!” “¡Estoy muy orgulloso de ti!” Las palabras sencillamente te fluyen después de un tiempo.
Un marco mental positivo te cambia a ti y tu forma de pensar, permitiéndote animar a otras personas. Comienzas a buscar bondad, y por consiguiente, comienzas a sentirte mejor con todo, incluyéndote a ti mismo y las cosas positivas que estás haciendo. Toda esta autoestima viene de sólo desarrollar el hábito de buscar lo bueno en los demás. Cuando eso sucede, también comienzas a ver lo bueno en ti mismo, y luego la gente comienza a reconocer todo bueno en ti y a congratularte por eso. Se vuelve autogratificante.
Cuando me gradué de secundaria, mi maestro de Biblia escribió en mi anuario escolar una frase que nunca olvidé, sólo una simple frase de ánimo: “A un hombre bien definido con talentos para el liderazgo en el reino de Dios”. Su frase era sencilla pero una gran fuente de ánimo para mí, que era joven y que no había sido un buen estudiante y de quien se había dicho que no era apto para la universidad. ¡Pero un maestro a quien admiraba vio un líder en mí! ¡Vaya! Nunca antes había pensado de mí en esa forma.
El punto es que una simple frase puede cambiar la vida de una persona. Así que la pregunta es: ¿qué clase de frases estás entregando? ¿Qué clase de frases has escuchado? ¿Crearás una atmósfera negativa o estimulante para los demás? ¿Los vas a arrastrar hacia abajo o los vas a levantar? Decidí ser un enriquecedor de vida, encontrar la forma de estimular a las personas. Es tan fácil como expresar una frase sencilla pero poderosa: “Estoy orgulloso de ti”. “Te necesito”. “Creo en ti”. “Te amo”. Para algunas personas esas llegan a ser frases que transforman su mundo. Deberían estar en tu vocabulario.
Los principios en este libro son para todos, pero se aplican de forma especial a quienes aspiran posiciones de liderazgo. Dar el primer paso para ser positivo es una característica de los grandes líderes. Sea que líderes una compañía, tengas un papel de liderazgo como maestro o entrenador, o seas un líder como padre o abuelo, estas poderosas frases te ayudarán.
Considera a líderes que fueron efectivos porque fueron positivos. Los presidentes de los Estados Unidos que recuerdas son los que tuvieron que enfrentar situaciones difíciles y los hicieron ver muy bien. Las conversaciones informales de Franklin Roosevelt durante las horas más oscuras de la Segunda Guerra Mundial no eran relatos negativos. Ronald Reagan era un cuentista