El surgimiento de estos estudios y su íntima relación con los pasados traumáticos del siglo XX buscan satisfacer las preguntas de las generaciones posteriores para saber qué sucedió, con la finalidad de recordar o de no olvidar para que tales hechos no se repitan. Teniendo en cuenta que existe una referencia a un pasado violento, sobre todo en los años ochenta, parte importante de los análisis están enfocados en la figura de la víctima, figura “orientada a ser el fundamento de los procesos judiciales contra los perpetradores del terrorismo de Estado” (Bacha, 2011, p. 3).
[Por] víctima de violaciones a los derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario [se entiende ampliamente] a aquella persona o grupo de personas, colectividades o comunidades –hayan sido o no identificados o individualizados–, que por acción u omisión del Estado hayan sufrido, directa o indirectamente, daños individuales o colectivos que impliquen violaciones a sus derechos consagrados en la Constitución y en los tratados internacionales sobre derechos humanos y sobre derecho internacional humanitario, con independencia de que los agresores hayan sido identificados, aprehendidos, procesados y/o condenados y con independencia de cualquier relación existente entre el agresor y aquéllas. (Ortiz, 2009, p. 208; véanse Sentencia C-781 de 2012 y Sentencia C-052 de 2012)
Las figuras de víctima y testigo pasan a identificarse mutuamente, como sobrevivientes del pasado (Traverso, 2007, p. 70). Bédarida nos presenta tres sentidos de la noción de “testigo”, de los cuales rescataré los siguientes dos:
Primer sentido: un testigo, actor o espectador, informa de lo que ha visto u oído de un acontecimiento o una acción. De esta experiencia nace un relato y es en ese sentido en el que se habla de un testigo ocular o de un testigo que ha oído. Pero, en realidad, el testimonio no es la percepción misma, es un relato, una narración que implica un proceso de transferencia desde el testigo hasta el que recibe el testimonio. Un hecho por sí solo no testimonia nada. Solo testimonia si es interpretado.
En un segundo sentido, en el jurídico, el testigo que testifica un hecho del que ha tenido conocimiento directo se sitúa en un marco institucional, la justicia, y en un lugar, el tribunal. Es, por tanto, actor en un proceso, en un litigio o en una protesta, derivados de una violación del derecho que es la que se trata de reparar. (Bédarida, 1998, p. 25)
Este autor menciona además a Shoshana Felman, para quien el testimonio implica siempre un compromiso para responder la verdad, sea o no ante un tribunal, para dar cuenta de un hecho, sobre lo que se recuerda, lo que ha dejado huella, comprometiéndose y haciéndose responsable por lo dicho (Felman, citado en Bédarida, 1998, pp. 25-26). Constata entonces Bédarida (1998) tres cosas: como “el testimonio se inscribe en una red de discursos”, existe una unión “entre la realidad y el lenguaje”; habiendo una distancia temporal con los hechos narrados, el testigo emite “un discurso que busca conceder un sentido, es decir, una interpretación”; “el testigo no describe solamente lo que ha visto y oído, sino que queriendo establecer la verdad construye un discurso portador de unidad entre el testimonio de los hechos y el testimonio de sentido” (p. 26).
1.6. Pasado reciente colombiano
Teniendo en cuenta las características ya expuestas sobre la subdisciplina histórica de los estudios del tiempo presente, a continuación describiré las razones por las cuales encuentro que esta investigación se inscribe dentro de ellos, con aplicación específica a los estudios del derecho.
En primera instancia, recordemos que la historia reciente surge como producto del proceso de globalización y de las demandas sociales que exigen respuestas para comprender la realidad en la que se vive, y comprendernos, sobre todo si nos encontramos en presencia de pasados traumáticos. En estos eventos, las preguntas tienen como finalidad adicional la de guiar profundas transformaciones sociales que hagan posible la sanación del tejido social, y por ello algunos de los asuntos incluidos en los estudios expresan preocupaciones por los temas de memoria y de transiciones. En concordancia con lo anterior, este trabajo pretende abordar el tema de la memoria enmarcado dentro del sistema de transición colombiano, en particular en lo que tiene que ver con su proceso judicial, que surgió como un anhelo de paz para la sociedad colombiana, y en cuyo interior se condensan, entre otras, exigencias internacionales en términos de derechos humanos producto de la globalización de estos. Con base en lo anterior, la mirada alrededor de la violencia que ha persistido en Colombia durante tantas décadas me ha conducido a preguntarme sobre este pasado-presente traumático de la violencia paramilitar y sus víctimas, en la búsqueda de una comprensión del presente, y la posibilidad de la existencia de una real y profunda transformación hacia la paz a partir del reconocimiento y recogimiento de la memoria de las víctimas por parte del sistema transicional de justicia y paz.
Cabe también señalar que una de las características más claras sobre la historia del tiempo presente consiste en que ella es “la historia de los hombres vivos”, es decir, que quienes presenciaron, por ejemplo, los hechos violentos y traumáticos, se encuentran vivos; en consecuencia, constituyen una fuente privilegiada del conocimiento de ese pasado, hayan sido o no los perpetradores de estos hechos. Aparece entonces en escena la historia oral y las entrevistas de las que ella se vale; pero del mismo modo surge la figura especial de víctima, que permite adjetivar o cualificar una persona, bajo el entendido de que ha sufrido un daño en sus derechos, bienes jurídicamente tutelados (véase también Liszt, 1994), razón por la cual puede acudir a la justicia para hacerlos valer a través, por ejemplo, del conocimiento sobre lo sucedido, o ser reparada por ello y que el victimario sea responsabilizado por sus actos. La sanción puede ser vista también como parte de la reconstrucción de los vínculos sociales rotos por el periodo de violencia. En el esclarecimiento de hechos que han vulnerado derechos humanos, por medio de los procesos judiciales las víctimas encuentran un espacio para ser escuchadas a partir de las experiencias que tuvieron. En estos espacios, ellas ejercitan su memoria para poder transmitir lo sucedido, por ejemplo, en una audiencia ante un juez, a la vez que son escuchadas las otras partes y exhibidas las pruebas que tengan para poder acercarse con mayor precisión a lo sucedido.
Teniendo en cuenta la anterior característica, he querido hacer uso de la fuente privilegiada del testimonio oral mediante entrevistas, y así poder contrastar la investigación teórica con la memoria, a partir de otorgarle un papel central a las víctimas. En este sentido, por un lado esta investigación se preocupa por estudiar un tema jurídico en el análisis del proceso de justicia y paz, pero, por otro lado, al considerar el tema de la memoria con énfasis en la figura de la víctima y su testimonio, abre puentes con otras disciplinas, como se puede observar desde ya, con la historia, en especial con la historia del tiempo reciente, la historia del derecho, la historia oral y el tema de la memoria histórica; además el lector podrá encontrar que este trabajo dialoga con otros campos en la comprensión de la memoria para la realidad colombiana.
Por último, pero no menos importante, partiendo de la imposibilidad del acceso a la objetividad, propenderé por realizar una investigación honesta, iniciando desde ahora por reconocer que una investigación como la que llevo a cabo tiene la incapacidad de conocer los efectos o consecuencias futuras sobre los fenómenos que estudio, falencia que se le atribuye a la historia del tiempo presente también. Por ello, la interpretación que realice y las conclusiones a las que logre arribar son pasibles de ser revisadas y modificadas por las visiones de generaciones futuras que se interesen por trabajos como el mío; de hecho, es deseable que ocurra.
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